Por: J.J. Caballero.
La celebración del trigésimo aniversario de la publicación de uno de los discos que marcaron un antes y un después en la acuñación del término “indie”, para lo bueno y para lo malo, y en el asentamiento de unas bases que, más que marcar las pautas de un sonido, definió una actitud determinada respecto a la manera de entender la industria, sólo podría culminarse con la reedición y ampliación correspondiente o bien, como finalmente sucede, con la grabación de un álbum comunitario en el que cada banda meta la mano por donde le plazca a unas canciones que de alguna u otra manera abrieron sus caminos y el de muchos otros.
La oportunidad, pues, era perfecta para que a la pertinente gira –aún se siguen anunciando conciertos en Latinoamérica como continuación y cierre del recorrido triunfal por suelo hispano- le acompañara esta brillante edición que los amigos de Casa Maracas ponen en circulación, con la vistosísima portada de Javier Aramburu readaptada para la ocasión. Sin olvidar que el número de ejemplares a la venta en vinilo será limitado, para dotar del habitual aura de exclusividad inherente a este tipo de operaciones. Centrándonos en el contenido, sería conveniente dividir las virtudes y desajustes de este merecido tributo titulado “Super H” en tres bloques nada diferenciadores en general pero lo suficientemente diferenciados como para orientar en una primera escucha al oyente no demasiado avezado en estas cuestiones planetarias. A saber.
El neutro, encabezado por Carolina Durante y su plana aproximación al mítico “De viaje”, un tema al que J y compañía guardan un respeto especial al haber continuado abriendo muchos de sus conciertos con él durante varios años, y que los madrileños centran en sus dominios sin levantar ni un acento ni apartar una coma. Siguiendo por la nota de distinción que supone el bilingüismo en el tramo final de “Si está bien”, que sin embargo no dota de más personalidad a la versión de Cala Vento, que parecen prolongar su etapa dedicada a los covers tras su reciente álbum, sonando demasiado a ellos mismos con las guitarras en primer plano marca de la casa como característica reseñable pero nada destacable. Y apuntando direcciones ya apuntadas en sus últimos trabajos en el “Desorden” reorganizado por Los Punsetes, caminando por sendas etéreas que al tema en cuestión no parecen sentarle tan bien. Más de lo mismo podría aplicarse a “Jesús” en el nuevo traje kraut rock que le corta Melenas, hecho a medida de ellas mismas sin tener en cuenta la confección primaria, bastante mejor resuelta.
El mejorable, en el que el respetable Marcelo Criminal, con perdón del símil, “criminaliza” un “Rey sombra” de raíz gris y psicodélica llevándoselo a su universo acústico y desaliñado. Cambiando de tercio sonoro, el pop inocente de Las Dianas, que debieran ser unas pipiolas cuando “Brigitte” fue compuesta, se ajusta sin más a un tema que paradójicamente carece aquí del brillo melódico original. Tampoco lo alcanza la revisión de “Manchas solares”, un tema muy apreciado por los completistas y acérrimos que ni siquiera entró en la alineación titular de “Super 8”, versionado por Edu Requejo, joven artista multidisciplinar aún por pulir, al menos en la impresión que depara su aportación.
El sublime, más que esperable de la inquietud de bandas como Depresión Sonora y la inquietante atmósfera post punk, teclados y oscuridad incipiente incluidos, de la que dotan a “Qué puedo hacer”; Alcalá Norte y una impresionante transmutación, ya desde el título, de la fantástica “10.000” en un “10k” insospechado y rebosante de personalidad –no parece a priori que los granadinos fueran unos de sus referentes-; la derivación al pop electrónico de los argentinos Él Mató A Un Policía Motorizado en “Estos últimos días”, cambiando de código de forma eficaz; y la cumbre estilística, el hermanamiento y prácticamente la fusión de Triángulo De Amor Bizarro en “La caja del diablo”, retorciendo guitarras y transformando el aletargamiento final de uno de los temas más recurrentes de Los Planetas en ruidismo inteligente, traído mucho más a colación que en algunos de sus últimos y repetitivos episodios discográficos. Un triunfo absoluto, una muestra de respeto y devoción absolutos de una banda que empieza a compartir el mismo halo de leyenda. Hecho el balance de aciertos y daños colaterales plenamente subsanables, “Super H” es un disco con alma y corazón, por el que no pasarán los años debido a que el material trabajado es poco menos que atemporal. Así era difícil hacerlo mal.