No lo tenían fácil Ilegales a la hora de afrontar un nuevo trabajo en su discografía. Si echamos la vista atrás para acudir a su extensa trayectoria, encontraremos un buen puñado de álbumes que se mueven entre el notable y sobresaliente, algunos de ellos con la vitola de clásicos, no solo en opinión de sus más fieles seguidores sino también entre oyentes objetivos que saben de la grandeza que atesora la banda capitaneada por Jorge Martínez.
Por el contrario, si nos remitimos al precedente más próximo, el anterior “La Lucha por la Vida”, hallaremos un disco que tenía bastantes papeletas para no encajar a todo el mundo desde su propio planteamiento inicial. La selección de temas mostraba un intercambio de canciones “menores”, cortes rescatados de la poco reconocida etapa de Los Magníficos y algún viejo himno para cuya interpretación no dudaron en rodearse de un puñado de compañeros y compañeras escogidos bajo la única premisa de que su aporte beneficiara al resultado final de las composiciones, independientemente de su cercanía o no al imaginario Ilegal. Una apuesta arriesgada, mirada con extrañeza en una época donde las colaboraciones enlatadas y faltas de sentido campan a sus anchas en el panorama, pero que salió más que bien, sobre todo a tenor de la buena acogida que tuvo mismo, refrendada por la buena colección de “sold outs” que acompañó al grupo a lo largo de una gira que bien podría haber sido de las más largas que hayan efectuado los asturianos en toda su andadura, hecho al que sin duda ayudó la celebración del 40 aniversario con la reedición de su primera y más mítica referencia.
Tal cúmulo de elementos de inercia triunfal debió suponer una tesitura complicada como punto de partida para Ilegales, quienes han respondido a la cuestión entregando este “Joven y Arrogante”, un trabajo donde la banda ha empaquetado un conjunto de composiciones que bien podríamos afirmar recogen las distintas caras que nos ha mostrado Jorge Martínez a lo largo de su trayectoria; una especie de resumen donde cabe el espíritu punk y rebelde, el hedonismo mod mezclado con ejercicios de estilo cercanos al twist que retrotraen a su ya mencionada etapa al frente de Los Magníficos, sin por ello dejar de lado reflexiones urgentes, nocturnas y beodas correrías y digresiones poético existencialistas que bien podrían servir a la hora de firmar un epitafio sonoro para el que mucho nos tememos habrá que esperar, puesto que en este cancionero todavía se muestra suficiente nervio como para vaticinar más capítulos antes del cierre definitivo del telón.
Sensación fácilmente constatable en los apenas dos minutos de arrebatamiento que dura “Ansiedad”, ya saben ese mal común a un amplio porcentaje de la sociedad mundial, y la enigmática “El Efrit y la Envidia”; resulta complicado no dejarse arrastrar por el rock aguerrido y vaporoso que destilan en “Orfanato Minero”, una cruda y conmovedora historia capaz de poner los pelos de punta mientras retrotrae a “Enamorados de Varsovia” o “La Casa del Misterio”, antes de un vigoroso final que la eleva más allá del notable, previa al primer acercamiento al universo mod con aromas a Swinging London que encierra “Moloko”, donde apelan al orgullo de clase obrera que destilaban aquellos jóvenes que ardían en deseos de ver y ser vistos con sus mejores galas en los primeros sesenta, el otro lleva por nombre “El Face”, un homenaje a los cabecillas del fascinante universo que destacaban como elegidos y cabezas visibles para una generación crecida bajo la pobreza de la posguerra, pero que ansiaba abrazar la vida a ritmo de música, mostrando una estética cuidada a la que el propio Martínez ha sucumbido, pues es habitual verle portando ropa firmada por la marca Fred Perry, una de las marcas favoritas de la citada tribu urbana.
La atmósfera se vuelve turbia en “El Fondo de la Noche”, otro relato de madrugadas crapulosas y químicas de los que tan bien se le da personificar a Jorge, cercana en su planteamiento a cortes como “Suena en los clubs un Blues secreto”, y un paso más allá muestra su cara más bronca en “El Mundo contra Ti”, donde ataca al buenismo y los falsos dictados que se deben seguir sin desviarse del rebaño, sin opción de mostrarse crítico; antes de atacar un Rhythm and blues de categoría en “Abrirán los Cielos”, corte que de primeras pasa totalmente desapercibido, pero que a medida que caen las escuchas va ganando posiciones entre las favoritas.
Un perfecto precedente a la titular, “Joven y Arrogante”, donde Jaime Belaustegui y Willy Vijande, quien está especialmente presente y brillante a lo largo de todo el minutaje con su bajo, marcan el fenomenal paso marcial al que se suma un siempre acertado Toni Tamargo haciendo la particular relectura en clave Ilegal del poema “No Volveré a Ser Joven” del gran Jaime Gil de Biedma, presentando un acertado resumen de sus andanzas y pensamientos vitales, aderezado por un soberano videoclip donde mezclan color y blanco y negro, en el que Jorge nos mira tan altivo y desafiante como sincero, lanzando al viento el mensaje de la que bien podría ser la última canción de su discografía, en lo que supondría un cierre redondo para una trayectoria con muchas más luces que sombras a su espalda.
Ilegales han decidido grabar un trabajo fiel al espíritu de la banda, tanto en lo relativo a las letras como en las diversas sonoridades que se muestran en “Joven y Arrogante”, una mirada orgullosa a su trayectoria sin descuidar la parte reivindicativa, el afán combativo y un espíritu hedonista-existencial que siempre supusieron gran parte del encanto de los asturianos, algo que unido a lo salvaje y perfeccionista de su directo harán que volvamos a disfrutar de lo lindo con la habitual mezcla de clásicos y novedades que una vez más nos harán enardecer en el centro del pogo como ninguna otra formación estatal consigue hacerlo. Y es que pese a las arrugas y edad que nos contemplan, no olvidamos que Ilegales nos enseñaron a amar el peligro y aceptar sus consecuencias, legándonos unos cuantos recursos violentos para enfrentarlo con garantías de éxito.