Por: Javier Capapé.
El último disco de Enrique Bunbury obedece al sugerente título de “Cuentas Pendientes”. Una colección de canciones en las que indaga con más clase que nunca en el folclore latinoamericano. El zaragozano se ha rodeado de músicos de gran calibre, auténticos maestros en los géneros arraigados al otro lado del Atlántico, para ofrecer la mejor versión de un cancionero en el que se muestra abierto en lo personal y muy generoso con un público que disfruta de cada nueva vuelta de tuerca en su extensa discografía.
Tras varios discos cercanos a la experimentación tecnológica, con un sonido muy contemporáneo, Bunbury vuelve hacia los pasos sembrados con “El Viaje a Ninguna Parte”, del que celebra ahora su veinte aniversario, o “Licenciado Cantinas”, con los que ya miraba hacia Hispanoamérica, pero esta vez desde un prisma mucho más purista en la interpretación y con una lírica en la que apreciamos cierta reflexión sobre su larga trayectoria y experiencia vital.
El disco le embarcará de nuevo en una gira con los músicos del Huracán Ambulante, formación con la que se presentó en directo durante los primeros años del milenio y con los que a buen seguro recalará en parte de ese cancionero tan especial con el que consolidó su carrera en solitario.
En una charla a distancia, mail mediante, Bunbury mostró su mejor cara a El Giradiscos. Entregado en cada respuesta, sin prisas y atendiendo a los detalles de un cuestionario que pretendía indagar en el sentido de estas diez nuevas canciones, además de en su inminente gira con el Huracán Ambulante o incluso deteniéndose en alguna reflexión sobre el camino recorrido hasta el momento. Disfruten, como lo hemos hecho nosotros, de un músico en un excelente momento, tanto en lo profesional como en lo personal, y hagan recuento de sus “cuentas pendientes”.
Lo primero de todo, ¿cómo te sientes ahora que se ha hecho realidad el lanzamiento de este disco?
Enrique Bunbury: Me siento mejor haciendo los discos que publicándolos. Disfruto mucho del proceso de grabación y poco del de exposición. Siempre temes que no se entienda o que se entienda y no guste. Además de la ronda de explicaciones, que no es que me disguste, pero abruma un poco. Demasiado tiempo hablando de ti mismo y tus motivaciones que, a veces e incluso para ti, son inexplicables.
Después de tus últimos álbumes, nos tenías algo descolocados con esos primeros lanzamientos tan cercanos a la raíz latinoamericana, pero viendo que celebras a la par el vigésimo aniversario del lanzamiento de “El viaje a ninguna parte” todo cobra sentido. ¿Están estos dos álbumes unidos de alguna manera?
Enrique Bunbury: En realidad, no estaban unidos. Ha sido el tiempo y el azar quienes les ha situado en un mismo lugar. Primero fue la reunión con el Huracán, que llevó un tiempo concretar. En principio, pensando en la caja del XX aniversio de “El Viaje a Ninguna Parte”. Pero luego, me di cuenta de que en este 2025 haríamos veinte años desde la disolución de la banda y entonces coincidió que salía el nuevo álbum que había ido cocinando mientras tanto. Así que al final esta gira, se puede decir que junta la presentación del álbum con la conmemoración de ese XX aniversario.
Vienes de una gira muy especial, con los Santos Inocentes, encumbrándote en tus “Shows Únicos”, que resultaron tremendamente efectivos y conmovedores. Y vuelves para dar de nuevo un giro completo. ¿Hasta dónde puede llegar tu exploración sonora incansable?
Enrique Bunbury: Supongo que en esta nueva etapa en la que las giras que realizo son tan puntuales y con pocos shows, lo que pretendo es buscar ciertas excusas, reducir el marco del repertorio, darles a los shows un carácter que no tiene por qué ser exclusivamente el promocional de un álbum. Así que espero seguir dándole vueltas a las opciones para no hacer exactamente una gira en la que incluya cuatro o cinco canciones nuevas a una colección de canciones más o menos hits. No sé si me explico, pero yo lo tengo muy claro. Son menos shows, pero espero que sean más especiales y distintos.
En lugar de buscar el continuismo de tus últimos discos, que podríamos definir como rock contemporáneo, vuelves a la raíz, esa con la que te identificaste en los primeros años del milenio. ¿Qué te quedaba de esa corriente que te consolidó como solista a mediados de la década de los dos mil para ofrecérnoslo ahora?
Enrique Bunbury: Entiendo lo que dices y es cierto que este disco, en caso de buscar una conexión, lo más obvio es pensar en la trilogía con el Huracán (“Pequeño”, “Flamingos” y “El Viaje a Ninguna Parte”) y también en “Licenciado Cantinas” con los Santos Inocentes. Pero esos discos primeros no eran discos de raíz, había pinceladas de música latinoamericana o hispana, pero buscaban definir el sonido de una banda tan compleja y completa como el Huracán Ambulante. Son discos en los que lo latino cohabitaba con el rock and roll, el cabaret, el mediterráneo, el country & western y otros palos, pero siempre buscando la mezcla, no son para nada puristas. “Cuentas Pendientes” no tiene esa necesidad de dar personalidad a una banda. Es un disco con músicos de estudio, especializados en la música tradicional, tocando música de raíz popular. En mi opinión, aquí no hay pinceladas, es la materia de la que está hecha el álbum.
“Esta gira va a ofrecer un abanico interesante de distintas etapas musicales de mi carrera”
De hecho, este disco viene acompañado de una gira en la que vuelves a contar con los músicos del Huracán Ambulante, banda que te acompañó de 1999 a 2006. ¿Qué podemos encontrarnos los seguidores de siempre con el regreso de esta banda que está generando tanta expectación?
Enrique Bunbury: Creo que va a ser una gira muy emotiva, por distintas razones. Pero también creo que musicalmente va a ofrecer un abanico interesante de distintas etapas musicales de mi carrera. El presente dando la mano al pasado. Además, estoy trabajando en un show a un nivel que no estaba en mis posibles hace 25 años. Así que va a haber sorpresas que espero disfrute el público que vio entonces al Huracán y tantos que no lo vieron nunca.
Contar ahora con el Huracán Ambulante, después de tanto tiempo con la solidez de los Santos Inocentes, es en sí mismo un riesgo. Mucho tiempo de desconexión con esos músicos (salvo con Ramón Gacías, que ha estado en las dos formaciones). ¿A qué se debe este regreso veinte años atrás? ¿Es una vuelta para seguir avanzando o una manera de redimirte tras ese final truncado que supuso tu última gira con ellos?
Enrique Bunbury: Es una gira puntual. El futuro está por escribirse y es difícil e inadecuado anticiparse.
Al escuchar “Cuentas Pendientes” me viene a la cabeza “Hijos del Pueblo”, ese maravilloso directo que publicaste tras tu gira conjunta con Andrés Calamaro en México. ¿Reviviremos parte de ese cancionero tan emotivo y eterno en tu próxima gira?
Enrique Bunbury: Bueno, la gira con Andrés, estaba dividida en tres partes. Cada uno hacía un set y luego nos juntábamos para el set común. Fue una maravilla poder compartir con Andrés esos conciertos y el disco es una pequeña muestra de lo que pasaba en esos conciertos. Esas canciones que tocábamos juntos partían de una selección que realizamos entre los dos para encontrarnos y juntar nuestras voces, con el apoyo de los Santos Inocentes. No creo que tenga ninguna conexión con esta gira ni creo que haya canciones que aparezcan en estos nuevos shows con el Huracán. Otro tiempo y otro lugar.
Ese cancionero se ha quedado en el aire casi desde entonces o desde que te acercaras más en profundidad a él con “Licenciado Cantinas”. ¿Qué paralelismos podemos encontrar entre aquel disco que miraba a la tradición folclórica latinoamericana y este último, que también lo hace en parte?
Enrique Bunbury: Son dos discos que están conectados por la mirada a la canción popular y la tradición, pero con dos grades diferencias. “Licenciado” era un disco de versiones y además partía de un acercamiento a ese repertorio desde la perspectiva de una banda de rock que eran Los Santos Inocentes. “Cuentas Pendientes” es un disco de repertorio propio, grabado con músicos de sesión, maestros y conocedores de los géneros. Es un disco mucho más homogéneo y purista, intentando conservar mi personalidad y enfoque, pero con esa búsqueda de arreglos y sonoridades más cercanas a la raíz.
“Cuentas Pendientes” ha supuesto un aprendizaje y un reto importante para mí, a nivel armónico, rítmico y melódico”
Vayamos al disco. ¿Qué cuentas tienes pendientes en este momento?
Enrique Bunbury: Conforme vas cumpliendo años eres más consciente de que los discos que te quedan por hacer son menos de los que ya has hecho, así que el enfoque no solo se concentra en el género, sino también en los músicos, interpretación y estudio de grabación donde quieres vivir una experiencia que te sorprenda y te enseñe. Este disco ha supuesto un aprendizaje y un reto importante para mí, a nivel armónico, rítmico y melódico. Quizás la música de raíz popular pueda parecer o sonar sencilla para un oído ajeno, pero tiene una complejidad y un nivel de exigencia musical que ha supuesto un desafío maravilloso del que salgo con mucho aprendido.
Empezar con una afirmación como ésta puede llegar a cuestionarnos, y después, cuando escuchamos las canciones, quizá conseguimos encontrar sentido a esas “cuentas pendientes” con el folklore y el continente americano como respuesta. ¿Podría entenderse así?
Enrique Bunbury: Podría. No es necesario explicarlo todo. Me gustan las interpretaciones ajenas. Las prefiero a las propias, desde luego.
Entre estas diez canciones encontramos chacareras, cumbias, corridos, sambas, valses y tangos. Una auténtica mezcla de estilos con una raíz común: mirar a nuestros orígenes. ¿Qué te ha llevado a bañarte en todos esos estilos para definir un disco tan ecléctico?
Enrique Bunbury: Empecé a escribir algunas de las canciones paralelamente a la composición de “Greta Garbo”, pero estaba claro que pertenecían a distintos proyectos. Cuando terminé de grabar Greta, continué componiendo, esta vez con la mirada puesta en continuar una senda que parecía clara y podía ser interesante. Componer canciones con la mirada puesta en la tradición hispana y latinoamericana. Siempre he grabado discos muy eclécticos, buscando mezclas imposibles y quería esta vez hacer un disco mucho más centrado y con el foco muy claro. Dices que es ecléctico, sí, pero dentro de unos parámetros muy definidos.
¿Cómo has trabajado la producción esta vez? ¿Qué músicos te acompañan y dónde has dado forma a estas canciones?
Enrique Bunbury: Desde “Greta Garbo” y como contraposición a mis discos anteriores (“Curso de Levitación Intensivo”, “Posible”, “Expectativas” y “Palosanto”), que eran discos mucho más contemporáneos y centrados en las posibilidades tecnológicas, he vuelto a grabar de forma muy orgánica, eliminando instrumentación digital, centrándome en los arreglos de músicos tocando juntos en una sala. En este disco profundizando todavía más, centrándome en la percusión, el contrabajo, el piano y la guitarra española como centro de todo. Para ello contamos con músicos experimentados como el maestro chileno de la guitarra Sebastián Aracena, el percusionista Johnny Molina, el contrabajo de Luri y las aportaciones de Jorge Rebenaque en el piano y Ramón Gacías en la batería y ayudándome en la producción del álbum.
Abres con el corrido “Para llegar hasta aquí”. Sonidos ya bien testados por tu espíritu inquieto, pero que se transforman en esta ocasión en toda una declaración de intenciones. ¿Qué es todo lo que te ha hecho llegar hasta este lugar?
Enrique Bunbury: Es una canción bastante idónea para iniciar el álbum, una declaración de intenciones, como bien dices. En realidad, nada de lo que haces surge de la nada, todo tiene un origen y unas causas. Es obvio que he dado pasos en mi carrera que me han ayudado a llegar hasta este lugar en el que estoy. Aciertos y errores me hicieron quien soy y me enseñaron para poder hacer este disco y, en general, lo que hago y cómo lo hago hoy.
En “Loco” manda el piano y remite a las Romaphonic Sessions de tu amigo Andrés Calamaro, con el cual has sido compadre revisionando parte del cancionero clásico latinoamericano en la ya mencionada gira de 2014. ¿Cuánto hay en este tema, de corte más pausado, de reivindicación y asunción de esa locura que persigue a todos los románticos?
Enrique Bunbury: Es una canción sobre un homeless. Una de mis favoritas. Escrita mano a mano con Pedro Guerra. Creo que es un gran tema.
Aprovechando esta conexión con el músico argentino, ¿qué puntos de unión podemos encontrar entre vosotros como músicos incansables e investigadores de la tradición?
Enrique Bunbury: Considero a Andrés Calamaro y a Santiago Auserón dos grandes de la canción en nuestro idioma, sin géneros ni etiquetas. Creo que nos une la pasión por la música y el interés por saber de dónde surgen las músicas que nos apasionan. Hay una parte importante de estudiosos de la musicología que, creo, podemos tener en común.
“El futuro no está escrito, ni siquiera en las líneas de mi mano”
“Te puedes a todo acostumbrar” es fronteriza y nos lleva hasta el desierto de California. Suena a western, aunque a la vez la dotas de un hammond que le da un color inesperado. ¿Es ésta una manera de afirmar que estás definitivamente acostumbrado a tu vida a orillas del Pacífico? ¿Sientes que ese se ha convertido definitivamente ya en tu hogar?
Enrique Bunbury: Bueno, yo no situaría esa canción en California, pero no te llevaré la contraria, me parece bien cualquier interpretación. En cuanto a lo de definitivamente, no me atrevería a decir eso. Llevo quince años viviendo en California y me gusta mucho. En todo este tiempo mucho es lo que me ata a esta tierra, pero el futuro no está escrito, ni siquiera en las líneas de mi mano. Me gustaría vivir en Japón y ¿quién sabe?
Con “La hiedra” te vas hasta Brasil, una novedad dentro de tu cancionero que le aporta nuevos matices. ¿Qué te atrae de ese país americano, que aún te quedaba por explorar, que te ha hecho acercarte hasta allí?
Enrique Bunbury: Me gusta mucho la bossa nova y es un género muy complejo para el que no me siento capacitado, así que un pequeño acercamiento me ha dado un poco de confianza. Hace años toqué un par de veces en Brasil y me hubiera gustado ir con mayor frecuencia. Como no parece que los promotores se animen, viajaré con mi música y con mis discos en casa.
El tango vuelve a ser protagonista en “Como una sombra”, con la particularidad de que las guitarras eléctricas refuerzan su toque distintivo más allá del exquisito piano y las cuerdas de la guitarra clásica. Una canción cruda y conmovedora en la que te muestras directo en tus mensajes, como en el conjunto global del disco, donde se imponen algunas de las letras más directas de tu cancionero. ¿Los años te han alejado definitivamente de las imágenes más crípticas y los rodeos a la hora de contar aquello que te impulsa a escribir?
Enrique Bunbury: “Como una sombra” en realidad es una copla, que tiene sus conexiones con el tango, pero con sus particularidades. He grabado canciones más y menos crípticas, como dices. Creo que el valor de este disco está en encontrar ese punto de equilibrio en los textos entre lo popular y lo literario. Son canciones, como decía José Alfredo, “Pa que el pueblo me las cante”. Pero también quiero que tengan un giro, una lectura un poco más profunda que no sea necesariamente fácil de entrever en una primera escucha. No sé si conseguí mi propósito, pero ese era mi reto.
“Quiero que las letras tengan un giro, una lectura un poco más profunda que no sea necesariamente fácil de entrever en una primera escucha”
Una vez más, te mueves como pez en el agua con el vals, presente en el tema titular y en el cierre de “El baile de los disfraces y la tentación”. ¿Cómo consigues sacar lo mejor de ti y estremecernos cada vez que afrontas este estilo?
Enrique Bunbury: Ay, muchas gracias. Supongo que me resulta fácil y natural, para mi voz y mi carácter. Creo que son dos canciones emocionantes e intensas y el tres por cuatro es muy disfrutable, la verdad.
“Saliendo del Arrabal” suena a chacarera y, en este momento, me lleva al espíritu de Mauricio Aznar y a la imprescindible película de Javier Macipe “La Estrella Azul”. ¿Cuál ha sido para ti el papel de esta magnífica obra a la hora de reivindicar el espíritu luchador de una figura tan esencial en la música como Mauricio, que consiguió unir en su particular travesía ambas orillas del Atlántico? ¿Son los dejes estilísticos de esta canción un homenaje también a su figura?
Enrique Bunbury: Me he acercado a la música criolla en distintos momentos de mi carrera, pienso en “Canto” (en “El Viaje”) o en “Vida” (en “Licenciado Cantinas”), que son valses criollos, o “La chacarera de un triste” y “Que tengas suertecita”. Me gusta mucho la música criolla, debería grabar más. Hubo un acercamiento hace años a los Guardianes de la música Criolla en Lima, Perú. Para hacer alguna grabación juntos. La película de Macipe, sí es magnífica y está muy bien la reivindicación de la figura de Mauricio. Ojalá se publiquen o remastericen sus álbumes con Almagato, sería una buena noticia.
Hace unos meses te escuchamos colaborando en el tema “El futuro casi está aquí” de la última incorporación a los Santos Inocentes, además de una de las artistas más interesantes que hemos descubierto en los últimos años en el mundo del rock, Erin Memento. A ella te unen muchos lazos, pero ahora os une también una canción de factura impecable, sonoridades americanas y gran belleza. ¿Cómo llegas a esta maravilla de canción que podría formar parte perfectamente de tu repertorio más personal?
Enrique Bunbury: Es una gran canción y el disco que ha sacado Erin es fantástico. Muchas ganas de que publique más y escuchar más material suyo, que seguro está muy bien. Me puso esa canción en casa, la escuché y le dije, guárdame esa y la cantamos juntos. Tenía la intuición de que funcionaría muy bien con las dos voces. Muy agradecido porque me la reservara.
A lo largo de tu carrera en solitario has ido mostrando letras confesionales (“Pequeño”), otras más combativas (“Palosanto”) e incluso algunas reveladoras (“Curso de levitación intensivo”), pero en estas “Cuentas pendientes” se respira un tono muy personal en el que te desnudas y pareces hablar siempre en primera persona de vivencias y reflexiones muy pegadas a la piel. ¿Podría decirse que este disco nos muestra la cara más íntima de Bunbury, en la que podemos encontrar una mayor reflexión interior o incluso una visión global de tu trayectoria y vida?
Enrique Bunbury: En este disco hay más personajes de lo que pareciera a primera vista. Muchas canciones no hablan necesariamente de mí, aunque incluso cuando hablas de otros, se trasluce una forma personal de ver y reflexionar sobre la vida y sus circunstancias. Pero sí, es cierto, que el tema social que aparece en discos como “Palosanto”, “Expectativas” o “Levitación”, incluso alguna de “Greta Garbo”, no tiene cabida en este disco.
¿Hay en estas letras también cierta cavilación hacia tus “cuentas pendientes” con el mundo que deje atrás algunos aspectos de tu personaje para acercarnos definitivamente a Enrique como persona?
Enrique Bunbury: No sé. No lo entiendo de esa manera. Yo creo que eso del personaje es un poco una visión externa. Yo escribo como individuo que siente y que padece o disfruta. Pero, entiendo que una lectura exterior, la tuya, puede ser mucho más afortunada que la mía. Yo escribo de forma muy intuitiva y muchas veces tengo que releer y reflexionar sobre lo que canto para darme cuenta de que en realidad estaba hablando de esto o de lo otro. Incluso, muchas veces es el tiempo el que me otorga una mayor claridad al respecto.
Sin duda, has parido un disco con mucha clase y elegancia. Además, te has ajustado a las modas y entregas un disco más conciso en tiempos, al que no le sobra nada. ¿Tienes la sensación de que presentas algo suficientemente novedoso y atractivo a pesar de pisar terreno conocido?
Enrique Bunbury: Muchas gracias, me alegro de que consideres que no le sobra nada. Es un gran halago. Me preocupa mucho hacer discos aceptando el timing del vinilo. Un máximo de cuarenta y dos minutos. Creo que es la medida exacta de lo que debería durar un disco. Sé que en otras épocas me excedí. Pero los últimos cuatro o cinco discos creo que se ajustan a estos tiempos. Siempre hay discos concretos que merecen una mayor profundidad por una motivación artística, pero deberían ser una inmensa minoría. También me parece que en algún momento se darán cuenta los del cine que dos horas y veinte de película tienen que estar muy justificadas, si no cansan. Para mí una película debería durar hora cuarenta y cinco, máximo dos horas. Y una serie, no más de una temporada y no más de diez capítulos. A partir de eso, estamos hablando de Santa Bárbara o Falcon Crest.
“Soy un músico, un compositor de canciones, y el género o el ropaje y arreglos, son un tema accesorio”
Bunbury ha sido siempre sinónimo de rock con mayúsculas, pero ¿te sientes más cómodo desde la contención que te ofrece la raíz latina? Porque nos da la sensación de que con este tipo de repertorio disfrutas más que nunca.
Enrique Bunbury: Básicamente he tenido tres orientaciones en mis discos: el rockanrol, la mirada hacia las posibilidades tecnológicas y la incorporación de elementos de la electrónica y, la búsqueda de la raíz latina e hispana. En esos tres baremos está toda mi discografía. Y me siento cómodo en todas las vertientes. Sé, de todas formas, que para muchos soy un músico de Rock. No pasa nada. Acepto la visión de todos. La mía es que soy un músico, un compositor de canciones, y que el género o el ropaje y arreglos, son un tema accesorio. Pero sí, estoy disfrutando mucho en esta etapa, es cierto.
Como buen devorador de la música más actual, siempre buscando estar al día y descubrir nuevos valores, nos regalas con cierta periodicidad recomendaciones sobre los últimos discos que estás escuchando e incluso configuras tus propias listas con lo mejor del año. ¿Qué bandas o artistas, especialmente del panorama en castellano, te han llamado la atención y crees que merecen una escucha?
Enrique Bunbury: Todo lo que recomiendo trimestralmente en mis redes, son discos que me interesan o me gustan por un motivo u otro. Encuentro cosas interesantes en muchos músicos que se salen de la tendencia algorítmica. Hay mucho talento interesante y válido en nuestra lengua, bandas jóvenes y no tan jóvenes. De España me gustan mucho Depresión Sonora y Alcalá Norte, de Argentina Barbi Recanati y los Winona Ryders, de México me gusta Ed Maverick y David Aguilar.
Nos gustaría cerrar con una pregunta que puede sonar tan incómoda como necesaria. A estas alturas de la vida y con una carrera tan extensa, granada y camaleónica, ¿sientes que te queda todavía algo nuevo que ofrecer? ¿Le queda todavía mucha cuerda al “aragonés errante”?
Enrique Bunbury: No me incomoda, no te preocupes. Algo me queda, desde luego. Espero.