Por: Àlex Guimerà.
Tangerine Dream sigue demostrando que su legado en la música electrónica está más vivo que nunca a pesar de que ya no está su fundador y factótum Edgar Froese. Muestra de ello es que tanto sus discos como su propuesta escénica siguen cautivando a los seguidores de siempre pero también a nuevas generaciones de oyentes del género.
Gran culpa de ello la tiene el alemán Thorsten Quaeschning, quien superados con paciencia algunos problemas tecnológicos, nos atiende con mucha elegancia para reflexionar sobre la música y sobre el legado de la icónica formación, del que él es uno de los encomendados continuadores junto con Paul Frick y Hoshiko Yamane. Conversamos con él aprovechando que estos días los tendremos en distintas ciudades de nuestro país ofreciendo uno de los directos más especiales que la música electrónica nos puede ofrecer.
Esta próxima semana tenéis programados cuatro conciertos por nuestro país dentro de la gira "Continuum Tour 2025": Granada (29 de marzo Palacio de Congresos), Valencia (31 de marzo, Teatro La Rambleta), Madrid (1 de abril, Teatro Circo Price) y Barcelona (2 de abril, Paral·lel 62) ¿Qué podemos esperar de estos conciertos?
Thorsten Quaeschning: Los conciertos se estructuran en dos partes. La primera consiste en un set principal de aproximadamente una hora y media, con temas de los años 70, 80 y de la etapa posterior a los dos mil. Normalmente comenzamos con material de 1974, porque las composiciones de "Zeit" y "Atem", los álbumes anteriores, no estaban concebidas para ser interpretadas en vivo. En esa época, Tangerine Dream empezó a explorar la música basada en secuencias, utilizando patrones rítmicos repetitivos y estructuras que podían ser recreadas en directo. Además, incluimos material de los 80 hasta aproximadamente 1987, omitiendo los 90 por una cuestión de preferencias dentro de la banda.
La segunda mitad del concierto es una sesión de composición libre en tiempo real. No me gusta llamarlo "improvisación", porque evoca demasiado el jazz. En su lugar, nos basamos en la atmósfera del momento, adaptando el tempo del bombo o los bajos a la resonancia de la sala y permitiendo que la música evolucione de manera orgánica. Esta sesión puede durar entre 20, 40, 60, 80 o 100 minutos, dependiendo del horario de la sala y del desarrollo de la presentación.
Además este año celebráis el cincuenta aniversario del álbum "Phaedra" (1974) con una edición del disco especial que se lanzará al mercado este mes de abril ¿Qué nos puedes contar sobre esta nueva versión?
Thorsten Quaeschning: El disco incluye nuevas mezclas y diferentes versiones del original. Hay remezclas del estéreo y algunas otras fueron realizadas por Steven Wilson, de Porcupine Tree, quien logró darle una nueva frescura al sonido. La música de los 70 tiene una cualidad atemporal, algo que no siempre ocurre con otras décadas, como los 90, donde ciertos estilos quedaron marcados por su tiempo.
Después de "Phaedra" (1974) Tangerine Dream publicó "Rubycon" (1975), ambos discos son auténticas obras maestras que han definido el sonido de la banda y de la historia de la música electrónica. Desde tu perspectiva, como nuevo integrante de la banda, y considerando que ni siquiera habías nacido cuando estos discos fueron lanzados, ¿cómo reinterpretas sus sonidos con la tecnología y la sensibilidad musical actuales?
Thorsten Quaeschning: Llevo 22 años en esto, y tengo la suerte de haber aprendido directamente de Edgar. Curiosamente, cuando me uní a Tangerine Dream, no estaba particularmente interesado en la música electrónica. Todo lo que sé sobre ella lo aprendí de él. Durante el tercer año con la banda, vivimos en su casa durante seis meses. Me enseñó la importancia de las secuencias y cómo pueden generar tensión mediante compases impares o métricas alternas, como pasar de un compás de siete tiempos a uno de ocho, y así sucesivamente.
Usamos mucho material analógico. Siempre llevo mi sistema modular conmigo; de hecho lo tengo desde el lunes, camino a Granada para el concierto. Nos lleva tres días y medio transportarlo, ya que no es posible alquilarlo en compañías tradicionales. Por eso, siempre tengo una furgoneta con mi equipo en algún lugar de Europa. No es un sistema antiguo, aunque en mi estudio sí conservo algunos instrumentos vintage. Sin embargo, usar equipos de los años setenta no siempre es viable: son impredecibles, sensibles a la temperatura y, a veces, parece que tienen vida propia. Prefiero un enfoque analógico, pero con tecnología moderna.
Intento acercarme lo más posible al sonido original, pero la imperfección es parte del desafío. Hemos hecho algunos conciertos con "Phaedra" y en mayo tocaremos dos más en el Reino Unido. Uno de los mayores retos es recrear los efectos de las cintas antiguas, que generaban ligeros retrasos e irregularidades. Hoy en día, podemos programar milisegundos exactos, pero antes, las variaciones naturales de la cinta cada pocos segundos daban una sensación más orgánica y viva. Si todo suena demasiado perfecto, pierde autenticidad.
Cuando trabajamos con piezas como "Phaedra", "Rubycon" o "Ricochet", necesitamos esa sensación de fluidez. En los antiguos secuenciadores, cada nota quedaba grabada en cinta y tenía una duración de 7,4 segundos antes de volver a la normalidad. Para recrear esto, hemos sampleado muchos sonidos, especialmente el Mellotron, que es más fácil de digitalizar, mientras que otros elementos siguen siendo completamente analógicos y modulares.
En el escenario usamos cuatro Moogs y un gran sistema modular con 26 o 27 osciladores. Ni siquiera fijamos duraciones exactas para cada pieza: si algo está funcionando bien en el momento, lo extendemos. Incluso las visuales son generadas en tiempo real, lo que nos da mayor libertad. A diferencia de una gira tradicional, donde cada canción tiene una duración preestablecida, en nuestro caso, todo se ajusta en vivo. Si algo no funciona, simplemente lo omitimos. La música de Tangerine Dream siempre ha estado en constante evolución, y mantener esa flexibilidad es lo que nos permite honrar su legado mientras lo llevamos hacia el futuro.
"En la música electrónica, la paleta sonora es mucho más abstracta"
¿Cómo has logrado preservar la esencia de Tangerine Dream, especialmente tras la pérdida del gran Edgar Froese en 2015? ¿Cómo has conseguido mantener viva su visión musical?
Thorsten Quaeschning: Creo que, paradójicamente, una de las ventajas de no haberme dedicado inicialmente a la música electrónica fue que pude absorber la esencia de Tangerine Dream directamente de Edgar. Pasé años trabajando con él en el estudio, desde que comencé en 2003. En 2004 empezamos a componer juntos y en 2005 tuve mi primera experiencia en concierto con la banda. Aprendí muchísimo en ese proceso.
Edgar era un gran maestro, aunque a veces podía parecer un poco gruñón. Pero en realidad, tenía una habilidad especial para explicar las cosas, al menos a mí. Creo que su reto era encontrar personas con quienes pudiera compartir un mismo lenguaje musical. Describir el sonido de un sintetizador es complicado, no es como en una orquesta donde puedes identificar claramente un violín, una viola o un chelo. En la música electrónica, la paleta sonora es mucho más abstracta.
Sin embargo, con el tiempo logramos establecer una comunicación fluida. Edgar dejó muchos bocetos, sonidos e ideas, pero más allá de eso, su legado es una filosofía, un concepto musical. Tangerine Dream ha evolucionado desde 1967 hasta hoy, pero siempre ha mantenido una "línea roja", una identidad coherente a lo largo de los años. Si escuchas "Electronic Meditation" (1970) y luego "Ricochet" (1975), parecen bandas distintas. Lo mismo ocurre si comparas "Exit" (1982) con los trabajos de los setenta. Sin embargo, si sigues el recorrido completo, encuentras esa conexión sutil pero fundamental. La clave está en la construcción de la tensión, el uso de escalas específicas y la estructura de las envolventes sonoras. Mi enfoque ha sido respetar esa filosofía sin convertir la banda en un museo. Cada álbum debe evolucionar un poco. Tangerine Dream podría haberse quedado en los años 80, como muchas otras bandas, repitiendo los mismos discos una y otra vez. Pero la esencia de esta música es el riesgo, la exploración. Tienes la oportunidad de innovar… o de fracasar estrepitosamente.
Personalmente, nunca tuve la intención de continuar con Tangerine Dream por iniciativa propia. No fui yo quien levantó la mano, sino Edgar quien decidió, tras todos esos años de trabajo juntos, que debía seguir adelante con su legado. Y no se trata de ventas o de números de audiencia, aunque afortunadamente el proyecto ha funcionado bien. Por ejemplo, nuestro último álbum, "Raum" de 2022, tuvo la entrada más alta en las listas alemanas en la historia de Tangerine Dream. No lo menciono por orgullo, pero sí porque demuestra que la gente sigue escuchándonos y apoyándonos. Además, seguimos incorporando material de Edgar en nuestras composiciones, asegurando que su espíritu siga presente en cada disco.
"Muchos de nuestros seguidores nos conocieron gracias a la banda sonora del juego GTA V"
Ser parte de Tangerine Dream, una de las bandas pioneras de la música electrónica, conlleva una gran responsabilidad. ¿Cómo lo vives en tu trabajo actual?
Thorsten Quaeschning: Nunca había hecho algo durante tanto tiempo en mi vida, pero se siente completamente natural. Es un honor increíble, aunque también supone un desafío constante. La música es algo muy personal y subjetivo; no se puede complacer a todo el mundo. Algunos seguidores solo quieren escuchar "White Eagle" una y otra vez, mientras que otros prefieren los primeros años de la banda y dejaron de interesarse cuando llegaron los secuenciadores. Aun así, Tangerine Dream sigue conectando con nuevas generaciones. Especialmente en el sur de Europa, hemos notado un público más joven que nos ha descubierto a través de medios muy distintos. Muchos, por ejemplo, nos conocieron gracias a la banda sonora de GTA V, un juego que se ha vendido más de 192 millones de veces y para el que compusimos 35 horas de música. También hay quienes nos descubrieron a través de series como "Stranger Things", "Black Mirror" o "Mr. Robot". Y temas como "Love on a Real Train" han aparecido en muchas películas. Incluso músicos de black metal nos han mencionado por nuestra participación en la banda sonora de "Lords of Chaos", la película sobre Mayhem.
Es un honor inmenso, aunque a veces conlleva presión. Pero sobre todo, es una experiencia extraordinaria. Haber aprendido directamente de Edgar Froese no solo me enseñó sobre música, sino también lecciones de vida, tanto a nivel personal como profesional. Y por eso, cada día me siento agradecido de poder formar parte de este legado.
Berlín ha sido un epicentro de la música electrónica durante décadas. ¿Cómo influyó la ciudad en la evolución sonora de Tangerine Dream?
Thorsten Quaeschning: Especialmente en los años 60, cuando todo ocurría en Berlín Occidental. Bueno, todos venimos de este entorno, menos Hachiko que es de Osaka. Aunque Edgar nació en un lugar lejano para mí. Nació en Tilsit (Rusia), pero vivía en Berlín, muy cerca de donde yo vivía. Antes, Berlín Occidental era una especie de isla dentro de la RDA, y la ciudad era mucho más pequeña que hoy. La vida social era peculiar, con la presencia constante de militares franceses, ingleses y estadounidenses en las calles, ya que eran parte de los aliados. Edgar nació en 1944, un año muy difícil. Y probablemente fue alrededor de 1967 cuando todos, al llegar a la mitad o el final de su adolescencia, buscaban una forma de expresión libre, algo radicalmente distinto a lo que había ocurrido en Alemania en las décadas anteriores. Por eso exploraron todo tipo de música nueva y vanguardista. La idea era romper barreras, encontrar algo original, algo que no fuera ni la música comercial estadounidense o británica, ni la música alemana de los años 50 y 60, que muchos consideraban poco inspiradora. Y, por supuesto, mejor ni hablar de los 40...
Antes has hablado de algunas bandas sonoras de Tangerine Dream, que habéis compuesto muchas. Personalmente me vienen a la mente las icónicas bandas sonoras de las pelis de los ochenta "Legend" y "Risky Business" que en mi generación tuvieron mucho impacto. ¿Cómo se diferencia vuestro enfoque para la composición de bandas sonoras en comparación con los álbumes de estudio?
Thorsten Quaeschning: Crear música para cine implica, quizá de forma obvia, estar al servicio de las imágenes. Es necesario establecer contrapuntos o captar la esencia visual dejando suficiente espacio para el resto de los elementos. A veces, la música podía volverse demasiado densa o utilizar frecuencias que interferían con la voz humana. Esto ha cambiado mucho en los últimos años. Hoy en día, la idea de los grandes temas principales ha perdido protagonismo. Ya no se buscan melodías memorables como en "Lo que el viento se llevó", sino que la tendencia se inclina más hacia efectos atmosféricos y motivos sutiles en lugar de melodías repetitivas.
Lo mismo ocurre con los videojuegos. En los años 80, títulos como "Tetris", "Bubble Bobble" o "Super Mario Bros" utilizaban la misma melodía desde el nivel 1 hasta el 99. Pero ahora, si alguien juega a un juego durante meses, se volvería loco escuchando la misma música constantemente. Por eso, las bandas sonoras modernas se componen de pequeñas frases y texturas atmosféricas que refuerzan la ambientación sin repetir un tema central de manera insistente. Incluso en el cine, los grandes momentos —como una puesta de sol delante del océano— pueden durar apenas 40 o 45 segundos en pantalla. En los últimos cinco o seis años, las escenas se han vuelto cada vez más cortas. Actualmente, la duración típica de una escena está entre 45 y 75 segundos. En contraste, en películas mudas como Metrópolis, una misma escena podía durar ocho minutos.
Las series de plataformas como Netflix han acelerado aún más este ritmo, con escenas breves que requieren cambios constantes de atmósfera cada 60 segundos. Esa es una gran diferencia en la composición para cine: la música debe ajustarse al montaje. Me gusta el concepto de "hacer el corte"; si hay una transición a negro en la imagen, debería reflejarse en la música. A veces, incluso es necesario modificar el tempo para encajar perfectamente con el montaje. Por eso, no soy muy partidario de simplemente componer música para cine de forma preexistente. Lo veo extraño, porque esa música nunca fue concebida con la película en mente.
¿ Y para qué director de cine te gustaría trabajar en una banda sonora?
Thorsten Quaeschning: Es una pregunta difícil... Te diría Tim Burton, aunque el problema es que ya tiene asociado a Danny Elfman en sus películas. Las películas de Tim Burton son increíbles, pero a veces no se trata tanto del director, sino de la atmósfera que logra crear. Por ejemplo, me encanta la melancolía en las películas de Bill Murray o el lado más emotivo de los filmes de Jim Carrey. Son actores muy diferentes, pero transmiten emociones únicas. Ahora que lo pienso, la expresión de Jim Carrey es muy versátil y permite adaptar muchas cosas en términos de música. En cambio, Bill Murray tiene una única expresión… pero la ejecuta de manera magistral. Y, la verdad, eso me gusta mucho.
Y hablando de preferencias ¿Qué músicos o bandas actuales nos recomiendas?
Thorsten Quaeschning: Me gustan mucho los artistas islandeses como Sigur Rós y Ólafur Arnalds, y del lado canadiense, Godspeed You! Black Emperor. También John Hopkins, que probablemente sea uno de mis favoritos. Aunque no es nuevo, sigue siendo una gran referencia para mí. Si mencionas a Radiohead, bueno, por supuesto que me encantan. Sigur Rós, Radiohead… ese tipo de música me fascina.
La música que escuchamos depende del momento. No es lo mismo lo que pondrías un domingo al mediodía en tu sala de estar que lo que sonarías un viernes por la noche en un club. Sigur Rós, por ejemplo, es mi música de domingo al mediodía. No puedo decir exactamente por qué la escucho… simplemente la disfruto. Es una música cálida, brillante y envolvente. Y eso es algo que valoro muchísimo.
¿Y cuál es el siguiente paso para Tangerine Dream? ¿Tenéis algún proyecto en particular?
Thorsten Quaeschning: Sí, llevamos varios meses trabajando en nuestro nuevo álbum. El año pasado tuvimos muchas giras. Fue increíble. Creo que la gira más extensa de nuestra historia fue la de 2023, con unos 67 conciertos. Es genial que nos inviten a tocar, y seguimos adelante. Queremos seguir haciéndolo y no parar. Sin embargo, el verano pasado fue bastante extraño, porque tocamos en todos los festivales. Pasas de estar en el estudio de lunes a jueves por la mañana, para luego irte al aeropuerto y regresar el domingo por la noche. A veces, estar en el estudio a las ocho de la mañana un lunes, después de haber tocado en un festival en algún lugar del mundo, no te motiva tanto. Todo el verano fue increíble, pero no fue el período más productivo para componer música. A pesar de eso, ya hemos comenzado.
Creo que tenemos como fecha límite finales de octubre de este año, así que el lanzamiento podría ser hacia marzo de 2026, teniendo en cuenta todos los plazos y el tiempo necesario para producir el tipo de disco que queremos. Siempre hay plazos y más plazos, las compañías discográficas a veces necesitan hasta tres meses. Así que, si tenemos el master en octubre, en el mejor de los casos, el nuevo álbum podría salir en marzo o abril del próximo año. Luego habrá música nueva y muchos conciertos este año también.
Y la última pregunta: ¿qué opinas del uso de la inteligencia artificial en la música y el arte en general?
Thorsten Quaeschning: No estoy seguro de por qué la necesitamos. Es como copiar los diarios de vida de otras personas. En mi mundo, sería mejor que la gente explorara y viviera experiencias, y luego las transformara en música. Si la IA se encargara de mis impuestos, lavara los platos y limpiara la habitación, sí, sería genial. O responder correos electrónicos de manera adecuada... No estoy tan seguro de si eso tiene cabida en el arte y la música, especialmente en cualquier tipo de arte. Así que dejemos que la IA se ocupe de todo lo tedioso, de los textos. Eso sí, sería genial. Probablemente sería mucho más fácil que simplemente copiar los diarios o las ideas de otras personas.
El problema es que la IA siempre está en medio de todo. No creo que pueda crear un nuevo subgénero. Simplemente tomaría dos subgéneros y los combinaría, generando algo intermedio. Cosas como el punk, el gótico, la música experimental o la vanguardia no nacen de simplemente combinar dos elementos con la IA. Pero bueno, esperemos que algún día la versión de la IA que lava platos sea una realidad.