Por: Skar P.D.
Existen portadas de discos, art work en terminología más actualizada, que parecen describir la sensibilidad emocional que albergan las pistas que los componen, y aún más allá, las dudas, reflexiones, reproches y autoindulgencias de aquellos que escriben la lírica de las canciones. La portada del "Above" del "supergrupo" Mad Season, por ejemplo, sería una de ellas, y más que la música en sí, son las letras lacerantes de un Layne Staley, fallecido cantante de Alice In Chains, agobiado por las adicciones y los problemas personales las que parecen intuirse a través de la composición "picassiana" e inquietante extraída de una foto de él y su pareja por aquel entonces. La estética de la portada de "Cotton Crown", segundo larga duración de la banda galesa The Tubs, parece regirse por los mismos parámetros visuales y emocionales y, aunque con un aspecto más clásico, también se perciben las turbulencias que fluctúan por la mente de Owen 'O' Williams. En esta ocasión la foto no está distorsionada por ningún dibujo, simplemente refleja a su madre, la novelista, periodista musical y cantante Charlotte Greig, amamantando a su bebé Owen en un cementerio allá por 1992. La señora Greig se suicidó y es ahora, diez años después, cuando el cantante de The Tubs parece que está en condiciones de superar el duelo por su ausencia, al menos de afrontarlo desde sus propias contradicciones, a través, para empezar, de la portada y del título del disco extraído de la versión que hizo su madre de la canción homónima de Sonic Youth en la que decían: "No me importa dónde, los ángeles sueñan contigo". Obviamente la percepción de derrotados del grunge de la música de Mad Season no tiene nada que ver con el tintineo optimista de las guitarras de The Tubs.
El caso es que, contra lo que pueda parecer y, entendiendo la importancia de sus recuerdos, no se puede considerar un disco autobiográfico al uso, aunque esta sea una poderosa imagen visual, más bien Williams habla de sus traumas románticos y su predisposición a un sentimentalismo donde la ironía apenas disfraza la intimidad de sus conflictos anímicos y lo que escribe, y cómo lo canta, se acopla intuitivamente a las melodías tan guitarreras, tan jangle pop y tan extrañamente dulces que desarrollan The Tubs. Escenario donde las guitarras de George Nicholls (guitarras) juegan un papel preminente y a las que la sección rítmica, en mabos de su otro compañero en los seminales Joanna Gruesome, Max Warren (bajo) y la incorporación de Taylor Stewart (batería), las dota de una consistencia nada aparatosa pero con la suficiente agresividad como para dejar que corran de forma fluida. Para la ocasión, su anterior batería Matt Green ha ejercido de técnico de grabación.
Esta dualidad entre las melodías dolorosamente sinceras y las burbujas transformadas en acordes, de los que parece que te recorren la piel y que son la marca distintiva de The Tubs, tiene su perfecta plasmación en la inicial "The Thing Is", que suena cálida y con toda la luminosidad de una perfecta canción pop mientras que, a la vez, narra, incluso elevando la voz, una histriónica y sentimental autopercepción: "Dijiste que nunca habías conocido a alguien a quien odiaras como yo". Además cuenta con la ayuda en unos coros, y no será la única vez, absolutamente transparentes de la, también ex Joanna Gruesome, Lan McArdle y actual compañera de Williams en Ex-Vöid.
La vibrante "Freak Mode" relata la extraña sensación de ruptura que se produce cuando se hace evidente que la otra persona no tiene nada que ver contigo, de hecho la mayor parte de las canciones de este disco se escribieron durante un periodo de ruptura hace un par de años. También sirvió para que Williams alimentara su proyecto alternativo como solista bajo el nombre de…sí, Cotton Crown, al publicarla, en una versión más lenta y folk, y que es el medio que utiliza para editar proto versiones de las canciones de The Tubs dentro del Gob Nation Collective, donde él y sus otros colegas dan rienda suelta a su creatividad, ya sea en su vertiente musical, literaria y audiovisual, intercambiando su participación en una decena de bandas.
No es la única canción que ha sido publicada antes porque "Illusión" ya formaba parte de su primer EP denominado "Names", publicado en 2021, y que al parecer, todo él, era una china en el zapato porque el resultado no fue de su agrado: "Es simplemente molesto tener una canción que te gusta y tener una versión con la que no estás satisfecho". Las cosas como son, esta nueva versión suena mucho más compacta y energética. No es exactamente energía la palabra que define la sencillamente gloriosa "Narcissist", todo un prodigio de fineza y dulzura y es que si no se te eriza la piel cuando Williams y, otra vez, Lan McArdle cantan a dúo "deberías hacérmelo a mí" es que tienes un déficit emocional grave. Es como si se hubiera extraído del repertorio de unos The Smiths que hubieran prescindido, para bien, del "bocazas". ¿Sabes a que me refiero?
Hay una banda sonora para todo y cuando el jangle pop sale por la noche y las cervezas se empiezan a acumular, el espíritu punk se apodera de él y en este sentido "Chain Reaction" incluso, ya en el nombre, se antoja la música perfecta para ambientar un encuentro nocturno y fortuito con unos REM alocados, al igual que la muy "americana" "Embarrassing", que se antoja lo más parecido a una canción de amor. Y es que si hubiera que explicar en qué ámbito se desenvuelven The Tubs bastaría con decir que es como si The Smiths y REM hubieran formado una sola banda.
Las referencias sónicas de The Tubs suenan familiares, pero eso no les resta ningún valor porque son capaces, talento evidente aparte, de construir estructuras mucho más frescas y revitalizantes que nostálgicas y reiterativas, y poco importa que 2One More Day2 contenga parte de la incidencia de unos Husker Dü en el apogeo de la música de las radios universitarias americanas de los ochentas o que en la acelerada 2Fair Enough2 la tonalidad vocal se vuelva más grave aún, porque otra particularidad de The Tubs es que las canciones cobran vida propia y se muestran fascinantemente honestas como si hubieran sido escritas a corazón abierto. "Sé que he sido un idiota, sé que he sido un payaso".
El disco, breve por otra parte, se cierra con "Strange", que casa perfectamente con la imagen de la portada y que es donde Williams parece haber resuelto la deuda que le propusieron, en el velatorio, de homenajear a su madre con una canción y que resuelve sacudiéndose el duelo desde un punto de vista lateral, por así decirlo, que es una forma inteligente de afrontar la incomodidad del tema: "Lo siento, supongo que esto es todo. "Qué extraño es todo".
Tan extraño que si alguien esperaba una canción triste que busque una mejor ocasión. Puede que The Tubs, al igual que The Smiths o REM, sean profundos en sus planteamientos, pero el sonido tan exclusivo de las guitarras en este tipo de música nunca ha sido triste, más bien todo lo contrario.
Dos años han pasado desde la publicación de "Dead Meat", su primer larga duración que consiguió, cuando menos, llamar la atención de crítica y público, y este "Cotton Crown", segundo disco del grupo de raíz galesa pero afincada en el sur de Londres (¿qué tendrá el sur de Londres? ) que se muestra como un paso hacia adelante y un crecimiento evidente al sonar más compactos como formación y con unas canciones que denotan un elaboración más madura, quizás porque la sensación de "punk do it yourself" del primer disco no es tan evidente. Un álbum corto en su presentación pero espléndidamente largo en la envoltura de arco iris y estrellas del pop intenso y profundo que alberga. Una más que brillante continuación que a poco que se den las circunstancias precisas debería catapultar a The Tubs a un escalón superior. No corren tiempos fáciles para que la calidad se imponga, pero esta banda y este "Cotton Crown" reúnen los suficientes méritos para que eso ocurra.