Zahara: "Lento Ternura"


Por: Javier Capapé. 

No voy a empezar nombrando "Puta". No debería hacerlo nadie, aunque sea difícil. Porque ese fue un álbum que marcó un antes y un después en la historia de Zahara, pero ahora es momento de empezar de nuevo, tras la tempestad. Es tiempo de "Lento Ternura". Y vaya disco que se ha vuelto a marcar la jienense. Espectacular de principio a fin. Pura electrónica emocional. Como si aprovechase lo mejor del aprendizaje de _juno y lo elevase a la enésima potencia.

"Lento Ternura" contiene música que podría sonar perfectamente en las raves de Zahara. ¿Es por lo tanto una evolución de esas experiencias? No exactamente, porque en él hay también una vuelta a la desnudez, aunque para esto se recurra a las programaciones y los sintes. De lo más crudo a lo más elaborado, pero todo desde el prisma de alguien que sabe lo que es despojarse de lo innecesario y centrarse en lo que verdaderamente importa. Si es la emoción a flor de piel, bienvenida sea. Si es la afirmación contundente, sin medias tintas, también es bienvenida. Porque con Zahara todo cabe, pero lo más importante es que todo es creíble. Así, este "Lento Ternura" es un ejercicio de búsqueda de lo sensible y emocional desde las entrañas, tomando todo el tiempo necesario para convertirlo en algo cercano y, sobre todo, real. Es una demostración de cariño y ternura a los que le rodean o a los que se abran a su mensaje. Pero es un cariño entendido desde la pausa, la calma y la ausencia de prisa, algo que cada vez es más difícil de encontrar. Por eso es un disco rompedor con su tiempo, con este tiempo que nos exprime y exige siempre novedad. Zahara busca la paz entre el ruido. Pura poesía para estos tiempos crudos.

En estas once canciones (ajustadas a la duración que mandan los tiempos) hay mucha belleza, pero también hay reflexión, reivindicación y crudeza. La propia Zahara se ocupa de la producción, de exprimir los sonidos y darles cuerpo. Es uno de esos discos en los que se puede hablar del artista como protagonista absoluto, del DIY. No ha necesitado de casi nadie para entregar esta obra descomunal con la que, no nos engañemos, había mucha, pero que mucha expectación. Demasiado peso sobre sus hombros, pero a la par seguro que con una gran satisfacción por el trabajo bien hecho.

Desde la apertura de "Formentera" ya entendemos que el viaje va a ser intenso. Una canción que se apoya en órganos solemnes a los que se les va sumando una base con mucho cuerpo. Ya desde el principio sale a relucir la conexión con el tema central "¿Era esto la vida?", porque la artista juega de nuevo con nosotros conectando sonidos, canciones, temáticas y estilos. Pero antes de llegar a "¿Era esto la vida?", con Zahara recitando al más puro estilo "Merichane" (sí, lo siento, la he conectado con su obra maestra), hay espacio para "Yo solo quería escribir una canción de amor", una acelerada y desbocada tonada pop sobre una base que nos lleva directamente hasta _juno por la manera de manejar los sintetizadores. Si en ésta suma y suma capas, algo que también ocurre con "Nuestro amor" pero con las revoluciones contenidas, prescinde de ellas en "Quien dijo", donde manda la desnudez del piano y los efectos vocales, pero no se engañen, aunque nos quede la sensación de desnudez hay mucho más de lo que parece vistiéndola.

La más accesible o directa del lote, con cierto aire a "Santa", en la que hasta encontramos guitarras y un bajo eléctrico hipnótico, es "CTR+Z". Una belleza orgánica que nos resitúa antes de la dureza que desprende la ya comentada "¿Era esto la vida?". Aquí se imponen las dudas y los quiiiiizá, como mandando una carta abierta sabiéndose en mitad del camino. Fantástica es quedarse corto. Pero no hemos tocado techo. No. Porque Zahara aún tiene tiempo para acercarnos a los modos de Björk en "La violencia". La canción en sí misma es la voz de la ubetense, totalmente desgarrada y cautivadora.

Ya se ha hablado mucho de la reivindicación de "Demasiadas Canciones", de todo lo que toca y contiene, pero nada es vacuo. Pueden caer como losas cada una de sus afirmaciones, pero quiiiiizá deberíamos plantearnoslas como necesarias. ¿Zahara es emblema, es ejemplo de artista comprometida, es bandera? Tal vez sea desmedido cargar todo esto sobre su persona. No nos escudemos en que sea ella la que tome esta iniciativa, porque efectivamente todos podemos pensar lo mismo y movernos. Si canciones como ésta nos permiten hacerlo, adelante.

¿Quién es capaz de convertir el ronroneo de un gato en un estribillo? Así podríamos simplificar "Tus Michis", pero esta canción es en realidad una oda a la confianza y la amistad, que aún siendo positiva en su fondo golpea en sus formas. Y antes de concluir, queda espacio para la canción más cinematográfica que ha parido esta artista. "La ternura" está cerca del espíritu de la Rosalía que asomó para tocar techo en "El Mal Querer", pero en Zahara no veo aquí el límite. Su voz se expande y de tan impactante nos redime. Nos hace sentir esa paz de la que hablábamos al principio. Es el fin en sí mismo de este disco. Buscar ese cariño en la sutileza, esa ternura que puede despojar casi cada uno de los capítulos de esta historia. Porque sí, si habéis llegado hasta aquí habréis visto que lo que nos presenta Zahara no siempre es liviano o fácil de digerir. La ternura no se olvida de la crudeza, pero aún así conmueve y compensa, hasta para encontrar esa pequeña tonada que es "Soy de un pueblo pequeño". El piano deja clara la marca de esta artista mayúscula que sabe manejar la producción desde la máxima a la mínima elaboración. Y así, con esa paz que tan bien nos transmite la canción final, cerramos un ciclo que busca más el camino que el fin. He escuchado decir a Zahara que "Lento Ternura" podría ser más un estado aspiracional que un fin en sí mismo, y ese estado es el que nos queda como poso tras la escucha intensa de estas once canciones.

No sabremos con total seguridad lo que nos quiere decir Zahara con "Lento Ternura". Tampoco sabremos si ésta es una historia no concluida, todavía abierta a muchas interpretaciones, pero lo cierto es que esta flamante artista ha vuelto a conseguir captar toda nuestra atención y concentrarnos en las canciones, más allá de la excelente portada con la que se presentan o de quererla ver como abanderada de no sé qué historias. Con una excelente factura que ella mismo se ha guisado con total solvencia (aunque sobrevuele en muchos momentos el abrigo de Martí Perarnau IV) ha conseguido reafirmarse en un estilo propio que es ya inconfundible e inimitable. Zahara es una manera de entender la música, es la valentía y sinceridad hecha canción. Zahara es la ternura y la cordura, la crudeza y la osadía, la belleza y la basura. Lo que nos rodea y con lo que convivimos, de lo más insignificante y oscuro a lo más grande y bello. Y yo sencillamente me quedo con esto último, lo que para mí siempre ha sido su música. Grandiosa y bella.