The National: "Rome"


Por: Javier Capapé. 

No me negarán que los discos en directo tienen algo especial. Sobre todo cuando sus artistas no los tratan como discos menores o de trámite. Me vienen a la cabeza nombres clásicos como The Rolling Stones, McCartney o Genesis, y más actuales como Bunbury o nuestros protagonistas, The National. Músicos que siempre han mimado sus discos en directo, a los que incluso les han otorgado el status de discos mayores, capitales. Y es que pocos grupos saben medir tan bien la intensidad en sus directos como The National. No los he podido disfrutar in situ, pero he visto muchos de sus directos gracias a plataformas y a las retransmisiones de festivales. También he devorado sus discos en este formato y puedo entender su manera de jugar con el pulso acelerado y la contención, para lo que son únicos.

Cuando grabaron este "Rome", en su presentación en la capital italiana en junio de 2024, podría decirse que The National estaban en uno de sus mejores momentos artísticos, con su última dupla de discos bajo el brazo, pero ¿cuándo no han estado inspirados en los últimos quince años? Porque sus obras no han bajado del notable desde el mítico "Boxer". Así que todos sus discos caben en este repaso, lo que agradecemos sus incondicionales, deteniéndose en sus obras más inspiradas de madurez, así como en sus comienzos más espontáneos (sólo echamos en falta alguna parada en el maravilloso "I am easy to find").

La suavidad de "Runaway", con la que abrieron aquel concierto en Roma, se torna en arrebato rápidamente con la desgarrada "Eucalyptus", donde la voz de Matt Berninger comienza a quebrarse por su intensidad, algo que no cesará en casi el resto de la velada. Se aceleran con "Tropic Morning News", donde destacan las guitarras de los hermanos Dessner, sin olvidarnos de los sutiles aportes de la mano de los vientos, con unos eficaces músicos de sesión que acompañan al quinteto, inspirados y precisos siempre que el tema lo requiere.

Los momentos de subida contrastan con los de recogimiento, como ocurre con la delicada y muy pop "New Order T-Shirt", aunque como montaña rusa que son sus directos, tras una bajada viene una subida, y así "Don't swallow the Cap" nos increpa antes de sumergirnos de nuevo en su dominio de la contención con "Bloodbuzz Ohio".

Una de sus canciones más celebradas, "The System only Dreams in total Darkness", nos vuelve a dejar sin aliento para redimirnos seguidamente con la sutileza y el magnífico juego se guitarras de "I need my girl". Picos como "Lemonworld" o valles como "The Geese of Beverly Road" recorren la parte central del show, pero no ves que la energía decaiga, es más, podría decirse que va in crescendo gracias a remontadas como "Lit Up", con ese estribillo simple pero magnífico apoyado una vez más por los vientos, que son el complemento perfecto a la potente vibración del quinteto. Y así, entre los temas más potentes, en los que el público poco a poco va tomando protagonismo, y los más emocionantes (pero igualmente enérgicos), se va completando el repertorio. De "Alien" a "Humiliation", con su deslumbrante ingravidez y su tremendo desarrollo final, continuando por los recovecos que nos regala la punk "Murder me Rachael" o la bella postal que nos sugiere la más clásica "England".

Se intuye que la recta final se acerca cuando toma las riendas la icónica "Graceless", con un Berninger totalmente fuera de sí, y más aún con la apoteosis que supone "Fake Empire". Ahora ya solo queda tiempo para el devaneo neoexistencial y orgiástico de "Smoke Detector" llevado al extremo, junto a "Mr. November" y "Terrible Love" (aunque ésta puede llegar a despistar con sus primeros pasos más tibios pero igualmente cargada de épica) donde sentimos a Matt entre el público, dándose un baño de masas mientras berrea de puro placer. Un fuera de serie desbocado junto a una banda que es pura magia y precisión, con esa irresistible base rítmica a cargo de los hermanos Devendorf. Sencillamente colosales. Precisos en cada detalle, exigentes con cada acorde, puntillosos en cada redoble. Una máquina de placer que puede no ser apta para todos los oídos cuando se intuye descarrilar, pero que convence con su traqueteo indomable e inimitable.

No hay recordings en estas canciones, que suenan exactamente como tienen que sonar, tan cálidas como rugosas. A The National les escuchamos en pleno éxtasis. Arriba y abajo. Dominando los tempos y las emociones, siendo los dueños de los crescendos conmovedores que nos hacen sentir la conexión plena con su público, traducida con extrema belleza en la coda cantada a pleno pulmón por todo el coso romano en "Vanderlyle Crybaby Geeks", una tonada de belleza abrumadora que casi en todos sus conciertos utilizan como broche, dejando sentir que este grupo busca siempre el entendimiento puro con las almas que les rodean. Fundiéndose en uno, como atestiguamos en los últimos minutos de esta velada en forma de disco. 

Apenas han dejado fuera cinco temas de los que sonaron en Roma en el concierto que nos ocupa. Y ha sido éste y no otro el seleccionado para inmortalizar de entre los múltiples festivales en los que siempre son habituales. La duración más ajustada para formar un disco certero confirma que las canciones que han dejado en la cuneta no son estrictamente necesarias para sentir el golpe en el estómago que supone la escucha de estas veintiuna canciones excelsas, como todo lo que tocan estos neoyorquinos, maestros de la música en vivo y artífices de algunos de los mejores trabajos del rock del siglo XXI. Imparables, de talento inagotable e ingenio incansable. Un auténtico placer escuchar a pleno volumen este "Rome" (de título clásico y factura intachable) para confirmar que estamos ante una de las bandas que mejor ha sabido entender el rock mayúsculo de espíritu independiente, a la par que maduro, de los últimos tiempos.