Tener frente a frente a Enric Montefusco impresiona. Quizás no a primera vista por su estampa, ni porque eleve una barrera que le separe del entrevistador. Al revés, todo lo contrario, su figura desprende calma y una cercanía natural que invita a preguntarle sin titubeos ni estrategias. Mira a los ojos y responde calmado, buscando, al igual que hace en sus canciones, las palabras exactas que iluminen el camino.
El bendito problema radica en que tenerle al otro lado implica hacerlo como representante de ese genial ente creativo que responde al nombre de Standstill, una banda que no necesita carta de presentación, pues su sobrada y reconocida trayectoria ha transitado siempre la senda de lo particular, moviéndose en diversos estilos sin alejarse nunca del denominador común en la calidad compositiva de sus canciones, aderezada por la belleza, calor y dramatismo del que impregnaban unos directos convertidos en auténticas catarsis emocionales de las que costaba varios días reponerse.
En 2024, tras casi diez años de silencio, volvieron a los escenarios en el marco de una gira que rematarán en este año, donde el próximo 31 de enero estarán tocando en la madrileña sala La Riviera en el marco del festival Inverfest; una excusa repleta de responsabilidad que aprovechamos para citarnos con él y mantener esta agradable charla que ahora hacemos vuestra en la que nos dejó un grato sabor de boca.
¿Qué tal, Enric? ¿Cómo va todo?
Enric: Estoy, estamos, muy bien. Están siendo unos meses muy bonitos donde estamos recibiendo mucho cariño y nos sentimos muy afortunados de estar viviendo esto ahora mismo.
Ya hace algunos meses que arranco la gira de regreso de Standstill, me apetece conocer las sensaciones que os han embriagado al volver a ensayar, preparar viejas canciones y sobre todo subiros de nuevo juntos a la furgoneta para hacer kilómetros juntos. ¿Echabais de menos todo aquello?
Enric: Lo bonito del asunto es que el reencuentro ha sido total, ya había pasado el suficiente tiempo como para no solo cogerlo con ganas e ilusión, sino también sorprenderse. Darnos cuenta que nos llevábamos muy bien, ver que juntarnos en el local de ensayo supone un subidón o que un concierto es una especie de catarsis donde vivimos cosas que hacía mucho que no sentíamos. Ha sido muy bonito volver a sorprendernos.
“En directo, entramos en una especie de comunión y catarsis con la gente”
Un regreso aclamado y celebrado por prensa y público que no han dudado en sumarse a festejar con vosotros en directo, tras casi diez años de silencio como banda. ¿Cómo habéis recibido este golpe de calor por parte de vuestra gente?
Enric: No sé lo que ocurre con otros grupos, desde luego lo que ocurre con nosotros, de manera muy especial en esta gira, es que entramos en una especie de comunión y catarsis muy fuerte con la gente. Es increíble pensar que canciones escritas hace quince o veinte años, que dejas ahí registradas, están tan vivas y siguen teniendo tal fuerza. Sentir que a través de ellas has tocado el alma de la gente y que sigue vigente es emocionante.
“Hemos crecido, madurado y sufrido literalmente junto a nuestro público”
¿Os habéis encontrado con el mismo público que dejasteis atrás o por el contrario os dais cuenta de que durante estos años de silencio se ha producido un relevo generacional?
Enric: Evidentemente tenemos una complicidad increíble con personas que han venido a vernos en esta gira, pero ya nos han visto cinco o diez veces antes. Junto a ellos hemos crecido, madurado y sufrido literalmente juntos. Hay quienes ahora llegan con sus hijos, lo que es maravilloso. Y también hay gente que lo hacen por primera vez, que nos ha descubierto cuando estábamos parados o gente muy joven que nos está conociendo ahora mismo. Es muy bonito ver esa transversalidad y una cierta atemporalidad que hace que parezca que no ha pasado el tiempo realmente.
“Llevar a cabo esta riqueza de disciplinas y caras en las que queríamos mostrarnos muy bien trabajados nos hizo particulares”
Si por algo se caracterizaban tanto los discos como los directos de la banda era por lo impetuoso, sinuoso y emocional, además de por una perfección técnica y respeto máximo por la puesta en escena, algo que hizo de vosotros una banda única en nuestra escena. ¿En algún momento fuisteis realmente conscientes de aquella particularidad máxima que os hacía tan especiales?
Enric: Por un lado, siempre hemos sido muy conscientes de la importancia de mostrar y trabajar todos los lados tocantes a una banda, incluido lo escénico. Siempre nos lo tomamos muy en serio, lo que supuso muchos retos y problemas. Llevar a cabo esta riqueza de disciplinas y caras en las que queríamos mostrarnos muy bien trabajados nos hizo particulares y como dices tú, quizás únicos. En parte fue un motivo de desgaste y del final, una cosa va con otra. Precisamente el tiempo nos ha ayudado a vernos desde esa perspectiva. Hemos entendido que lo mismo que ahora hace que estén las salas llenas y que incluso venga más gente que hace nueve años a vernos hizo que se acabara la banda. Nos parece inevitable que cuando uno hace las cosas a su manera, abriendo camino, siendo perfeccionista e idealista en lo que hace, pague un precio. Ahora, a largo plazo, hemos visto que también hay una recompensa por aquel empeño.
Vuestros orígenes se remontan a hace más de 25 años, englobados en la escena punk-hardcore de Barcelona. ¿Qué recuerdas de aquellos tiempos? ¿Qué tiene Barcelona que ha sido el origen de tantos focos musicales posteriormente exportados a otras zonas de España?
Enric: Supongo que es una cuestión geográfica, al menos en parte. Muchas bandas y festivales importantes han pasado solo por Barcelona, o primero por allí y luego por otros sitios. En nuestros inicios como banda hemos tenido conciencia de ser meros transmisores, donde nosotros éramos los primeros que recibíamos las corrientes que llegaban del norte de Europa o América, siendo los primeros que veíamos en la primera fila de salas con treinta personas a ciertas bandas. Más tarde, empapábamos esa estética y forma de hacer a nuestra música e íbamos a otras ciudades de España donde otra gente se fijaba en las mismas cosas. Un año más tarde volvíamos a la misma ciudad y veíamos que los grupos habían cambiado en la misma dirección. Pienso que todos hemos sido transmisores de cosas que nos trascienden, no solo en la parte estética, sino también en la ética y los valores.
Sin duda alguna, hay dos momentos que marcan un antes y un después en el seno de la banda. El primero de ellos sería el fenomenal “Vivalaguerra”. ¿Cuáles eran las sensaciones de Standstill durante la gestación, grabación y posterior gira?
Enric: Contextualizando un poco la cuestión, nosotros veníamos de un momento muy crítico tras unos cambios de formación, idioma y ámbito, ya que veníamos del hardcore-punk. No sabíamos quiénes éramos, ni teníamos un público claro, además, el disco anterior, “Standstill”, no acabo de cuajar en términos comerciales, pese a que para nosotros fue un disco crucial. No encajábamos en el ambiente hardcore-punk, pero tampoco en el indie de aquel momento. De hecho, la mitad del grupo lo dejaba por no ver las cosas claras y por desgaste. La banda exigía un nivel de energía para estar activa muy potente. De esa enésima caída, de la forma que tuvimos de levantarnos y reinventarnos nació “Vivalaguerra”, un nombre que hace referencia a todo eso. Hicimos cambios de formación importantes, entró Ricky, grabamos en otros estudios y cambiamos el funcionamiento interno, pasamos a autoeditarnos. Todo aquel proceso fue el que posibilita el Standstill que ha llegado hasta aquí.
Y “Adelante Bonaparte”, donde, con todo el cariño del mundo, echasteis el resto, tanto en los directos como en la propia adaptación de las canciones y en curiosas y cuidadas ediciones que fueron en su día un auténtico objeto pensado por y para coleccionistas.
Enric: Es verdad que a nuestra escala “Vivalaguerra” tuvo mucha repercusión, era un momento en que había que hacer algo diferente y potente. Por otro lado, al menos yo como compositor, sentía que estaba todo por hacer y decir. Uno a veces siente que tiene un reto por delante, pero no hay materia como para hacerlo, aquí no pasó. Lo que hicimos fue aprovechar para hacer un espectáculo maravilloso llamado “Room”, nuestra primera apuesta fuerte por las artes escénicas, y un disco triple conceptual con un pack especial que fue una locura de realizar. Echamos el resto, desde luego.
Dicho esto, siempre me ha apetecido preguntaros algo. ¿Disfruta más Standstill en el proceso de gestación, durante las semanas de estudio de grabación o en los directos?
Enric: Cada uno de nosotros te diría cosas distintas. Tenemos roles y personalidades diferentes. En mi caso, disfruto mucho en casa, jugando y probando, como si fuera un laboratorio, aunque disfrute mucho del directo y lo necesite. Mi hábitat diario natural es el de estar jugando y creando, especular, probar y leyendo para nutrirme. Todo muy focalizado en esta construcción sucesiva que supone una canción. Las grabaciones las sufro demasiado, es el peor momento. Hay que concretar las posibilidades infinitas, toca despegar las incógnitas a todos los niveles. Siempre pienso que todo se puede hacer mejor, soy muy perfeccionista. Renunciar a algo que se podía haber hecho mejor lo sufro mucho, sé que suena a frivolidad. Y luego está el directo que siempre ha sido muy agradecido. Aunque no me gusta ir de gira, estar por ahí, ni toda la industria del directo, pero la comunión con el público es mágica.
Y en una sociedad donde todo es tan inmediato, efímero y a veces cutre. ¿Cómo vive el día a día una banda que cree en el poder del arte y las sensaciones?
Enric: Se vive con fe. Hay que tenerla en el ser humano y en pensar que cuanto más hondo buscas en ti, más te acercas al otro. Cuanto más te radicalizas en tu particularidad y en hacer las cosas a tu manera, más ofreces a los demás y más valor tiene. Al enfocar todo así, se vive con frustración. Uno es consciente de que lo que ofrece podría llegar y ayudar a más gente para acompañarlos. Y no lo hace por cómo funciona el mundo y la cantidad de agentes que existen remando en otra dirección. Genera frustración como digo.
Después de esta gira. ¿Qué se van a plantear los chicos de Standstill?
Enric: Lo que pasará después del último concierto es que nos tendremos que sentar a hablar. Sentimos que ahora toca disfrutar del instante, que lo estamos haciendo muchísimo. Asimilaremos y reposaremos todo para luego tomar las decisiones entre todos. Veremos si se puede seguir y en qué términos con una carrera hacia la que sentimos mucho respeto. El tiempo nos ha dado perspectiva para ver que hay que mimar la carrera y el legado de lo que hemos hecho. Si hacemos algo, lo haremos sin concesiones ni rebajas. Y como el mundo no lo pone fácil, pensaremos mucho antes de hacerlo.