Maestro Espada: “Si piensas en el público a la hora de hacer música, esa canción nace condenada a no tener una esencia fuerte”


Por: Antonio Gomariz.

¿A qué suena el folclore murciano? ¿Cuáles son sus instrumentos más característicos? ¿Qué referencias lo componen? Son unas preguntas a las que, a diferencia de lo que ocurre en otras regiones con cientos o miles de referentes, tanto tradicionales como contemporáneos, no es sencillo dar una respuesta. Tampoco lo era para los hermanos Alejandro y Víctor Hernández, murcianos de nacimiento, pero asentados en Madrid y Barcelona, cuando decidieron formar Maestro Espada y emprender un viaje de regreso a casa para sumergirse de lleno en el folclore huertano, sus gentes, sus costumbres, sus historias, sus instrumentos, que les acabó llevando mucho más lejos de lo que imaginaban. 

En este proyecto, culminado con un álbum homónimo lanzado por Sony Music en septiembre del pasado año, Maestro Espada han tenido como aliado al productor Raül Refree. Con su primer álbum, Alejandro y Víctor han creado un collage tan intimista como expansivo en el que laúdes y castañetas comparten espacio en sintonía total con sintetizadores y guitarras eléctricas distorsionadas. Siempre con un compromiso innegociable con encontrar aquello que les emociona y con canalizarlo a través de la música. 

El dúo murciano presenta su LP de debut el próximo 5 de febrero La Sala del Movistar Arena en marco del festival Inverfest, tras agotar todas las entradas en el Teatro Circo de Murcia, y encara un año que los llevará por salas, auditorios, teatros y festivales de España y Europa

Ya han pasado varios meses desde que vuestro disco está en manos del público y habéis copado las primeras posiciones de no pocas listas de lo mejor del año. ¿Os esperabais esta acogida? 

Alejandro: Ha sido una sorpresa vernos en los tops nacionales de medios generalistas como el ABC, El País o El Mundo porque es un disco que tiene que ver con el folclore murciano, que es una tradición musical bastante desconocida y que nosotros no habíamos visto tratada desde otras perspectivas. Es un disco hecho desde el cariño y desde la curiosidad, pero, al mismo tiempo, pensamos que tiene esencia pop. Hemos trabajado mucho tiempo hasta conseguir dar con algo que nos emocionara, algo que también nos llevó a una sensación de aislamiento en la que no vimos latir el disco con el público durante dos años en los que estuvimos como en una cueva. Así que no sabíamos bien lo que esperar y estamos muy agradecidos. 

Es que, pese a que el álbum se publicó en septiembre de 2024, han pasado más de dos años y medio desde que “Murciana” salió como primer single. Unos plazos que no son los más habituales en estos tiempos de inmediatez. 

Alejandro: Sí que es poco habitual, pero no hemos soltado una canción hasta que no nos parecía que estaba en su mejor punto. Al principio sí que había un calendario más o menos trazado, pero hubo un momento cuando vimos todo el trabajo que teníamos por delante y también la complejidad de cuadrar agendas con Raül Refree, nuestro productor, y las nuestras, que estábamos girando con Guitarricadelafuente, en el que decidimos parar y hacerlo con calma. Empezamos a bajar bastante a Murcia y fuimos tirando del hilo de algunas joyas que queríamos conocer un poco más profundamente, seguir jugando con instrumentos que no habíamos tocado nunca y que nos caían en las manos. Esto nos permitió acercarnos a esta música por primera vez porque, a pesar de ser llamados tradicionales, nosotros en Murcia no los conocíamos. Realmente el disco se ha hecho a tiempos lentos y cuando ha estado terminado es cuando hemos puesto en marcha el plan de lanzamiento. 

¿En qué momento se incorporó Raül Refree al proyecto? ¿Qué ha aportado su trabajo en la producción?

Alejandro: Nosotros lo admirábamos desde hacía mucho tiempo y seguíamos su carrera y poder trabajar estas canciones con él era como nuestro sueño. Cuando le mandamos las cosas que habíamos hecho y se interesó de primeras, fue un subidón increíble que nos conectó mucho con el proyecto. Él, por un lado, está muy en contacto con diferentes folclores, pero, por otro lado, es una mente super inquieta y super curiosa a quien no le gusta hacer dos veces lo mismo, sino ir a la contra, hacer cosas que ni el propio artista se espera y desafiar la expectativa. Eso también nos aseguraba que el disco no iba no iba a ser redundante con otros folclores y nos tranquilizaba que compartiera esa curiosidad con nosotros por intentar encontrar un espacio nuevo que nos emocionara a los tres y que no se pareciera necesariamente a cosas contemporáneas nuestras. 

¿Y Sony? Porque un trabajo tan personal, particular y ecléctico no es lo que a simple vista esperas de un disco en el que “haya metido mano” una discográfica multinacional. 

Alejandro: La verdad es que nos sorprendió que les interesara el disco y que quisieran sacarlo a pesar de no tener los números o el corte, a priori, más comercial con el que ellos trabajan. Aunque es cierto que Sony en los últimos años sí que mira hacia artistas como El Niño de Elche, María Aznar, Silvia Pérez o Rita Payés y tienen un catálogo diverso que también atiende a estas cosas. Nuestra ambición después de hacer el disco era intentar que llegara a más gente y abrir públicos. Además, cuando llegó a su mano ya estaba completamente acabado, masterizado y terminado el diseño… Así que ha habido libertad creativa total en ese sentido. Sencillamente han trabajado el lanzamiento con cariño y nosotros estamos agradecidos. 

La verdad es que, a nivel de producción, se nota el mimo puesto en cada canción, con un proceso propio y elementos muy diferentes para cada una. 

Alejandro: Totalmente, sí. La producción, siendo muy minimalista, e intentando hacer más con menos, ha resultado una especie de collage expansivo, imaginativo y bastante fantasioso. Ha sido todo un viaje a nivel tímbrico con canciones susurradas y muy intimistas que pasan a la electrónica y a partes más ruidistas… En ese sentido, tiene mucho que ver el hecho de que nosotros no partimos del folclore y no tenemos interiorizados sus modismos, sino que ha sido una fascinación muy, muy reciente. Así que nuestra mirada ha sido desde otros estilos que compartimos con Raúl, como el rock, las partes más sucias o las instrumentales más alargadas. Fuimos probando sin ningún tipo de límite, algo que creo que se refleja en la dificultad para encasillarnos en un único lugar. 

¿Y qué tal está siendo la experiencia de trasladar las canciones al directo? 

Alejandro: El directo está siendo un continuo juego, un continuo cambio y un desafío a toda lógica y economía del trabajo. Nos gusta revisarlo cada poco tiempo, que nos parezca estimulante todo el rato y que sea diferente al disco. Estamos súper contentos con el disco, pero desde el principio queríamos que el directo fuera otra cosa y que llevará más lejos los caminos, estirar esas ideas y llevarlas a un sitio más potente. No solo escénicamente, sino a nivel de sonido, forzar un poco más tanto las partes más rítmicas e intensas como las más susurradas y tranquilas para ubicar a lo bestia esas emociones o esas ideas que están sugeridas en el disco. 

¿Cómo os complementáis musicalmente tu hermano y tú a la hora de la composición, la grabación, el directo, y el proyecto así en general? 

Alejandro: La esencia del proyecto es que cuando nos ponemos a tocar y a cantar juntos, apoyamos la emoción en sitios parecidos, tenemos un flujo parecido a la hora de llegar a los cambios de acorde, a las armonías, el hueco que cada uno encuentra a la hora de cantar en los silencios que dejamos… Sale bastante fluido porque nos emocionan las mismas cosas y, en ese sentido, teníamos claro que el germen de las canciones iba a ser más potente si salía de tocarlas juntos. Quizás en este proyecto yo he estado un poco más pendiente de la letra y Víctor de las armonías y de los estribillos. Él tiene unas cadencias más luminosas y yo he tirado por el sitio más oscuro, más ruidista. 

¿Y qué tal gestionáis el hecho de unir tan estrechamente lo profesional con lo familiar al embarcaros en Maestro Espada?

Alejandro: Creo que lo llevamos muy bien. Estábamos muy acostumbrados a trabajar separados y a tomar todas las decisiones individualmente cada uno en sus proyectos y a veces chocamos porque somos muy perfeccionistas y es normal que tengamos algunas diferencias. La mayoría de las veces son tonterías porque en lo reamente esencial, cuando estamos componiendo, estamos de acuerdo. Contar con Raül también ayudó mucho. Una figura que los dos admirábamos y respetábamos y que nos ayudaba a tomar un camino cuando teníamos varias versiones de una misma parte u otros detalles a nivel de producción. Luego, en gira, cuando uno está un poco tonto pues nos separamos, tomamos el aire y se nos pasa enseguida [risas]. 

Yendo un poco a la raíz del proyecto… ¿Cuál era vuestra principal motivación al emprender ese viaje a lo desconocido de las profundidades del folclore murciano? 

Alejandro: No teníamos ni idea de a dónde nos iba a llevar ese viaje, y eso era lo que más nos emocionaba. Llevábamos años queriendo hacer un proyecto en común y precisamente ese era un terreno que ninguno de los dos controlaba, donde no había ni hermano mayor ni hermano pequeño, ni un estilo favorito, sino que los dos partíamos de cero. Nuestro único bagaje era que a ambos nos emocionaban las mismas cosas, pero nos enfrentábamos a algo que, igual podíamos intuir porque lo habíamos escuchado de pequeños, pero no conocíamos bien. Para nosotros ha sido un viaje de descubrimiento, pero también, al vivir fuera a los dos, nos ha permitido conectarnos con cosas que, de algún modo, nos sonaban familiares, como el acento, la forma de andar, las expresiones que se usaban, la manera de describir el paisaje… Eso nos ayudó mucho a poder ubicar una emoción a la hora de cantar y de escribir nuestras propias letras. 

Has comentado que nunca habíais tocado muchos de los instrumentos tradicionales que aparecen en el disco, como puede ser la castañeta. ¿Qué tal ha sido la experiencia de aprender a tocarlos y a mezclarlos con los sintetizadores o la guitarra eléctrica? 

Alejandro: No, no hemos tenido la suerte de que alguien de nuestra familia los fabricada o los tocara ni nosotros habíamos tenido una castañeta en las manos nunca, solo los habíamos escuchado en cuadrillas o los habíamos visto en figuras del Belén de Navidad. Ha sido proceso como de conectar con el espíritu de ese niño que toca un instrumento por primera vez y no sabe cómo hacerlo. La castañeta, por ejemplo, nos flipó. En ese momento estábamos bastante metidos en la electrónica, en cajas de ritmos y sintes y, de repente, nos encontramos con que esta cosa, que es lo más humilde y fácil de hacer, a nivel de sonido era tan crudo, seco y salvaje que, al aislarlo, parece una caja de ritmos de techno. En el estudio con Raül jugábamos mucho a aislar ese instrumento tan pequeño para darle una entidad más grande, más espacio y más violencia. 

¿Hay algo de ánimo de reivindicación de lo murciano en el proyecto de Maestro Espada? 

Alejandro: La verdad es que eso creo que llega un poco más a posteriori, cuando la obra ya está hecha, la escuchamos y la compartimos, porque es a través de los ojos y la escucha de otro cuando se puede poner en valor o interpretar de esa manera. Durante el proceso creativo, para nosotros era casi un juego y, por ejemplo, con el tema del acento nos pasó clarísimamente. Cuando estábamos escuchando las cuadrillas, nos poníamos a escribir nuestras propias cuartetas octosilábicas y de golpe uno empezaba a cantar con el acento murciano, pero el otro un poco con las “eses”… Así que nos miramos y nos dijimos: “¡No, no! ¡Vamos a forzarlo y a cantarlo como lo hacen ellos!”. Ahí nos dimos cuenta de que estamos acostumbrados a, por complejo o por lo que sea, que cuando te ponen un micro delante tienes que poner un acento neutro o del supuesto castellano correcto. Entonces decidimos tirar deliberadamente más para la huerta y sentimos ese cosquilleo de atrevernos que se convirtió en enseña del proyecto. Empezó como un juego, pero, con el disco terminado, sí que se puede interpretar como reivindicación.

¿Sentíais que era el momento más propicio para un proyecto de folclore regional como el vuestro tuviera un encaje dentro de la escena nacional? 

Alejandro: Sentimos que hay atención por la música de raíces y quizás tiene que ver con eso que nos lleguen programadores de Galicia, de Cataluña, de toda España y también de Europa. Nosotros intentamos no fijarnos mucho en nuestros semejantes para no duplicarnos ni solaparnos. Porque, por un lado, nos parece muy guay que se preste atención a este tipo de proyectos con una esencia tan fuerte, pero, al mismo tiempo, también hay bastantes lugares comunes, cosas que empiezan a sonar parecidas y eso también nos da pereza. 

Por otro lado, no sé si os preocupa que al ser tan difícil etiquetaros en un estilo único y concreto os quedéis fuera de ciertos circuitos o festivales tan encorsetados por la industria… 

Alejandro: Parece un tópico, pero realmente creo que, si piensas en el público o en el circuito a la hora de componer o de hacer música, esa canción nace condenada a no tener una esencia fuerte. No es fácil, pero creo que tiene que partir de un lugar que te haga mover la cabeza o emocionarte. A veces se tarda meses u otras veces te llega en cinco minutos, pero lo que es seguro es que, si a ti te resuena, habrá gente que conecte con eso de manera genuina. Sí que nos pasa que a nivel de estrategia pensamos “¿Y esto dónde lo encajamos? ¿En el circuito más tradicional, en el circuito más experimental o más en el de electrónica?”. Hasta ahora hemos estado haciendo conciertos únicos en auditorios o teatros, en un formato con el que estamos bastante cómodos. Este verano por primera vez vamos a hacer festivales -que se irán anunciando en breve- con bandas indie y de rock y a ver qué tal funciona la incursión porque va a ser una experiencia nueva. Estamos asustados y, a la vez, entusiasmados porque hay muchos festivales que se duplican mucho en oferta y ofrecen algo muy concreto con el mismo ritmo todo el tiempo y tenemos confianza de que a la peña le molemos y lo disfruten.