Quentin Gas y Los Zíngaros: “Me apetece generar ganas de investigar”


Por: Javier González. 
Fotografía: Angel Bernabeu.

Desde hace tiempo teníamos en nuestro radar el proyecto tras el que se esconde el bueno de Quintín Vargas, Quentin Gas y Los Zíngaros. Bajo dicho nombre había grabado ya dos trabajos interesantes de más que merecida escucha, “Caravana” (2017) y “Sinfonía Universal Cap.2” (2018), sin embargo, ha sido con su tercera referencia, “El Mundo se Quema”, donde sentimos que ha dado un golpe definitivo en la mesa al cerrar una obra mayúscula en la que fusiona el flamenco con multitud de géneros, dando como resultado un trabajo capaz de emocionar de principio a fin. 

Días atrás descolgamos el teléfono para hablar por primera vez con Quintín, fue en el marco de aquella larga y distendida charla cuando pudimos comprobar en primera persona la grandeza que atesora este músico. En su discurso muestra el compromiso que tiene con la labor creativa, dejando claro que esta propuesta busca legar para la posteridad discos capaces de dejar huella en un mundo donde lo efímero y banal tiende a imponerse. Por suerte, nosotros estamos cerca del talento descomunal de un artista que se ha dejado la piel para regalarnos un puñado de canciones “corrompidas por derecho” capaces de hacernos arder por dentro. 

No podemos empezar la entrevista sin hacerlo de la forma más directa posible. ¿Cómo se queda el cuerpo tras publicar un disco tan rotundo y poliédrico al estilo de este “El Mundo se Quema”? ¿Qué sensaciones te invaden tras haberte vaciado de una forma tan potente? 

Quintín: Buena pregunta, la verdad. Estoy contento con el resultado, creo que es lo principal. Al preparar una obra, lo haces con perspectiva y al rematarla tienes que estar orgulloso y contento. Con esta quería dejar un legado, puesto que una vez que no esté en este mundo me gustaría que algún chaval lo descubra, como hago yo ahora con discos más antiguos. Me apetecer generar lo que me generan ciertos discos que son ganas de investigar. Para mí este trabajo era muy importante, ya que era un legado que quería dejar. No creo que vaya a volver a hacer un álbum así, es muy complejo de hacer. Hay muchos productores, totalmente ecléctico y loco. También es difícil de escuchar y pinchar, no voy a negarlo. Creo que se disfruta en casa, prestando atención a los matices. Tenía claro lo que iba a conllevar este disco en cuanto a la forma de escucharlo. Lo he dado todo. Las críticas luego dependen de cada uno, pero no voy mirando eso, busco que me guste a mí. 

“No creo que vuelva a hacer un disco como éste” 

Un álbum que llega tras dos discos como “Caravana” (2017) y “Sinfonía Universal Cap.2” (2018), las cuales vieron la luz de una forma bastante seguida, algo que sorprende viendo el tiempo en que has tardado en entregar esta nueva obra. ¿Qué valoración haces de aquellos dos trabajos y la repercusión que tuvieron? ¿A qué se ha debido la demora en entregar este nuevo capítulo en tu carrera? 

Quintín: Han sido muchas circunstancias, no puedo decirte solo una. Te mentiría. Quería hacer algo diferente a lo que estaba haciendo. Soy un músico al que no le gusta encasillarse en ningún estilo ni tipo de música. Hace tiempo decidí ser quien soy. No me verás hacer un disco igual. Respeto a los artistas que tienen un estilo y lo desarrollan. No es una crítica, mi más profunda admiración. Soy diferente. Empecé a interesarme por la electrónica y otros sonidos. Sentí que tenía que parar el proyecto de Quentin Gas y Los Zíngaros. También otros miembros de la banda empezaron a hacer otras cosas por lo que la banda quedó más paradilla, tuve problemas con el sello y vino la pandemia. Paré el proyecto y seguí haciendo música por mi cuenta. Dije “paro el proyecto”. Al final, Quentin Gas y Los Zíngaros es un nombre mío donde abarco todo lo que toco en mi trayectoria. Son circunstancias de la vida. Hace un par de años empecé a componer canciones y vi que iba más en la línea del proyecto, así nació “El Mundo se Quema”. 

En nuestra reseña de este “El Mundo se Quema” aludíamos al “Manifiesto de lo Borde”, firmado por los seminales Smash, donde se hacía referencia al hecho de “corromperse por derecho”, algo que llevas al extremo en un álbum donde la variedad de estilos es la guía, -una cosa de la que, por otra parte, siempre has hecho gala en tu carrera-, sin por ello renunciar ni a la tradición ni a la búsqueda de la emoción, ni mucho menos a un catálogo donde caben flamenco, rock, psicodelia, hip hop y kraut. ¿Cómo se encuentra el equilibrio musical entre géneros tan distintos, diversos y delicados? 

Quintín: Supongo que es encontrando un hilo conductor que a veces es más implícito y otras más explícito, pero claro, hay que encontrarlo. En este caso es la visión que tengo de la fusión del flamenco con otros estilos. Hay que tener cuidado con no incluir cualquier cosa, al menos en este disco. Te pongo el ejemplo de “Calvario”, la canción que canto con Noni. Es un tema que tenía de hace tiempo y era más pop, sigue siendo la más pop del disco todavía. La tenía ahí, era una letra que quería sacar y expresar. Se me ocurrió meterla en el disco porque era una oportunidad incluir una composición con Noni de Lori Meyers de los que soy fan de siempre. De pronto pensé “no la puedo meter”, no veía el hilo conductor aflamencado. Me inventé la intro que no estaba, la hice de nuevo. Es una intro con los mismos acordes y melodías, dándole un toque más andaluz y aflamencado. La incluimos y nos gustó. No es necesaria una fusión durante todo el tema, puede ser en un pasaje como ocurre en esa canción. Igual que el tema que canto con Anni, “El Volcán”, tiene una letra muy andaluza, pero con una melodía entre el pop y el aflamencado. Es una cuestión de descubrir formas que tengan un hilo conductor. No todo tiene que ser como “El Penal” que es una seguiriya u otros temas más concretos y explícitos. 

“No hago música para la gente ni para los críticos” 

¿Hasta qué punto es difícil no censurarse en algún punto del proceso de creación por temor a las críticas? 

Quintin: Por eso me encuentro donde me encuentro con todas las consecuencias. Ya te he dicho que escogí este camino. No hago música para la gente ni para los críticos. La hago para mí. Cuando toco en directo, lo hago para mí. Tiene gracia, toco para divertirme. Si luego si se divierte la gente, estupendo. A mí tocar en directo es lo que más me gusta de este mundo. Al hacerlo con energía el público conecta y se lo pasa bien. Cuando hablo con artistas que están empezando mi consejo es que no canten para los demás, esperando algo, que lo hagan para sí. Luego, cuanta más gente conecte contigo, genial, porque vivimos en un mundo de números y te va mejor económicamente, pero es algo circunstancial. 

Abres con “El Sermón de la montaña”, una canción que contiene sentencias del calado de “No juzguéis para no ser juzgados”, tiene un poco de aviso a navegantes sobre lo que pueda ocurrir al escuchar el disco. ¿Estamos en lo cierto? 

Quintín: Eso es. Efectivamente. Es un aviso a navegantes. 

“En las letras hay mucha religión, relaciones tóxicas, culpa y crítica” 

La temática de las canciones aborda cuestiones como la religiosidad, el amor y un mundo en conflicto. ¿Cuál es bajo tu punto de vista el eje vertebrador de estas letras? 

Quintín: Me preocupo en hacer trabajos con una temática y que hablen de algo en su totalidad. No creo que se pueda hablar de un disco conceptual ni de una ópera rock, ya que no está tan hilado como dicho tipo de discos. Por ejemplo, “Sinfonía Universal” sí era una ópera rock, ya que cada tema tenía una temática. Este es más libre, pero me gusta que tengan una relación. Aquí hay mucha religión, culpa y crítica. Decir a la gente en qué punto del mundo estamos con tanto paripé, criticar a gitanos y payos por igual, las relaciones tóxicas… toco un montón de temas, repitiendo lo dicho antes, quería dejar un legado. Espero que en un futuro alguien lo descubra para que vean en qué momento estábamos. En “Calvario” hablo de “stories”, cuando dentro de treinta años no existirá Instagram, quiero que lo investiguen. Me gusta el rollo. 

En “Amén” te marcas una saeta con regusto a siglo XXI, al ser mi favorita de todo el álbum me apetece preguntarte algo muy concreto. ¿Cómo surgió este tema? 

Quintín: Estaba con Enzo Leep que es el productor de casi todo el álbum y con el que comencé a hacer las demos, aunque luego hay temas rematados con otros productores. Realmente el disco no hubiera sido posible sin Enzo Leep, la verdad. Íbamos en su coche con la radio puesta y sonó una marcha de Semana Santa, que no fue esta. Pensé que hay marchas de Semana Santa que son canciones que podrían samplear Kanye West. Fue una semilla que se me plantó en la cabeza. Días después comencé a buscar trozos de marchas para hacer un tema que no tuviera que recordar a Semana Santa, un riff de trompetas que pudiera haberme inventado para un tema. Tenía la curiosidad de tomar una marcha, escogí “A Esta es” del Cristo de las Tres Caídas de Triana, sobre eso comencé a mezclar. Al principio quería meter la batería extraída del “We Will Rock You” de Queen, pero Enzo Leep no me dejó, quería juntarla con la letra y melodía de Parrita de “Una Gitana del Rastro de Madrid”, cosa que sí se dejó. También quería incluir guitarras con fuzz y el coro góspel que aparece. Me gusta que esta sea tu canción favorita. Es la que resume el alma del disco, quería que fuera una muestra de trocitos de estilos mezclados. Una cosa casi imposible. 

“La Trenza de tu Pelo Negro” tiene hechuras cercanas al sentimiento coplero que tan bien desarrollaban los maestros León, Quintero y Quiroga, mezcladas con aromas a Camarón, un corte donde colaboran Cristian de Moret y Playback Maracas. ¿Crees que es el corte más arriesgado y marciano de toda la colección? 

Quintín: Sí, otra mezcla imposible que hicimos posible. El disco está lleno de cosas así como “Paripé”.

“Con este disco me he divertido mucho, también he tenido días de angustia y ataques de ansiedad” 

Antes citabas “El Calvario”, que me parece una de las mejores del disco, con ese cierre cercano al “Born Slippy” de Underworld. ¿Qué puedes contarnos de dicho tema? 

Quintín: Sí, exacto. Eso nos lo inventamos al final. Queríamos un final más apoteósico. Enzo busco el sampler, haciendo yo el patrón a través de un teclado Midi. En este disco me he divertido mucho, también he tenido días de angustia y ataques de ansiedad. Han sido meses y años de producción, Barcelona, Jerez, Cádiz y Sevilla. Lo he pasado mal y bien. He aprendido mucho con este disco en el aprendizaje de la producción. 

“Empecé escuchando música de Rolling Stones y Jimmy Hendrix” 

En “Sentencia” donde te acompaña tu hermano, Curro Vargas, os marcáis un temazo donde parece que llevaras a Prince a cantar a una peña flamenca. ¿De qué forma trabajasteis este temazo? 

Quintín: Mi hermano toca la guitarra. La verdad es que volvemos a lo mismo. ¿Cómo rizar el rizo de la locura de la fusión? Vengo del mundo gitano por parte de familia y también del no gitano, porque me he juntado más con gente no gitana. Tengo la perspectiva de los dos mundos. Mis primos se han criado con el mundo gitano, yo no, ya que me juntaba con los dos. “Sentencia” es el claro ejemplo de lo que soy. Empecé de pequeño a escuchar música en inglés: Rolling Stones y Jimmy Hendrix, además del resto de clásicos. Por eso canto en inglés en una bulería, la podría hacer cualquier cantaor puro de flamenco. Al no saber lo que soy, meto una melodía anglosajona. Tengo que decirte una cosa, para la versión del vinilo no se va a incluir esa versión. En la digital, sí. En la versión de vinilo voy a meter una en la que ha intervenido Iñigo de Los Estanques. Vas a flipar. Ha llevado el tema a un rollo más rock andaluz que me apetecía mucho. Quizás pierde un poco el toque Prince porque lo lleva a Camarón, a “La Leyenda del Tiempo”. Me apetecía que esta canción tuviera esa versión. Quien quiera la otra versión tendrá que oírla a través de plataformas. 

Por cierto, en el vídeo de esta última sale tu madre, Concha Vargas, un mito del baile de nuestro país. ¿Qué te ha comentado al escuchar esta colección de canciones tan sentida y potente? 

Quintín: Mi madre es fan mío, la verdad. De todo lo que hago. Me admira como artista y habla de mí a todo el mundo. Partiendo de ahí, nunca me criticará lo que haga, aunque ella es una bailaora gitana de jondo. En mi casa no se ha oído música que no sea flamenco jondo. Mi madre nunca ha oído ni a Los Chichos ni a Camarón. Mi madre es de Antonio Mairena y Manuel Agujetas, de cosas muy jondas. Ella entiende todo, es abierta de mente. De joven, cuando tenía 20 años, hizo una obra llamada “Camelamos Naquerar” de Mario Maya. El año que viene habrá un documental sobre dicha obra, por cierto. Ha participado en obras de Andrés Marín, un bailaor conceptual flamenco, rollo Israel Galván. Es curioso porque su expresión es el flamenco más jondo, de las personas mayores es de las que más jondo baila. Mi madre resiste con el baile de toda la vida. Aún así ella tiene la capacidad de convertirse en actriz, si le dices “haz esto”, lo hace. Siempre que puedo le digo que hagamos cosas juntas. Si ella fuera purista de los que no se les puede decir nada, jamás le hubiese dicho nada. Es purista y abierta a la vez, como yo, aunque yo no sea purista (Risas). 

Las críticas positivas y el recibimiento de la prensa a “El Mundo se Quema” está siendo unánime. ¿Esperabas tal cantidad de parabienes y halagos? ¿Qué tal estás siendo la respuesta del público? 

Quintín: Lo noto, la verdad. ¿Qué te puedo decir? Al ser un disco tan difícil de escuchar para la masa, quizás no lo sea tanto para los melómanos, porque tiene matices y detalles interesantes, algo que se agradece entre el mainstream predominante. No me esperaba gustar tanto. He ido a medios de comunicación con los que nunca había estado con otros discos. En directo está gustando, llevo una banda en directo muy potente. Son todos unos cracks. Llevo a Ismael Prieto a la batería, Pablo Donoso, como guitarra solista, Peco Salazar, guitarra y coros, Mario Mugre, bajo, y Julia Dueñas a los teclados. Son la banda que me faltaba, mira que la otra era buena, pero esta es un nivel más. La gente ve que me he rodeado de una gran banda, tanto estas canciones como las de “Caravana” están a otro nivel. 

“Estoy agradecido por las críticas y porque la gente pueda verme como un referente del sonido underground” 

Eres consciente de que desde “El Giradiscos” creemos que con este disco has dado un paso de gigante para empezar a considerar a Quintín Vargas un auténtico mito de nuestra música. ¿Sientes responsabilidad al respecto o prefieres ir tomando las cosas con calma y paso a paso? 

Quintín: Lo vuelvo a repetir. Jamás voy a hacer música ni nada para la gente, como ya he dicho. Si en algún momento la gente siente que tengo una responsabilidad hacia ellos se darán cuenta que están equivocados. Nunca me voy a vender, ni hacer nada para la gente, sabiendo que ellos te suben y bajan, por lo que le debes un respeto. Mi respeto no es vender mi coherencia. No puedo ser de una forma que no soy. Ya estoy con el próximo disco que va a ser otra cosa. “El Mundo se Quema” es el día, pero el próximo será la noche. Seguirá habiendo sonido Zíngaro y flamenco, pero nada que ver. Ocho o nueve temas más cortos con otra nueva forma de fusión. Si la gente espera otro “El Mundo se Quema” se van a decepcionar. Estoy agradecido por las críticas y porque la gente pueda verme como un referente del sonido underground, pero tengo que seguir mi camino y seguir haciendo las cosas que vea oportunas para mí.