Por: Álex Fraile.
Sobre gustos no hay nada escrito. ¿Cuántas veces habremos escuchado la misma cantinela? Aunque es cierto que cada cual tiene sus filias y fobias, no es menos cierto que existen bandas o artistas que caen con buen pie. ¿Por qué nos gustan tanto los Jayhawks? Hace ya unos años – aprovechando la primera gira foránea en España de una banda internacional tras la pandemia – Fernando Neira abría el debate en las páginas de El País. Sobran los motivos para adorar a la banda de Mineápolis. Algunos hablan de canciones perfectas, melodías sentidas, armonías vocales o una capacidad innata para emocionar.
En mi caso, una cosa llevó a la otra. Me encantan Petty y Young ... y ellos me abrieron la mente mostrándome el puente entre el rock y la americana. Sus canciones son piezas de artesanía, pulidas con simple perfección. Puestos a confesar, siendo del Estudiantes, creo en la máxima de que «ganar es de horteras» y siento especial simpatía por aquellos que cohabitan siempre en un segundo plano. Los Jayhawks tenían absolutamente todo para triunfar a lo grande pero no lo lograron. Algunos incluso señalan que se trata de una de las mejores bandas “desconocidas” del planeta. Sea como sea, pocos grupos son capaces de componer canciones tan hermosas como "Two Angels", "Take Me with You (When You Go)", la eterna "Blue’, "Smile" o "Tailspin" o "Save It for a Rainy Day", tan adorada por estos lares.
El binomio compositivo entre Mark Olson y Gary Louris se rompió hace demasiado. Desde entonces, cada uno sigue, a su manera, al pie del cañón. Olson actuando de vez en cuando – últimamente junto a su mujer Ingunn Ringvold o incluso con nuestro Rubén Pozo – y Louris convertido en líder de unos infatigables Jayhawks, aunque por el camino fundó esa super banda llamada Golden Smog, sin dejar de aventurarse en su carrera en solitario. Cualquier excusa es buena para acercarse al universo Jayhawks.
En esta ocasión, Gary Louris presenta su tercer disco en solitario. Si tuvimos que esperar trece años para que "Vagabonds" (2008) tuviese continuación, casi cuatro años después de "Jump for Joy" (2021) lanza "Dark Country" (Sham /Thirty Tigers, 2025). Y no lo hace un día cualquier. Esta nueva aventura en solitario de Louris vio la luz, el pasado día catorce. En pleno San Valentín.
¿Casualidades del destino? Para nada. No es ningún secreto. Este es un disco de amor, inspirado y dedicado a su esposa Stephanie Stevenson, junto a la cual se mudó a un pequeño pueblo a las afueras de Montreal, en plenas montañas de Quebec. "Dark Country es una carta de amor a mi esposa Steph, simple y llanamente", se encarga de señalar el propio Louris a cada ocasión. Grabado en su propia casa, se trata de un disco carente de artificios, despojado de demasiados arreglos. Solo él con su guitarra, su armónica, la ayuda de un piano y, en un par de ocasiones puntuales, la magia de sus amigos. Amigos como Paul Koldie, encargado de mezclar estas canciones desnudas e íntimas.
Gary Louris se encuentra en un estupendo momento vital: rebosante de serenidad; disfrutando de su longeva madurez y, sobre todo, enamorado. Sin embargo, no se trata de un disco que contagie de primeras. Invita al recogimiento, a encontrar el momento adecuado para disfrutarlo con tranquilidad. Será como las propias relaciones de amor que requieren tiempo para permear, para encontrar todos los matices, para dejar su poso.
Esta carta de amor se abre con "Getting Older", una de las canciones más logradas. Una oda acústica que aboga por no conformarse y buscar la verdadera felicidad. Por momentos, uno piensa en Petty", con esa armónica y esos acordes tan limpios. La minimalista "Couldn't Live" a "Day Without You’ no deja lugar al equívoco. Louris parece haber encontrado el verdadero amor, el aire que respirar todos los días.
Los sonidos crudos, fronterizos de ‘Dead Porcupine’ dan paso a "By Your Side". La canción más delicada y conmovedora del disco, con esos preciosos arreglos de Eleanor Whitmore. Una balada cocinada a fuego lento, con piano y armónica, que representa la cima de esta nueva obra de Louris.
Dark Country por momentos puede parecer redundante, plano, pero debe ser juzgado como lo que es, un disco sin pretensiones, personal. "Listening to Bobby Charles" vuelve ser buena prueba de ello mientras que cortes como "Two Birds" o "Helping Hand" desprenden aromas rockeros o incluso ambientales, sin alejarse ni un ápice de la hoja ruta. Una declaración de amor que termina con la cálida y sentida "Perfect Day", versión del clásico de Harry Nilsson. Así, sin alardes, con sentida devoción se dirige Louris a su querida Stephie.
El resto estamos invitados a saborear este disco con tranquilidad, para encontrar nuestro propio sentido a una obra hermosa, delicada pero no exenta de complejidad. Cierto que no parece amor a mi primera vista, pero rebosa sinceridad. No parece poca cosa.