El Gobierno: "No hay que tener miedo a la verdad de uno"


Por: Kepa Arbizu. 
Fotografía: Juxe Areta Goñi.

El segundo disco, "Flipe VI", perteneciente a ese proceso de "castellanización" adoptado por The Government, ahora El Gobierno, más allá del abandono del anglosajón como idioma sobre el que vehicular su discurso, significa sobre todo la inequívoca sentencia de que su sonido ha orillado los ritmos afroamericanos para asentarse en una original y airada mezcla de punk-garage y heavy. Directrices musicales que ejercen como su actual libro -rojo- de estilo y que siguen fortaleciendo a este trío democrático y popular, en el mejor sentido de la palabra, que no dudan en buscar su propio recorrido con el que llegar a la conquista de un Palacio de Invierno en el que, por supuesto, se podrá bailar hasta el amanecer. 

Convertido en portavoz locuaz, irónico e iluminador, Guillermo Casanova (también bajista en Los Chicos), nos guía por las estancias de este gobierno que actúa como vanguardia desde un exilio artístico al que les confina su afilado verbo y una contumaz apología de la electricidad como lenguaje emancipador. 

El recorrido de vuestro anterior disco, “Rollo desarrollo”, que fue el inicio de la “castellanización” del proyecto, quedó lastrado por culpa de las restricciones consecuencia de la pandemia, ¿sentís que en este nuevo disco ha latido una sensación de revancha contra esa mala suerte y de poder demostrar el contenido de esta nueva etapa de la banda? 

Guillermo Casanova: No diría revancha, o si lo digo sería respecto a cada cosa que hace esta banda. A veces sí que sientes ese “chúpate esa”, no digo que no, pero creo que el motor del grupo ya se parece más a la idea de que somos una familia postiza y nos queremos. Somos un grupo vetusto, estamos lejos de ser una novedad, tocamos un género que no ha pedido nadie, y eso se nota en las cosas mercantiles que dan soporte material a una banda como la nuestra. Pues no son tan boyantes, ni tenemos tantas ofertas como otros. Y eso que tenemos mucha suerte, tocamos varias veces todos los años y hemos conseguido apoyo a este proyecto, que ya es bastante. Nos respeta mucha gente que admiramos. No moveremos masas, pero somos queridos, esto es real. Lo que sí diría es que "Flipe VI" es una consolidación clara de la castellanización de la banda, y de su gradación tonal y de géneros. El rollo este de “la madurez”. Esto es por fin lo que somos. Tengo la sensación de que en "Vote Me Tender" y en "Rollo Desarrollo" todavía lo estábamos buscando. 

"Encontrar un riff original es el centro de mi proceso creativo"

Aunque en “Flipe VI” hay temas como “Vicio o virtud” por los que transpiran esos ritmos más “negroides” de vuestros inicios, en general, como dices, es un trabajo que se instala en lo que te he oído comentar catalogáis de “garaheavy”, que creo resume muy bien vuestro sonido actual, donde podemos aventurarnos a citar desde Little Richard a Lords of Altamont pasando por Barón Rojo... 

Guillermo Casanova: Gracias Kepa. No había pensado lo de Lords of Altamont, siempre sacas algo que sorprende. Las referencias a Barón, a Obús, me llaman la atención, no sé bien qué sentir por ellas. Siendo bandas que he escuchado y que me gustan, no están en mi repertorio de referencias a la hora de componer líneas de voz, para nada. Lo achaco a que faltan referencias de voces con mi timbre en castellano. El nuestro es un rock que si adolece de algo, es de voces notables. Supongo que esa ausencia de referencias hace que la gente piense en Fortu. Como Vallekano, me gusta, pero como creativo cuyo esfuerzo ha sido meter Hot Snakes en un tapiz amplio de referencias garageras, reconozco que me frustra un poco. Siempre, o casi siempre pienso en la música negra a la hora de construir líneas de voz. Obús y Barón, se referenciaban en Deep Purple o Led Zeppelin, que hacían lo mismo. Quizás se trata de eso. Hablando con Oscar Avendaño, me decía “el castellano te cambia de género: lo que en inglés es rock americano, en castellano se percibe como pop”. Y es verdad, vive dios: en inglés me hablan de Fogerty, en castellano, de Fortu. Sin desmerecer, prefiero a Fogerty. 

¿Sentís que esa evolución sonora, que os ha llevado a un terreno muy original e identificativo, os ha alejado paradójicamente de ciertas escenas y os ha situado en una especie de tierra de nadie en cuanto a público? 

Guillermo Casanova: ¿Lo sentimos? Lo sufrimos. Pero estamos muy orgullosos. Mola mucho ser el bicho raro, tirarles toda nuestra intensidad a punkis y garageros que pasaban por allí. Sabemos que nosotros le vamos a molar a un porcentaje concreto de ese público, el que relaciona MC5 con Butthole Surfers y también le mola Big Star. Con públicos más identitarios lo tenemos complicado, quizás. Sea como sea, estamos muy orgullosos de nuestra heterogeneidad, nos resulta muy nuestra, muy auténtica, el producto de los tres músicos que somos. Pensamos el rock así, como fenómeno social entre peña que toca junta, y no como categorías estancas, que sirven más bien para ordenar tu colección de discos. 

También creo que es un disco muy dinámico en la construcción de riffs, contienen mucho colorido. Aunque os mováis en los aledaños del punk, donde el virtuosismo o el despliegue solista no esté especialmente bien visto, no parece que te veas supeditado a ese “mandato”… 

Guillermo Casanova: El otro día Héctor, “Hezdemono”, uno de los punkis más majos que existen, me explicó por enésima vez (según mis cuentas, fue el punk número 138 que me cuenta lo mismo) la teoría desoladora de que tocar bien no mola. Comprendo de dónde viene, he tocado toda mucho con gente que piensa de esa manera y puedo convivir con ello sin problema, pero evidentemente es un discurso que no he comprado en la puta vida. Sobre todo porque creo en el trabajo. David Muñoz, nuestro bajista, lo explica así: “Mira, yo no molo ni soy tan guapo como para subirme a un escenario a hacer el ridículo con el instrumento”. Esto se nos aplica a los tres, aunque es verdad que yo si me veo guapo. Creo que El Gobierno existe en ese espacio antropológico, muy de clase obrera, de orgullo por el trabajo, de admirar la maestría en el manejo de las herramientas como medida de respeto a un oficio. Esto es algo compartido, sin duda, con el heavy, el género de clase obrera por antonomasia. 

Soy un tío criado musicalmente en los noventa. Cuando las bandas eran únicas, originales, y la nostalgia (que no desdeñamos), el disfrazarse del pasado, el ejercicio de estilo, en lugar de ser lo que dinamiza todo, era testimonial en el rock. Las bandas de garage era peña como Raunch Hands vestidos con una sudadera y unas Nike. Fue la época de los riffs. El riff, encontrar un riff original, es el centro de mi proceso creativo. Yo comprendo que los riffs de los Ramones son muy chulos para construir melodías de voz encima. En la cultura del rock española, el riff no importa: importa la letra, importa dar un estribillo coreable. No pertenezco a esa cultura. Siempre me he fijado en el riff como lo primero de todo. Sinceramente, a mí se me caería la cara de vergüenza, como creativo, de subirme a un escenario a hacer un riff ya registrado y famoso sin proponer al menos una variación sustancial, sin que sea el producto de una exploración propia, simplemente coloreando por números para calcar música vieja. Y Guti y David te dirán lo mismo de sus departamentos, devanarnos la cabeza para encontrar ideas estimulantes es el nexo creativo que nos une como banda. Nos motiva hacer un rock nuestro, propio, nuevo y viejo, que sea la suma de nuestras partes. Hay muchas formas de hacer eso que no pasan por la composición de las canciones, pero en mi caso es así, porque mi hobby es hacer canciones. Y me encantan bandas que lo hacen de otra forma, porque una banda son muchas más cosas que la propuesta musical. Pero yo no podría, nosotros no podríamos. 

Un dinamismo sonoro que os permite incluso acercaros a tonalidades power- pop en temas como “Madrid”, “Chaval” o sobre todo la especialmente melódica “Se acabó”, ¿a veces cuesta cuando el sonido de una banda responde a una naturaleza tan fiera buscar acomodo a esos pasajes menos ruidosos?  

Guillermo Casanova: ¿Podría costar? No sé, yo es que pienso en Mascis, o en Teenage Fanclub, y me parece que va muy bien ese sonido de alta ganancia en las guitarras a momentos de música en modos mayores o más poperos. “Madrid” yo la pienso como "Hendrixera" y negroide, y “Se Acabó” viene de que Rafa Suñén (Los Chicos) me regaló un disco de Al Green, a quien ya escucho todos los meses. “Chaval” existe claramente en ese rollo Big Star, Badfinger, Cheap Trick, sin olvidarnos de los Posies, que no queríamos que faltara en el disco. 

Francisco Meneses, productor de este disco, ha ido asumiendo un papel más protagonista en cada episodio que habéis grabado hasta hacerse con los mandos, ¿su acompañamiento a lo largo de diferentes trabajos ha supuesto generar un “matrimonio” especialmente inspirador en el estudio de grabación? 

Guillermo Casanova: Fran es un amigo. Yo quiero que le llamemos “El Mago Meneses”, como si fuera un futbolista patilludo de los setenta. Diría que es el cuarto miembro de la banda si no fuera porque está en todas partes a la vez. Produce pop, artistas urbanos, bandas de post punk, coros de góspel y lo que te rondaré morena. Todo lo hace con un criterio de excelencia. Duerme poco. No tiene findes. Es un poco una puta locura su vida. Trabajar con él es estimulante, un aprendizaje, un juego, una exploración. Por lo menos para mí. Su trabajo es brillante. No hay un disco suyo que no tire de espaldas. Es una suerte que sea mi amigo, porque creo que es el mejor productor trabajando en España. Lo creo, porque no se pone límites: su cultura de sonido es amplísima y profunda. Crear sonido es muy complicado, más que pintar o dibujar, porque no lo ves, sucede en el tiempo y se desvanece. Por eso la gente que produce se especializa mucho: para concretar esa abstracción, te quedas en tu género. Grabar con esa gente, que también mola, suele ser un proceso en plan “esto se hace así”. Fran no: Fran hace de todo. Así que ataca el rock con ideas claras, potentes, pero que necesita cuestionar periódicamente. Y el proceso es una búsqueda. Dentro de que tenemos una pedrada acojonante, muy difícil de colocar al parecer, nos ayuda con un sonido “comercial” en el mejor sentido posible de la palabra: comunicando las canciones de la forma más clara y accesible posible. No trabajaría con otro, pero también es porque nos queremos. Me resulta fácil hacerle reír, eso para mí es oro: compruebo desde hace un tiempo que hay gente que no siente nada con mis chistes. 

Otro de los detalles que creo identifica al álbum es su sentido visceral, incluso diría que romántico, en el sentido estricto de la palabra, en cuanto a retratar con más exactitud las emociones de las canciones... 

Guillermo Casanova: He empezado a hablar de lo que siento, por aquello de pensar en el arte como una disciplina del conocimiento que sirve para buscar la belleza y la verdad. Y creo que no hay que tener miedo a la verdad de uno. Mi buen amigo, el ilustrador Paulo Mosca, me dijo que el disco le parecía triste: supongo que he estado triste, que lo estoy todavía un poco, aunque estoy orgulloso de que no me derrote la tristeza. Que eso, que esa batalla esté en las canciones que hago, me parece simplemente honrado. 

"Escribir en castellano te obliga a mirarte en el espejo y, en mi caso, a elevar el nivel de exigencia"

Si paródico e ingenioso es el título del disco, no lo es menos esa portada que parece una mirada bizarra y contemporánea de “El Jardín de las delicias”, en la que se mezclan realidades, como los antidisturbios, saludos nazis o Netanyahu, con seres fantasmagóricos. ¿Queríais representar ese contexto global en el que nacen estas canciones? 

Guillermo Casanova: Pues por una parte queríamos reivindicar el mundo barbárico de la Espada y Brujería para el “garaheavy”. Así que en nuestro caso tiene un punto “mono”, de ilustración infantil, y un genoma claramente comiquero. Lo del Jardín de las Delicias me vuela el tarro, Kepa, no lo había pensado. Y si, la idea es nosotros contra el mundo, un mundo de monstruos, pero también lleno de aventuras, de posibilidades, al que no tememos, porque somos El Gobierno. 

Aunque nunca habéis dado signos de caer en obviedades, sin embargo este disco me parece que tiene unas letras extraordinarias, donde aúnan a la perfección el lirismo y el compromiso social, ¿escribir en castellano ha propiciado poder incrementar registros y perfeccionarlos? 

Guillermo Casanova: Muchas gracias Kepa, viniendo de un poeta como tú, es todo un halago. Sin duda, escribir en castellano te obliga a mirarte en el espejo y, en mi caso, elevar el nivel de exigencia. Cuando empecé a escribir en castellano hubo un momento doloroso y de sobrevenida humildad en la que tuve que asumir que las letras iban a ser no muy buenas hasta que fueran pasables. Me alegro de haber dejado esa parte atrás para poder estar más orgulloso de lo que escribo. Y no hay más truco que trabajar, hacer. He escrito muchas más letras a la hora de afrontar este disco: conozco mejor mi voz, mi respiración, mi idioma, y tengo una metodología de trabajo, y una constancia en este sentido. 

El disco se abre con “El sábado”, un reflejo de ese sentimiento anidado en el imaginario colectivo de esperar el fin de semana como válvula de escape a las esclavitudes laborales del resto de días… 
  
Guillermo Casanova: El disco está plagado de temas contra el trabajo bajo el presente modo de producción. "El Sábado" es el que más nos mola y por eso va el primero. Habla de que nuestra vida no es nuestra, es frenético y está escrita para generar esta cosa tan del post-hardcore de tensar/soltar, pero tensando sin parar. Es un registro nuevo para la banda. Pero "Vicio y Virtud" también va del curro por ejemplo. De ponerle un mojón al jefe en la mesa y dejar el curro que te está haciendo polvo. 

"La mentira política y mediática es un ingrediente indispensable en la factura de consensos del mundo liberal"

Siempre se ha dicho que Madrid es un lugar acogedor para todos los que llegan, sin embargo tú en el tema que lleva el nombre de dicha ciudad cantas “Tengo que escaparme de Madrid”... 

Guillermo Casanova: El tema lo hice cuando Guti, mi batería, se fue a vivir a Santander. Una decisión sabia, sobre todo desde el punto de vista de la crianza. Pero fue una más de muchas ausencias, de gente que durante la pandemia aprendió que Madrid, sin su oferta cultural (en decadencia) es un agujero carísimo e invivible. Así que compuse el tema, triste, en ese humor de despedida de gente a la que quieres, y que se va porque tu ciudad es insoportable. Creo, de todas formas, que también expresa lo que siente cualquiera respecto a la ciudad en la que vive desde hace muchos años. 

En “La verdad” habláis de los bulos, pero sobre todo de esa estrategia que convierte lo anecdótico en global y de construir un relato del enemigo a base de falsedades o verdades muy parciales… 

Guillermo Casanova: Es una pataleta comunista: instalados como estamos en un sepulcro táctico socialdemócrata que nos genera contradicciones (porque no hay otro enfoque estratégico posible a no ser que quieras engañar al personal), ojalá fuera verdad alguna de las cosas que se dice de los comunistas en la derecha. Y claro, desde ahí explorar el tema de la mentira política y mediática. Que no es, ni mucho menos, un fenómeno nuevo. Ahora simplemente es a velocidad turbo, como todos los fenómenos sociales. Pero que la mentira política y mediática es un ingrediente indispensable en la factura de consensos del mundo liberal, es un hecho históricamente contrastado. 

“Es fácil el mal” parece completar esa mirada señalando a la incertidumbre y la frustración como un estado propicio para que el pensamiento reaccionario extienda sus redes... 

Si, en efecto… creo que la vanidad es el centro de la experiencia cultural de nuestra civilización. La vanidad del individuo. Creo que sin el manoseo con fines mercantiles de la vanidad, no es posible el terraplanismo, o Instagram, o pensar en Franco con 18 años, o vivir en la mentira de que tu consumo estético es subversivo, o dedicar tu militancia cultural a corporaciones como Apple… en general, parece que la vanidad es un motor tecnológico, económico, cultural, que supera la capacidad dinamizadora de la sociedad que pudo tener la fe en la Edad Media. Me la encuentro en todas partes, en los lugares más insospechados: gente que creías hermosa, comprometida, resulta que te juzgan por tu estatus y un buen día te tratan de Don Nadie. Obviamente también encuentro esa vanidad en mí, y experimento claramente cómo puede empujarte en brazos del enemigo. En esta canción hablo un poco de cómo esta vanidad sirve de facilitadora para las peores ideas que conocemos, y nos coloca en un lugar más allá de los consensos humanistas, que no habría que tomar como dogma, pero si me parecen un principio aceptable para empezar a pensar y estructurar la sociabilidad humana. 

“A la derecha del padre” es en cuanto a contenido la canción más cruda y rotunda. Sigue siendo necesario no borrar de la historia más cruel el papel de la religión... 

Me han criticado incluirla, porque era vieja, estaba en inglés. Pero es una letra que quería verla publicada. No sé hasta qué punto los éxitos del memorialismo en España, que no son pocos, han podido llegar a transformar nuestro entendimiento de los procesos políticos del S. XX. Me temo que no lo han hecho. Hay que seguir poniendo el corazón y la cabeza en contarlo, y por eso esta canción está en el disco. 

Aunque “Chaval” es un luminoso recuerdo de esos años juveniles de amistad y pequeños pero jugosos tesoros, en muchos momentos del disco percibo un sentimiento melancólico, de pérdida, de paso de un tiempo a otro, ¿ha existido ese sentimiento en el proceso de composición del disco?

Guillermo Casanova: Completamente. Es un disco cuarentón, honesto, en el que la soledad forma parte de todo, como de todo lo que hago. El arte para mí es una forma que tenemos los humanos de usar el conocimiento para encontrar sentido y hacer la vida soportable, y mejorársela un poco a los demás. Hablar de lo que tengo en el corazón me ayuda a que mi vida me guste más. Yo no podría subirme a un escenario a reñir a alguien por la camiseta que se pone o a hablar del hombre lobo, que ha secuestrado a mi novia. Guay que exista eso, pero es que yo soy más intenso, y necesito que lo que hago sea cierto, y me lo crea.