Twenty One Pilots: la espectacularidad hecha música


Movistar Arena, Madrid. Lunes, 21 de abril de 2025. 

Texto y fotografías: Nuria Pastor Navarro 

Si alguien ha acudido alguna vez a un espectáculo de ilusionismo o magia entenderá lo que es ver el truco ante tus propios ojos y no llegar a entender qué está sucediendo. Esas mismas expresiones boquiabiertas son las que Tyler Joseph y Josh Dun provocan en el público con cada show en vivo, sin importar cómo o cuándo.

Lunes, último día de las vacaciones de Semana Santa: las expectativas eran altas y la impaciencia se apoderaba de la marea de chaquetas negras, gorros de lana roja y kilómetros de cinta granate y amarilla que ya empezaba a romper en la orilla del Movistar Arena desde primera hora de la mañana. Era el gran regreso de Twenty One Pilots a la capital desde su último tour en 2019 (sin contar su fugaz paso por el Mad Cool en 2022), y “Clancy” no tenía intención de decepcionar a nadie.

Aquellos que ya pudimos citarnos con ellos en la era “Trench” íbamos un poco más libres de espanto, aunque eso no nos impedía sufrir de la misma incertidumbre que los amateurs… Esa es la magia de Twenty One Pilots: generar sorpresa una y otra vez a pesar de ya conocerlos. Tras una espera más larga para unos que para otros y la breve pero animada compañía de los artistas invitados Balu Brigada, un gran telón negro cubrió el escenario. Después, luces fuera. Un grito coral sacudió el hormigón de las paredes. “Welcome back to Trench”, sentenciaron los altavoces, dando comienzo al show con el tema “Overcompensate”.

La sombra que tapaba el escenario cayó y reveló a Josh Dun, el incansable baterista, apaleando cada bombo y platillo a su alcance. Los pies ya empezaban a brincar y los pulmones, con un dèjá vu de otros conciertos, temblaban por su destino. De pronto, Tyler irrumpió en el escenario con un salto sobre el piano. Poco importaba si llevaba el clásico pasamontañas de su personaje Clancy, el aire no le faltaba para rapear la canción mientras corría su propia maratón bajo los focos.

Desde ese momento, el evento se tornó en una especie de frenesí imparable, una feria de pirotecnia, fuego, cantos a la velocidad de una locomotora, luces estroboscópicas y trucos de magia. Los fans alzaban sus manos pintadas de negro o cubiertas de cinta roja, y reventaban sus gargantas con cada cambio de ritmo. Sorpresa y admiración compitieron ferozmente en el momento en el que Tyler se teletransportó literalmente del escenario a lo alto de las gradas en mitad del tema “Car radio”, y la razón no podía evitar preguntarse qué más podía suceder entre esos cuatro muros repletos de entusiasmo, movimiento y potencia musical.

Y es que el dúo no estaba dispuesto a quedarse ni un segundo quieto. Como es habitual, cambiaron del escenario principal a otros más pequeños situados entre el público, lugar donde se dieron momentos tan mágicos como un levantamiento de linternas rítmico en “Mulberry Street” o “The Line”. Cambiaron también de ropa al menos unas seis veces, incluyendo el inolvidable gorro rojo de “Stressed Out”, el abrigo verde militar de “Jumpsuit”, la sudadera de esqueleto y hasta una camiseta que rezaba “MADRID”.

“Next Semester”, “Heavydirtysoul”, “Guns for Hands” … la velada volaba a toda velocidad como un transbordador espacial, sin dar respiro alguno a fans o intérpretes. Una divertida performance para “Lavish”, la actuación de la reciente demo del mítico tema “Doubt” e incluso la invitación de Aleix, un niño que se encontraba entre el público, para cantar “Ride” junto a Tyler; nada faltó en el lapso de las dos horas que marcarían la vida de muchos para siempre.

Pero Twenty One Pilots también sabe tocar la fibra sensible. La noche tuvo sus momentos sentimentales, especialmente con la proyección de un montaje de los fans que se encontraban haciendo cola esa misma mañana, mientras la multitud coreaba “The Judge” desde cada rincón de la sala. “Paladdin Strait”, que marca hasta ahora el fin de la historia de Clancy, también provocó alguna que otra lágrima, mientras Tyler y Josh animaban a casi orar el estribillo de “Bandito”. Y, cómo no, el gran final con “Trees”.

Como dicta su ritual, este tema marca el cierre del show, y para ello los dos artistas se suben sobre el público con unos grandes tambores para tocar, más unidos que nunca, las notas que atan a toda la comunidad Clique. Entre lágrimas, sudor, alegría y tristeza, la marea de cinta roja recibió una lluvia de confeti, y dio sus últimos aplausos a los gigantes que, siendo solamente dos, llenaban todo el escenario.

Y el espectáculo terminó, dejando aún la metralla de la experiencia en el pecho de cada uno de los asistentes. Como en una caída libre, es difícil recordar un relato coherente de un concierto de Twenty One Pilots. Lo que te llevas son las imágenes estáticas de ese salto mortal sobre el piano, la sensación de convertirte en uno con los desconocidos de la pista, el sonido que dio unos instantes de vida a tus oídos… Y una terrible y mortal impaciencia por volver a ver ese maldito truco de magia al que aún no le encuentras el sentido.