La Estrella Azul: el pago al que regresar


Auditorio de Zaragoza. Viernes, 14 de marzo de 2025.

Por: Javier Capapé. 

Gratitud. Entrega. Rasmia. Un derroche de energía y emoción inundaron de nuevo nuestros corazones. Es la magia de "La Estrella Azul". Cada vez que volvemos a los pasos de esta cinta, nos desbordan multitud de sentimientos puros, como lo hace la fantástica película en sí misma, que la noche del viernes estaba de plena celebración en la Sala Luis Galve del Auditorio zaragozano. Era la quinta cita de una mini gira que han realizado Pepe Lorente y Javier Macipe por las tres capitales aragonesas. Mano a mano con el espíritu de Mauricio Aznar por bandera. Presente en cada concierto. Recordándonos que su legado sigue latente y que su Estrella Azul habita cada vez en un mayor número de afortunados rendidos a esta búsqueda paciente y reveladora.

Más que un concierto, la noche en que llegó "La Estrella Azul" al Auditorio fue una experiencia completa. Y aunque Pepe Lorente nos espetó que "lo que pasa en el Auditorio se queda en el Auditorio" me ha resultado imposible contener las palabras. Javier y Pepe presentaron chacareras, milongas y rock remozado con aromas del Cono Sur. Generosos en palabras, nos regalaron todo tipo de comentarios sobre sus motivaciones al escoger estas canciones en el repertorio. Reímos con ellos, marcamos el ritmo de la chacarera a ochocientas manos (algunos incluso salieron a bailarlas al escenario), se nos erizó el vello y nos sentimos en plena comunión con unos artistas pletóricos (haciendo siempre honor al nombre de Mauricio Aznar), que durante casi dos horas y media fueron también nuestros hermanos.

"Vuelvo a amarte mi pueblo" fue el punto de partida. Guitarras españolas rasgadas con gusto mientras Javier y Pepe se repartían las estrofas. Camaradas desde hace más de cinco años, cuando la producción de esta película comenzó y rápidamente se vio truncada por la pandemia. ¡Quién nos iba a decir que el confinamiento global, junto a la personal peregrinación de Macipe en pleno parón obligado hasta la capilla de San Expedito, nos iba a regalar semejante obra atemporal! 

Entre ambos nos desmenuzaron pormenores acerca del significado o la composición de obras cumbre del folclore latinoamericano como "Zamba para un bohemio guitarrero", de Coquito Cáceres, "El orejano", de Jorge Cafrune o "Quiero ser luz, de Daniel Reguera. Junto a ellas, la eterna "Moliendo café", de los Más Birras, sonó aderezada con el saxo de Johnny Sierra, que acompañó al dúo cuando así era requerido.

Lo divino ("Vida y camino" o "Gracias a la vida", que cantaron junto al profesor de música de Macipe) y lo mundano ("Gatito del dulce amor" o la milonga recitada "Un perro muerto") se unieron para dar forma al breve, pero insondable capítulo de la generosidad hecha canción, como esa que reside en el Quincho, la casa de Cuti Carabajal, escenario real de las vivencias de Mauricio y de la película misma, que nuestros protagonistas hicieron presente con "Entre a mi pago sin golpear" o con la "Chacarera de las piedras", del gran Atahualpa Yupanqui, cuyo pago (su hogar, como bien nos aclaró el propio Pepe Lorente) en Cerro Colorado, también se pudo acariciar con los dedos de las manos de todos los asistentes.

El actor (y excelente cantante, todo hay que decirlo) Jorge Usón también estuvo presente para acompañar a nuestra pareja protagonista e interpretar "Aunque me duela el alma", al igual que Foncho Casasnovas, casi una leyenda del folk zaragozano y actual técnico de sonido de la banda de la Estrella Azul, que interpretó "Pensando en voz alta" y "Silbando mi delirio", una canción original surgida de toda la experiencia que ha acompañado a esta trupé en los últimos años.

El público respondió con vítores y aplausos sinceros a todas y cada una de sus experiencias abiertamente compartidas, al igual que coreó con ímpetu el clásico "No soy de aquí ni soy de allá" o la tonada dedicada a "la Telesita", santa de los perdidos que vive en la chacarera, y que nos sigue estremeciendo por su conexión con esas imágenes de la película que se han grabado de forma imborrable en nuestra memoria. Es el poder del arte hecho con valentía y honestidad, el que conmueve y perdura. Y no hay mejor ejemplo de esto que "La Estrella Azul". Sencillamente no es comparable con ninguna otra película musical, biopic o similares, así que gracias una vez más a Javier Macipe por todo lo que ha conseguido con esta maravillosa cinta, que es vida en sí misma.

Quedaban pocas sorpresas antes de terminar, pero quizá las más esperadas. Una "Apuesta por el Rock and Roll", que como sus intérpretes admitieron, fue el origen de todo. La chispa que prendió la mecha en Javier Macipe de adolescente para caer rendido ante la personalidad y obra de Mauricio Aznar. Nos contaron su periplo para conseguir el apoyo del propio Bunbury (decisivo en un momento en el que el proyecto podría haber hecho aguas) y nos la ofrecieron transformada como pedía la velada, en forma de chacarera. Por su parte, y transcurrido ese momento clave, Pepe Lorente se transformó, con sus gafas y su deje característico, con su "pitera", en el mismísimo Mauricio para presentar a su amigo del alma, a su mano derecha. Gabriel Sopeña salió a escena y nos cautivó con las palabras que desde "la noche" le había transmitido su amigo, y con él mismo interpretó "Cass".

Todo el grupo ya unido, Jorge Usón, Gabriel Sopeña, Johnny Sierra, Pepe Lorente y Javier Macipe afrontaron la canción que da título a este proyecto con la autenticidad como apuesta y la rasmia por montera. Con la solemnidad requerida, pero con un punto de desparpajo espontáneo propio del mismo Mauricio. Seguros de que se sentiría orgulloso de hacer realidad su pequeño gran sueño de unir las dos orillas del Atlántico con la música, que es el vehículo que nos hermana. Y de nuevo, con esos versos reveladores que nutren "De los pagos el olvido", versos con los que, sin pretenderlo, se despidió Mauricio y que ahora Macipe los ha convertido en canción, resonó ese "camino a la noche larga, pero camino al amor", que es filosofía de vida y espíritu que guía. Como la propia "Estrella Azul", que se ha convertido para todos, pero muy especialmente para los dos protagonistas que nos deleitaron con su directo (y sendos Goyas en sus manos), en nuestro faro y testigo, en esa apuesta generosa por nuestro particular e insustituible rock and roll.