"Sly Lives!: El legado de un genio", de Questlove


Por: Àlex Guimerà. 

 Para poner al lector en antecedentes: el director de este documental es Questlove (sobrenombre de Ahmir Thompson), el batería y líder de la banda norteamericana de hip-hop The Roots. Con “Sly Lives! El legado de un genio” confirma su exitoso debut tras las cámaras de “Summer Of Soul (...O cuando la revolución no pudo ser televisada)” (2021), un film con el que obtuvo el Oscar al mejor documental, un Grammy, un Sundance y un puñado de reconocimientos mas. Y la verdad es que el largometraje fue justo merecedor de tantos premios, ya no sólo por el testimonio que nos daba del festival de Harlem, sino por cómo lograba tocarnos el corazón a través de la música de genios negros inmortales como Stevie Wonder, Nina Simone, Mahalia Jackson, Gladys Night o Sly and The Family Stone. Y precisamente tomando el testigo de ese gran genio, convertido en banda, ahora nos sumerge en su carrera con esta película de 112 minutos de duración.

Alternando entrevistas de archivo del propio Sly Stone junto con testimonios actuales de los músicos y miembros de la familia Stone, pero también de otros músicos de renombre como André 3000 (Outkast), Nile Rogers (Chic) o el gran George Clinton (Parliament-Funkadelic), las reflexiones, los recuerdos y las emociones son el eje de un documental cuyo planteamiento se centra en el clásico esquema al que muchos músicos acaban sucumbiendo, y del que Sly Stone no logró escapar: el ascenso de un talento hacia el éxito y el descenso en espirales autodestructivas, para la ocasión por culpa de las drogas. Pero ante todo nos quedamos con el convencimiento de que Sly Stone ha sido un genio, un visionario musical y un músico capaz de inspirar a otros genios como pueden ser los mismísimos Prince o Miles Davis. O como etiqueta Questlove, Sly ha sido “un genio negro” con todo lo que ello conlleva, con las dificultades que supone para los afroamericanos asimilar el éxito en los EEUU. Especialmente en el momento en el que le llegó la hora al bueno de Sly, con un país metido de lleno en la Guerra del Vietnam, mientras en sus calles lidiaba con las luchas por los derechos civiles y los abusos contra los de su raza.

Pero primero el director nos lleva hacia sus orígenes en Texas, antes de que su familia se mudara a California, lugar donde el pequeño Sly se sumergió en la música a través del coro de su iglesia, y ya de adolescente montando su primera banda de Doo-Wop. Con la fiebre del rock and roll descubrimos cómo de muy joven fue un reconocido DJ en una radio local de San Francisco para después saltar a la producción musical trabajando con solvencia para gente tan dispar como la banda pop The Beau Brummels, el soulman Bobby Freeman o Grace Slick , antes de que se uniera a los Jefferson Airplane. Esta capacidad de adaptarse a distintos estilos, su prodigioso talento para la música y para los instrumentos, hizo que finalmente fundara los Sly and The Family Stone junto con su hermano Freddie, Gregg Errico (batería), Cynthia Robinson (trompeta) y Larry Graham (bajo), quienes van apareciendo y narrando una historia al lado de imágenes de archivo de actuaciones de la banda. Una formación imponente que fue capaz de desarrollar varios géneros como el Soul, el Funk, la psicodelia e incluso el Jazz eléctrico, todo ello impulsado por la genialidad de su líder y factótum Sly. Pero el éxito chocó con las dificultades y prejuicios raciales y sobre todo con la lacra de las drogas, lo que le llevó a deambular encima de los escenarios, con plantones a sus fans y la paulatina pérdida de sus capacidades creativas.

Es a grandes trazos el resumen de un interesante documental que recomendamos que no os perdáis, en el que se traza el retrato conmovedor de la carrera de uno de los grandes artistas de los años setenta, quien tuvo que luchar con todas las dificultades que supone ser un genio negro en su país y con sus problemas personales, pero que a pesar de todo nos ha dejado un legado musical imbatible que ahora nos llega a las pantallas no falto de reflexión social y personal.