Jorge Arenillas: "He utilizado el discurso de Elliot Murphy para decir algo que yo quería decir"


Por: Àlex Fraile.

Va ser cierto el dicho aquel de que “nadie es profeta en su tierra”. Bueno depende cuál sea nuestra tierra, más en un mundo globalizado como el de hoy. Neoyorquino de nacimiento, parisino de adopción, la historia de Elliot Murphy resulta fascinante.

Hace ya diez años, tuvo que ser un cineasta español – Jorge Arenillas (Madrid, 1978) – quién tuviese la brillante idea de dirigir un documental sobre la odisea artística de Elliot Murphy. Un músico que vive a caballo entre París y un escenario. Aprovechando sus recientes visitas a España el pasado 29 de marzo se proyectó de nuevo en Madrid el referencial documental "The Second Act of Elliot Murphy".

Días después, el tiempo daba un respiro, salía el sol y nos sentamos con Jorge Arenillas en una terraza del centro de Madrid para recordar el pasado y charlar afablemente sobre esta perla. Un documental de obligado visionado. 

Da igual que se sea o no fan de antemano. Algunas de las palabras que vienen a la cabeza nada más ver tu documental son gratitud o admiración hacia un músico incansable, auténtico. ¿Cómo te acercaste a la obra y figura de Elliot Murphy? 

Jorge Arenillas: El documental surge de una gran frustración profesional que tuve y que en un momento determinado me tuvo una noche entera despierto. Dándole vueltas sobre por qué las cosas no siempre salen como queremos. Recuerdo estar en la cama y pensar: “¿Quién representa para mí el modelo de artista cuya carrera tiene coherencia e integridad a pesar de no haber llegado nunca al gran público?” El primer nombre que me vino a la cabeza fue el de Elliot Murphy. Esa misma noche me levanté de la cama y le escribí un larguísimo mail en inglés explicando lo que me pasaba por la cabeza. Lo mandé y me fui a dormir tranquilo, aliviado por haber hecho algo al respecto. A la mañana siguiente tenía un correo de Elliot diciendo que le parecía muy interesante todo lo que le proponía pero que al estar en el estudio de grabación no podía hablar con calma pero que sin duda lo harían. En ese momento, dije: “Mierda, ahora tengo que hacer una película”. 

Desde luego, las casualidades existen ¿Recuerdas la primera vez que escuchaste sus canciones? 

Jorge Arenillas: En realidad, como mucha gente de nuestra generación, me acerqué a su música por Bruce Springsteen. La primera vez que reparé en él fue en 2003, en un concierto de Bruce en La Peineta de Madrid. Elliot salió a cantar el ‘Better Days’. Desde ese momento empecé a prestarle atención. Ese mismo año sacó su disco doble Strings from the Storm. Aún así, Elliot es uno de esos artistas que donde realmente te cautiva es sobre el escenario. Al poco tiempo, le vi por primera vez en directo con banda en la antigua sala Arena y me quedé literalmente cegado. 

Justamente, una de las claves del documental es que plasma a la perfección la magia, pasión que emana Murphy en directo. Dejando que las canciones respiren, crezcan a medida que lo hace esa sensación de intimidad. Especialmente conmovedora es la parte en que tocan "On Elvis Presley’s Birthday". 

Jorge Arenillas: Siendo justos, no es mérito de la película, es de la canción. Es la única que aparece de manera íntegra porque tiene tal poderío narrativo que sería un sacrilegio cortarla. Cuando empecé el documental quería fagocitar el discurso de Elliot para convertirlo en el mío, que en ese momento era un poquito amargo. Si bien desde el principio lo hablé con él y no trató de cambiar esa idea, a medida que avanzábamos con el proyecto sucedió lo contrario. Decidí tener un pie a cada lado. Hacer un documental tanto para los que conocían su obra como para los que no. Una de mis ilusiones era conseguir fans nuevos para él y creo que lo conseguimos. Cada vez que se proyecta viene alguien diciendo que no le conocía pero que le ha encantado. El objetivo fue zigzagueando a medida que se elaboraba el documental. 

¿Qué llegó primero, las entrevistas o el rodaje de los conciertos? ¿Fuiste rodando durante la gira y de ahí surgieron los temas a tratar? 

Jorge Arenillas: Al no conocernos mucho tenía que construir una relación de confianza. El mero hecho de irme de gira unos días con ellos para mí ya era suficiente, aunque luego viésemos que no había una película detrás. A principios de 2014 tuvo una gira de cinco conciertos por España. Actuó con Olivier Durand y marché con ellos. De ahí salió mucho material que aparece en la película, pero lo hicimos a un coste muy sostenible porque prácticamente fui solo. Esa fue la primera piedra, luego llegaron las entrevistas, el bucear en hemerotecas, los viajes a París y lo último fue grabar en enero de 2015 el concierto de Bilbao en la sala BEC, que es el que vértebra la película. Ese concierto ya lo grabamos profesionalmente con varios cámaras y capturando bien el sonido. 

Se combinan testimonios del propio Murphy; entrevistas a gente de su entorno; archivos sonoros y gráficos; imágenes en directo. El tempo es perfecto, logrando una fascinante historia oral ¿Tuviste claro desde el principio la estructura del documental? 

Jorge Arenillas: Uno de los temas que quería plasmar es el concepto de que el arte se retroalimenta. Lo dice el propio Elliot en la película. Se considera un poco resultado de Scott Fitzgerald; Dylan; los Beatles; Kerouac… Lo mezclas todo y sale él. Sobre esa idea profundizamos cuando aparece con su foto firmada por James Cagney, con la carta de Fellini o la imagen con Bruce.

Por entonces, estábamos muy condicionados por el boom del documental "Searching for Sugar Man". Intenté esquivar ese giro de guion, para evitar comparaciones. En realidad, la historia de Elliot no es la de un giro de guion y la de Sixto Rodríguez es la de alguien que graba dos discos conmovedores pero que está veinticinco años en el limbo. Por todo ello, a mitad de la película ya se cuenta que Elliot encuentra un público y reconocimiento en Europa. Se buscó un relato honesto en primera persona, más teniendo en cuenta ese tempo y esa forma tan mágica que tiene al contar las cosas. 

El documental logra transmitir la mesura, el cariño con el que estrellas como Billy Joel o el mismísimo Bruce se refieren a él. Sus intervenciones son potentes, no tanto por ser quienes son, pero sobre todo por la forma en la que hablan. 

Jorge Arenillas: Esa era la idea que queríamos transmitir. Billy Joel y Bruce Springsteen participan en este proyecto por lealtad a Elliot y porque él intercedió, resultando todo muy fácil. Lo que yo quería teniéndoles en la película era lograr esa voz “autorizada” de quien sí lo ha conseguido y ha llegado a un nivel de éxito tan loco para que hablase de otra que también lo merecía. Tristemente parece que necesitemos que lo diga ese tipo de personas para que sea creíble. El propio Bruce comenta que: “El éxito valida cosas que en realidad no necesitan ser validadas”. Podría haber puesto a mucha gente que sabe de lo que habla, pero si no ha llegado a ese nivel de éxito parece que falta esa voz. Se lo comenté al propio Elliot, incluso con un primer montaje terminado donde ni tan siquiera tenía esos testimonios. La película se proyectó en el In-Edit de 2015 y esas entrevistas se grabaron en enero de 2016. 

En un momento dado Murphy reflexiona sobre el sentido de las letras: “A veces creo que el significado de las palabras y la música es el sonido, la emoción. La combinación es lo que da alas a las palabras y lo convierte en algo especial” ¿Quisiste lograr esa misma sensación? Que la gente se emocionase, aunque no entendiese el significado las canciones. 

Jorge Arenillas: Como espectador este tema me intriga y me pregunto por qué conmueve tanto una canción si en realidad, y aunque hablemos inglés, en un concierto no captamos todo el significado. Sin embargo, la emoción sigue ahí. Elliot reflexiona sobre esto en la película. Tiene mucho que ver con el sonido, con el fraseo, con la forma de cantar. Por ejemplo, todo el mundo entiende el significado de “my dead father” que canta Murphy en ‘On Elvis Presley’s Birthday’. Luego, sabe engarzar muy bien la letra con la música. La música pone el colchón sonoro para esa emoción. 

El cuidado del sonido es clave para lograr esa sensación del directo. 

Jorge Arenillas: Nos esforzamos mucho para tener un buen sonido. Es un tema fundamental en un documental musical, no se puede descuidar. En aquella época actuaba en dúo con Olivier. Es mucho más fácil grabar un concierto cuando tienes dos personas que cuando tienes diez o doce como en la actuación de Leiva en el programa de Broncano, que supongo sería un infierno a nivel técnico. 

Hablando de formatos en directo, parece un acto de justicia poética la importancia que otorgas a la figura de Olivier Durand. Su infatigable compañero de viaje. ¿Tenías claro desde el principio su peso y la trascendencia de captar esa sintonía entre ellos? 

Jorge Arenillas: No me puedo imaginar la carrera de Elliot sin Olivier. Por lo menos, el renacimiento de Elliot. Llevan casi treinta años juntos. Lo que han logrado juntos es brutal. En ningún momento parecen que hayan tenido que esforzarse demasiado para que todo fluya. Es fascinante de observar. No sobra nada. Olivier parece cantar con la guitarra. 

Existe una relación un tanto quijotesca entre ellos. 

Jorge Arenillas: En el documental el propio Elliot al viajar y al observar molinos de viento desde la ventanilla del coche comenta: “Ese soy yo, quiero enfrentarme a los Molinos. Soy Don Quijote”. Volviendo a Olivier, es asombroso. En el escenario uno ve a un artista merecedor de más éxito, al igual que Elliot, pero también a una auténtica estrella. Se quedó conmovido al comprobar su protagonismo y al verse hablando de su padre a propósito de ‘Ground Zero’. Fue la última canción que escuchó su padre antes de morir y la primera en la que él cantaba en francés. Me sorprendió su reacción. Debió pensar que le entrevistaba solo para extraer partes sobre Elliot y ya está. Pensaba que su historia no era merecedora de aparecer dentro de la historia de Elliot. Todo lo contrario, quise de alguna forma contar también su historia. Es más, merecería su propia película. 

Durante el pase que se organizó en Madrid aprovechando el décimo aniversario del documental y sus recientes actuaciones en la capital, me sorprendió que viese toda la proyección entera y que lo hiciera con tanta atención y emoción. 

Jorge Arenillas: Por la mañana, cuando hicimos la prueba de sonido en el cine se animó. Luego le encantó. Llevaba años sin verla y además había olvidado la emoción que le produce. Algunas de esas personas importantes en su vida han muerto. También influye haber cumplido setenta y seis años; que hace poco murió David Johansen, cantante de los New York Dolls; que esta semana también falleció Clem Burke, batería de Blondie. Mucha gente de la escena neoyorquina y de su generación están desapareciendo. Aunque no aparecen, para él reflejan esa época. 

A lo largo de "The Second Act of Elliot Murphy" desfilan personajes clave en la vida y obra de Murphy. ¿Echas de menos alguna ausencia? 

Jorge Arenillas: Elliot me ofreció entrevistar a Debbie Harry cuando fui a Nueva York a hablar con Bruce, pero le dije que no. Me hubiese encantado, pero sentí que estábamos abarcando demasiado. Estaba muy centrado en las entrevistas de Billy Joel y Bruce Springsteen y por avaricia no quería que la cosa se torciera. Al final, muchas voces repiten lo mismo y llega un momento que en el montaje se ha de elegir una u otra para que la historia avance. 

El tratamiento de los archivos es muy delicado. Por ejemplo, se presenta la discografía sobre el fondo de la Tour Eiffel; utilizáis el blanco y negro para transmitir la calidez del estudio de grabación. ¿Estos recursos eran intencionados? 

Jorge Arenillas: Las imágenes del estudio no son nuestras. Las grabó un amigo de Gaspard, el hijo y productor de Elliot e inicialmente iban a ser utilizadas en un videoclip. Luego aproveché ese material en bruto para montar una escena. Si bien están grabadas así, de haberlas podido transformar en color hubiese mantenido el blanco y negro por esa sensación de calidez. 

  Once años después de haber iniciado este proyecto, ¿cómo percibes el camino recorrido y tu relación con Elliot? 

Jorge Arenillas: Inevitablemente hemos creado una amistad. No tiene sentido hacer algo así sin implicarse. Aunque no era la idea inicial, he utilizado el discurso de Elliot para decir algo que yo quería decir. De forma un tanto egoísta. No existe ni una sola declaración suya que no suscriba. En cierto modo es también mi discurso. Se podría decir que tenemos mucho en común. Mi relación con él es sobre todo telefónica y epistolar. Una cosa buena con él es que no existe ninguna barrera generacional a pesar de llevarnos casi treinta años de diferencia. 

  Para ir rematando, teniendo en cuenta el origen del proyecto y la cita de F. Scott Fitzgerald: “No hay segundos actos en las vidas americanas" a la que hace referencia el título y que el documental – entre otras muchas cosas – habla de segundas oportunidades. ¿La moraleja de la película sería que el éxito no es tal como nos lo han vendido? 

Jorge Arenillas: La película justamente va de eso: del éxito, del fracaso y de lo relativo. De cómo gestionar esa frustración cuando tienes menos éxito del que crees merecer. Lo que más admiro de él es que sube al escenario y no está amargado porque haya doscientas personas en lugar de dos mil. Esas doscientas se van a casa henchidas tras ver uno de los mejores conciertos de sus vidas. Él me dijo una cosa muy interesante: “Bueno, tú no sabes cómo duermo yo por las noches”. Esa frase me sorprendió porque es verdad. Me siento identificado. Tampoco nadie sabe si me atormento por las películas que no he podido rodar. En cualquier caso, Elliot me sigue pareciendo un modelo admirable ya que el fuego no se ha apagado en él. Sigue editando música muy defendible; escribiendo libros; involucrándose en proyectos quijotescos que a veces le han salido bien y a veces no. 

Otra cosa que siempre me ha impactado es que convoca a cuatrocientas o quinientas personas y todas son fans. La fidelidad de los seguidores de Elliot se encuentra al nivel de artistas que han conseguido ese gran éxito. Eso no se ve a menudo. 

Después de lanzar el año pasado "Calle Ancha, Fin de Siglo", ¿estás inmerso en un nuevo proyecto? ¿Te planteas en el futuro volver a rodar un documental musical? ¿Sobre quién te gustaría hacerlo? 

Jorge Arenillas: Aunque ya acabamos la promo de "Calle Ancha, Fin de Siglo" – basada en un grupo de amigos que empieza a rodar cortos en los 90 en su Albacete natal. Una suerte de retrato documental (personal y subjetivo) – tenemos una proyección prevista en mayo dentro del FANT de Bilbao y el documental está disponible tanto en Filmin como en Prime Video. Es un proyecto muy personal que me apetecía contar, pero ahora ando centrado en escribir un guion. Ganar dinero, en lugar de perderlo. En serio, deseo volver a la ficción.

He encontrado un refugio que me encanta, pero pretendo alternarlo con la ficción. Resulta curioso. Cuando empiezas a rodar documentales vas por la vida buscando nuevas ideas como lo que hablamos antes sobre el potencial de contar la vida y avatares de un músico como Jesse Malin. Al final he descubierto que los documentales no son tan objetivos como pensaba. Pueden llegar a ser rabiosamente subjetivos. Dicho esto, citando la crítica del Hollywood Reporter que mencioné el otro día en el pase de la película de Murphy, puede que sea totalmente cierto eso que “haya comprado un poco la versión que el muy astuto Elliot quería vender de sí mismo”. Lo que ocurre es que el personaje no está tan distante como el propio Elliot cree de la persona.