Por: Juan Pardo.
En gallego se denomina “fartura” a lo que abunda en exceso. Es aplicable al empacho pantagruélico, cuya incidencia repunta en el centenar de fiestas gastronómicas que tienen lugar anualmente más allá del Telón de Grelos. Curiosamente ninguna de ellas está dedicada a Siniestro Total, pese a la abundancia de su despiece. La certeza es que Siniestro Total está muerto, al menos en términos de furgoneta y directo. Hace ya dos años que cayó el primer machetazo sobre su cadáver. Y así troceado, eviscerado, sus restos dan para un banquete medieval, de esos a los que el señor feudal invita a los pobres en fecha señalada. Podría celebrarse el 31 de enero, Día Mundial del Disfraz de Gorila, o el 18 de agosto, aniversario de La Matanza de Taxis. Poco importa. Los fans somos esos indigentes mendicantes, abrumados para bien por un “farturento” ritmo de publicaciones postmortem que apunta más a buffet libre que a menú cerrado:
"Sótano Total – Un homenaje a Siniestro Total desde El Sótano de Radio 3"; VVAA (Family Spree Recordings, 2022)"
Aunque publicado en noviembre de 2022 como doble elepé, aquí lo jugoso es el espíritu radiofónico, germen del asunto. Las 24 bandas protagonistas fueron llamadas a rendir homenaje a nuestro grupo favorito por Diego RJ, conductor del programa El Sótano de Radio 3. Entre el otoño de 2019 y el verano de 2020 fueron apareciendo, en un goteo de entregas semanales, una a una, por sorpresa. La experiencia fue flipante no sólo por revelársenos la versión de turno, sino por poder escuchar a los artistas tributarios, tanto coetáneos como de nueva hornada, contar el impacto que en ellos tuvieron los vigueses. Es por ello que, toda vez que el doble álbum en plástico está agotado (una copia en Discogs se cotiza entre 40€ y 60€), es altamente recomendable acudir a la hemeroteca de Radio 3 y revivir la experiencia. Una reseña más profunda sobre participantes y contenido pueden encontrarla en esta misma web.
(https://www.elgiradiscos.com/2023/01/vv-aa-sotano-total-un-homenaje.html)
"Folla con él - Todas las versiones de Siniestro Total y sus circunstancias"; Julián Hernández (Trama Editorial, 2022)
Este libro ve la luz un mes antes de la despedida oficial del grupo. Tomando el título de la primera revisión que hicieron del “Highway to hell” de AC/DC, Julián Hernández repasa (casi) todas las versiones que saltearon el repertorio de Siniestro Total. Como en la lid de apropiarse de lo ajeno los vigueses siempre se defendieron con nota, estas páginas son una gozada para el fan. Hernández nos explica los entresijos, la génesis e inspiraciones tanto musicales como circunstanciales, así como las vicisitudes discográficas hasta llegar al resultado final. Tema a tema, desde el más ignoto hasta aquellos que usted ha coreado asumiendo incluso su autoría al combo, que hay unos cuantos casos y alguno hasta ejerce de oficioso himno galaico en bodas, bautizos y comuniones. Merece la pena descubrir ese colosal “background” de cultura musical en el seno de la banda desde su etapa más temprana, que subyace tras atrocidades como “Hoy voy a asesinarte”, por ejemplo. También es atroz que yo le haya cantado a mi hija el “Luna sobre Marín” a modo de nana sabedor del suceso inspirador de la misma, pero eso ya es cosa mía.
La caja conmemorativa del aquelarre final. Muy mejorable tratándose de un artefacto que vale cien euros. No deja de ser un tributo velado a los Sex Pistols, por lo del “lucro indecente”, aunque en el fondo el problema no es si duele o no al bolsillo. Los facsímiles de los carteles del primer y último concierto de la banda son crema y el libreto es generoso, aunque más chicha histórica, grafismo o imágenes lo redondearían. Pero el quid de la cuestión no son los cachivaches, sino lo que de verdad importa: el legado sonoro de aquel mágico doble funeral, aquí incluido en triple rodaja de elepés. Doy fe que aquello fue un fiestón, desde la electrizante entrada a ese “Tan hermoso” a dos voces (¡por fin!) que desató la algarada, hasta la comunión absoluta del “Somos Siniestro Total” más masivo jamás coreado. Todo eso quedó en el corazoncito, pero muy poco trasciende de la carne al plástico, quizás el “Tumbado a la bartola” a cargo del “pachorrento” Torrado como la más honrosa excepción. Que uno perdona voces cascadas, catarros rampantes, sonido apagado o súbitas apariciones del alborozo ambiental, no lo duden, pero es que esto suena a mil demonios. A mil millones de demonios, que diría Archibald Haddock.
Este libro se habría escrito incluso si “¿Cuándo se come aquí?” fuese el único legado de Siniestro Total. Tal es la trascendencia del disco en cuestión para el pop español. Por suerte hubo mucho más Siniestro Total en nuestras vidas. Y este libro existe en todas las realidades del multiverso, se lo juro. Sara Morales hila aquí la historia oral y coral del asunto, no sólo del artefacto. Delega el relato en los miembros del grupo y demás partes interesadas, con cuyos testimonios traza el asalto de los vigueses al Madrid de la modernidad. El eje es “¿Cuándo se come aquí?” y así se disecciona ampliamente composición, grabación, sonoridad y arte gráfica, pero el viaje es de mucho mayor recorrido: desde los orígenes del grupo hasta el postrer trauma que supuso la marcha de Germán Coppini. Una lectura de vértigo en la que el grupo supera accidentes de tráfico y episodios de hambre, surfea el éxito en océanos de esputos y sufre el “ghosting” asociado a la repentina caída en desgracia. De haber sido ese el punto final, nada descabellado según cuentan los protagonistas, la posteridad sería igualmente merecida. Léanlo, hagan el favor. Y si necesitan una reseña a mayores, la tienen en esta misma web.
(https://www.elgiradiscos.com/2025/01/sara-morales-cuando-se-come-aqui-el.html)
"Que no cunda el orden – Primeras sesiones de grabación, enero de 1982"; Siniestro Total (Munster Records, 2024)
Cuatro décadas. Lo que dura una dictadura franquista o una carrera musical de postín. Miren ustedes, en 1983, recién salido del horno el debut en largo de nuestro grupo favorito, el valenciano PP Tan Sólo grababa su infrahit “Quiero ser guitarra de Siniestro Total”. En 2023, 40 años después, los garageros puertorriqueños Davila 666 daban a luz una versión del mismo tema. Esa es la dimensión de Siniestro Total: universal, longeva y epidémica. Otros 40 años son los transcurridos desde que la maqueta de la banda cambió de manos en la plaza de España madrileña hasta ser oficialmente ofrecida al mundo, convenientemente plastificada. Nueve temas, los primeros grabados por el grupo como tal tras incorporar como voceras a Germán Coppini. Eran el grueso de aquella cinta que Jesús Ordovás radió, temeroso y estupefacto por el contenido y la reacción posterior. Historia. El atentado sonoro lo completaban las tres canciones grabadas por Costas, Hernández y Torrado bajo el nombre Mari Cruz Soriano y Los Que Afinan Su Piano, aquí ausentes por aquello de la rigurosidad histórica. Si bien es cierto que escucharla hoy tiene regusto arqueológico, nada amable, quien no sienta debilidad por salvajadas como “Gusanos en tu alcoba” o “No me gusta bailar” ni es fan ni lo merece.
Acto fundacional – Cine Salesianos, 27 de diciembre de 1981; Siniestro Total (Munster Records, 2025)
Hay grabaciones que aportan más por lo documental que por lo estrictamente musical. El “Impuesto revolucionario” de Eskorbuto, por ejemplo: posiblemente el peor directo jamás grabado del rock estatal, pero Iosu cagándose a micro abierto en la “puta madre” de Paco es, miren por donde, lo más punk jamás grabado del rock estatal. Del estreno sobre un escenario de Siniestro Total, aquellas lejanísimas navidades de 1981, conocíamos algún fragmento sonoro y sus circunstancias, éstas sí ampliamente relatadas. Ahora llega la versión integral en elepé, sin cortes, con desempolve de canciones inéditas. Que sí, que la escucha igual no es el pandemonio que esperan muchos, que ya Julián confesó en su día que era la primera vez que se sentaba en una batería de verdad. A lo mejor es que el ”picorsito” está en dejarse trepanar por el sanador “¡¡¡EXTERMINIO!!!” con que Coppini sacó las agallas de quien lo lleva en la sangre. En poco más de un año estos pipiolos asaltarían locales capitalinos, luciendo cuero y dinosaurios de goma y epatando con su lectura aberrante de la modernidad. Antes tuvieron que perder el miedo a sí mismos. He aquí el testimonio.
"El balance de los daños"; Mikel Clemente (Hormigón Estudio, 2025)
Las andanzas de Siniestro Total han sido contadas una y mil veces en mil y un formatos. Con intención antológica hay algunas muestras. Libros como el ya lejano “Apocalipsis con grelos” que recorría la primera década de vida del grupo, aún válido pese a anteponer lo homérico al hecho en sí. La mediana edad motivaba la publicación de “Tremendo delirio”, de lectura voraz por lo exhaustivo, aunque narrado a una sola voz. El terreno audiovisual también fue explorado ampliamente, casi siempre de la mano de Mikel Clemente. El mayor esfuerzo documental estaba en aquella obra, complemento del fantástico directo “Que parezca un accidente”, con clara intención de prevalecer pero que omitía sin pudor voces fundamentales en el relato. Todos esos “peros” del pasado apuntan a enmendarse por el realizador vasco en “El balance de los daños”. Y, por lo visto en los breves adelantos que se han podido disfrutar, da para paja. Siniestro Total no necesita un panegírico, sino una obra definitiva, su antología del copón. Por ello se nos hace la boca agua cuando se habla de “serie documental” al referirse al producto. La disfrutaremos este mismo año, según Julián Hernández, directamente en plataformas digitales una vez llegue a buen puerto el pertinente negociado de emisión.
Nada más. Por ahora. A modo de conclusión, permítanme que les confiese que pocas cosas hay más gratificantes para un coruñés, como quien suscribe, que ver inmolarse a un vigués. Y si son media docena y lo hacen sobre un escenario ni les cuento. No se escandalicen, el sentimiento es mutuo. Pero Siniestro Total era (es) mi grupo favorito del mundo mundial, con lo que tengo reacciones encontradas. Por eso me hicieron los ojos chiribitas el pasado 27 de diciembre, otra de esas fechas señaladas, cuando la banda comunicaba lo siguiente: “(…) seguiremos la labor arqueológica a la que tan febrilmente estamos dedicando nuestras vidas desde el último concierto de ST en mayo del 2022, cuando nos apeamos de la furgoneta. Y más casos y cosas adyacentes si el tiempo lo permite y la autoridad no lo impide. Seguiremos informando por las redes”. Esto es lo que los Sex Pistols, de nuevo los cito, definían como “azotar al caballo muerto” al referirse a su propio despiece. ¡Y nos parece estupendo, camaradas!