Maika Makovski está de vuelta y lo hace desde la valentía más absoluta, dejándose llevar sin miramientos y con paso decidido. Salta al vacío sin arnés de seguridad para seguir siendo más ella que nunca. Su nuevo trabajo, “Bunker Rococo”, resuena sugerente desde su propio título, apelando por igual a un hipotético espacio de seguridad y a un estilo artístico cuyos postulados estéticos apostaban por lo abundante, excesivo y refinado, perfecta definición para una colección oscura donde las sonoridades más clásicas del rock se funden con sorprendentes y acertados arreglos aportados por sintetizadores, vientos y cuerdas que dan vida a un trabajo tan heterodoxo como coherente.
En este particular “tira y afloja” al que nos tiene acostumbrados con cada disco, Maika ha buscado muy dentro de sí, mostrando sus emociones y poniéndolas en común con el tic-tac diario de un mundo repleto de incertidumbres al que nos invita a observar desde el recogimiento y la belleza, tal y como nos comenta en esta entrevista que hoy hacemos vuestra. Os dejamos con la compañía de una mujer muy interesante que, como ya es costumbre, ha vuelto a firmar uno de los más valientes y mejores trabajos de este año al que hace pocas semanas dijimos adiós.
¿Cómo estás, Maika? ¿Qué tal va todo? ¿Qué sientes al ver la nueva criatura ya al alcance del público?
Maika: Siento mucha alegría porque estas ideas ya no estén golpeando en mi cabeza. Que ya no sea algo solo mío, poderlo compartir y que esté en manos de la gente.
Hace ya tres años, que parecen de lo más lejanos, nos regalaste “MKMK” que para nuestra web fue el mejor trabajo de rock nacional de aquel curso.
¿Sentías responsabilidad a la hora de grabar una continuación que estuviera a la altura de semejante obra?
Maika: Nunca lo vi así, por suerte. Hubiera sido un peso añadido que no puede hacer bien. Sentía la responsabilidad de creer mucho en las canciones que sacara en este disco. A veces pasas dos o tres años conviviendo con las mismas, no es poco tiempo, así que tampoco es cuestión de sacar solo canciones que te medio gusten. La responsabilidad era no conformarme con poco.
Ahora vuelves “Bunker Rococo”, un título que no sé si pronunciar en inglés o castellano, todo sea dicho. Otro capítulo en tu particular “tira y afloja”.
Un trabajo donde conviven muchas Maikas Makovskis, un conjunto de canciones en las que lo íntimo se funde con lo expansivo, lo clásico con sonoridades más modernas, dando forma a un disco con múltiples caras que, sin embargo, conviven en armonía. ¿Era ese el verdadero reto al que te enfrentabas? ¿Cómo se consigue dotar de unidad a una serie de composiciones tan distintas?
Maika: Por suerte el título se puede decir en dos idiomas. En otras ocasiones lo he puesto más complicado con los nombres de los álbumes, me da gusto que este lo podáis pronunciar (Risas). A veces resulta difícil dotar de unidad a un disco, siempre hay una manera que es muy efectiva, que la paleta de colores que utilizas, en este caso de sonidos, esté delimitada. Si las canciones tiran a muchos lados diferentes, al menos tienes la unidad del sonido, de las texturas y del momento, ya que por suerte no he grabado una canción en enero y otra en junio, algo que se notaría. Y luego, quieras que no, son canciones de autor, al cien por cien. Es verdad que tengo una panavisión de lo que es la música y también de lo que creo que es mi visión de la música. Puede chocar en un primer momento cuando encuentras en un mismo trabajo una canción con estructura muy pop y otra que tiende al jazz o rock crudo, pero cuando te pones en la frecuencia del disco hay un hilo conductor que soy yo misma, mi voz de autora. En otras ocasiones he intentado meterme dentro de un corsé, veía con miedo la expansión estilística, creía que no se entenderían o que daría como resultado algo muy dispar. Esta vez he intentado colmar mis necesidades creativas, representar a todas las Maikas que conviven dentro de mí, las que he ido mostrando poco a poco, en lugar de intentar mantenerlas a raya para mostrar a la Maika más intimista en otro trabajo. He intentado que se den la mano. Ha sido un reto, la verdad.
Incluyes cuerdas, vientos, sintetizadores y sonidos más “estándar” de banda con guitarras. ¿Era algo que tenías ya en mente al arrancar el proceso de composición o fue algo que fuiste viendo que te reclamaban las canciones?
Maika: Hay canciones que salieron antes de que me diera cuenta que había un concepto en la cabeza. Hubo un punto de inflexión durante la composición donde me interesó buscar la hermandad de sonidos, que es uno de los grandes conceptos del disco. Quería que estuviese la parte eléctrica y acústica conviviendo con sintes y otros sonidos que siento muy cercanos a mi carrera. Desde luego que era un concepto premeditado, pero ya te digo, a partir de cierto momento.
Es un auténtico collage donde por primera vez te atreves con ritmos macedonios, la pregunta que me surge a la hora de escuchar esta fiesta sonora es clara. ¿Hasta qué punto te ha ayudado la labor del productor, Ali Chant, para domar a esta fiera?
Maika: He contado con él porque le conozco de otros dos discos que grabé con John Paris. Sabía que junto a él iba a sonar bien, aunque la realidad es que no sabía que iba a ser mi productor, esa fue la novedad. Le he llevado muchas maquetas bastante finalizadas, donde las canciones tenían ya un carácter cuando llegaron a él, pero el momento en que empiezas a grabarlas en serio, dentro del estudio, hay cosas que se definen. Incluso dudas que puedo tener acerca de si decantarme por un sonido u otro se disipan con su toma de decisiones. Esos son los puntos y detalles más importantes a la hora de que un disco tenga su identidad y unidad. En esos últimos detalles está Ali tomando decisiones muy importantes.
Siguiendo con el tema de las colaboraciones podemos encontrar a Donny McCaslin, saxofonista con una trayectoria abrumadora, colaborador de, entre otros, David Bowie. También al enorme Howe Gelb y al genio catalán Xarim Aresté, un viejo conocido. No te has cortado lo más mínimo a la hora de darte lujos.
Maika: Sí, Xarim Aresté y yo nos conocemos muy bien. Me ayudó mucho en tres discos, “MKMK”, “Thank you for the Boots” y “Desaparecer”. Le admiro, siempre querría que tocara conmigo, aunque entiendo que tiene un proyecto y ya tocaba que hiciera lo suyo. Sin embargo, cuando tengo una canción como “Head of the Century”, donde sentía que faltaba algo, mi primer instinto es llamar a Xarim. Ya sabes que él no solo es guitarrista, que lo es y soberbio, pero puede tocar cualquier cosa y tiene una idea de la producción maravillosa, muy similar a la mía. Es de las personas que más me han entendido en el mano a mano. Y luego está Howe Gelb, al que conozco desde que tenía 19 años, algo de lo que ya hace tiempo, aunque realmente Nos hicimos amigos desde que fui a grabar el anterior disco en Tucson. Tiene una manera de entender la música muy propia que admiro tanto. Además, tiene una voz que te hace derretirte, que la ponga en una canción mía hace que me muera del gusto al oírlo. En cuanto a Donny McCaslin, admiro mucho el “Blackstar” de Bowie, lo he oído mucho, no solo porque sea el último de Bowie, sino porque musicalmente es una salvajada en la que él tiene mucha parte de culpa. Le conocí hace años, le vi tocar en directo en su ciudad, Nueva York, nos conocimos en un tributo que hicimos con otros músicos de Bowie, donde tuve suerte de cantar en varios temas. Más tarde me contacto para un proyecto que no se llevó a cabo, no sé si se hará finalmente, pero aprovechando dicha puerta le contacté porque en esta canción no podía parar de imaginarle tocando. Efectivamente, cuando nos devolvió la canción con sus pistas, nos voló la cabeza. Es alucinante lo que hace, cómo lo ve. Colabora en uno de los temas más amorfos del disco, pero él lo entiende a la perfección.
“No me quedo en lugares comunes, no me interesan como oyente”
Tampoco quisiera dejar de hacer referencia al título, “Bunker Rococo”, dos términos que pienso debes ser la única persona que ha debido unir tan seguidos en una misma frase. Pues uno hace referencia a un espacio de seguridad y otro a una forma de arte excesiva. ¿Es una forma de hacernos ver que este disco vas de tu espacio de seguridad al extremo más radical?
Maika: Seguro que sí, cuanto más caso me hago, un poco más lejos voy. No me quedo en lugares comunes, no me interesan como oyente. Y con estas canciones estaba intentando no desinteresarme, no me quería aburrir. Y sí, creo que me voy un poco más a los extremos. En el momento en que quieres romper moldes estilísticos, sin ceñirte a una estructura, tienes los pies en un abismo sin saber dónde estás yendo, y eso es todo menos confortable. Durante el proceso de composición no he estado en un lugar cómoda, he deseado llegar al final. Estaba muy incómoda. Tuve que abrirme paso con machete por los campos de zarzas de mi propia mente.
En el álbum conviven muchas atmosferas distintas, pero debo confesar que en una primera escucha pensé mucho en Kate Bush, Lou Reed y hasta Tom Waits, una sensación que se fue difuminando a lo largo de sucesivos acercamientos, pero que como confieso, ocurrió. ¿Te sorprende esto que te apunto?
Maika: No… lo puedo entender. Los he escuchado a los tres, me gustan mucho, han conseguido maravillarme con trabajos suyos. Les admiro un montón. Lo que ocurre es que todas las influencias y referencias de este disco son inconscientes, excepto, no sé… estar viendo “Blade Runner” y pensar “esto es muy imponente y me gustaría pintar algo así”. Y de repente tienes un tema como “IA” o “Muscle Cars”, que tiene un tratamiento de sintes parecido al de la BSO “Blade Runner”. Jamás hubiera dicho que citaría a Vangelis como referencia, jamás. Supongo que he escuchado tanta música, me han calado hondo tantos estilos y he escrito tantas canciones que a estas alturas creo que estaba lista para no tener referencias en mente, simplemente dejar que fluyeran a través de mí.
“La era tecnológica, lo solos que estamos, la conexión y desconexión… son temas a los que siempre he dado muchas vueltas en mi carrera”
He caído en bucle ante “My Head is a Vampire”, su atmosfera y la crudeza de lo que cantas, ese miedo a la soledad, a la noche y esa necesidad de que alguien permanezca al lado cuando nadie parece darse cuenta tan común a muchos de nosotros. ¿Es tu canción más cercana a ciertos males del siglo XXI?
Maika: Es posible, ya que en el resto del disco hay muchas letras más cripticas. Esta es más descriptiva, más directa y tiene una estructura pop muy clara. Tuve que sacar los fórceps para la letra de esta canción, cosa que no me pasa nunca. Le di muchas vueltas. Sabía dónde iba y lo que quería decir muy claramente, pero las palabras no se dejaban ver muy fácilmente. Es curioso que me digas esto, hay mucha gente que está conectando con este tema sin haber sido single. Debe ser que sí, son palabras que describen el momento, algo de lo que hablo en este disco. La era tecnológica, lo solos que estamos, la conexión y desconexión… son temas a los que siempre he dado muchas vueltas en mi carrera, pero ahora, con el gran ruido que nos rodea, quizás es más fuerte la necesidad de escribir sobre ello.
“Este mundo me resulta incomprensible y oscuro”
A colación del título también me he puesto a mirar a “The Brotherhood”, “Serie B” y “Spanish Inquisition”. ¿Puede que en cuanto a títulos sea tu trabajo más oscuro?
Maika: No es un disco especialmente optimista, tiene momentos de luz, porque mi mente también los tiene. Aunque esté en la oscuridad siempre encuentro motivos para mirar hacia fuera, pero me cuesta mirar al mundo y ver la luz claramente, ver un futuro esperanzador y no ver el peligro en la dirección a la que vamos. Me interesa mucho la ecología, más allá de la música, es mi batalla, ya que pienso que todos elegimos las nuestras. Y es lo que más me toca. Solamente ver cómo nos conducimos en los ritmos de producción, las grandes catástrofes, las extinciones masivas y las migraciones por cambio climático… mientras seguimos como María Antonieta comiendo tarta como si nada, que es otro comentario social de los videoclips y la estética del álbum. Me resulta incomprensible y oscuro. Así que sí, hay cierta oscuridad en el disco.
“El recogimiento es algo bellísimo e infravalorado”
También hay tiempo para la esperanza en “Hunch of the Century” y hasta para el amor en ese cierre maravilloso con “The Door”.
Maika: No, no todo es oscuridad. Ya te digo, voy buscando la puerta hacia afuera y la encuentro. Hay un final donde hablo de encerrarse con el amor y con uno mismo. Es un encierro elegido y positivo, ya que siempre vemos la oscuridad como algo negativo y para mí no lo es. Para mí el recogimiento es algo bellísimo y cada vez más infravalorado.
“Soy una persona visual, vengo de bellas artes, cuando compongo una canción muchas veces empiezo a ver colores e imágenes”
Antes has hablado de pasada sobre la estética del disco, con ese toque de época, entre la elegancia y la fría oscuridad, retrotrayendo incluso a los grandes compositores clásicos como Beethoven, algo que habéis cuidado hasta el final, incluso en la estética de los vídeo-lyrics, en una línea a lo que han hecho gente como Robert Smith o David Bowie. ¿A qué se debe este hecho?
Maika: Sí, la verdad que sí. Robert Smith siempre ha llevado la misma estética, sus discos no han variado el personaje. Bowie sí se dejaba pintar por el momento y sus canciones, estaba un poco más a disposición de la canción. Creo que hago eso, soy una herramienta de la canción, que es lo más importante que compone un álbum. Soy una persona visual, vengo de Bellas Artes, cuando compongo una canción muchas veces empiezo a ver colores e imágenes, ideas que son germen de un videoclip. Cuando me viene a la cabeza el nombre del disco, las ideas se disparan. En este caso “Bunker Rococo” era un título muy fuerte como para no hacer caso, hemos ido detrás de las canciones hasta las últimas consecuencias.
Maika, ¿qué planes tienes para la gira de presentación?
Maika: Ya tengo la banda montada, es algo increíble. De un lado estará la parte “Bunker”, batería, bajo, sintetizadores y guitarra. Y por otro lado, cuatro músicos más, trombón, tromba, violín y viola. Es un directo muy potente, no nos cortamos a la hora de meter caña, pero a la vez tenemos unas posibilidades de sutileza increíbles. Hemos hecho un concierto ya, en enero arrancamos la gira en serio. Será el 17 en el Kafe Antzokia de Bilbao y el 24 estaremos en Madrid. Seguiremos en febrero por otros puntos de España y también iremos a Berlín. En verano tocaremos en festivales, os iremos informando.
“La música se merece un espacio cuidado donde suene bien y puedas ir a presentarla con garantías”
No sé si recuerdas que fuimos nosotros quienes te dijimos que se había cancelado “La Hora Musa”, el programa que con tan buen tino presentabas. ¿Cuánto se echa de menos un programa de dichas características en televisión hoy día?
Maika: Ojalá hubiera más música en la televisión. No sé qué pasó, hubo una especie de oasis o espejismo en el que parecía que la tele apostaba por la música, sobre todo la pública, que bajo mi punto de vista tiene la responsabilidad de hacerlo. De repente se desvaneció, también ocurrió en la privada. Solo quedan los conciertos de Radio3 que para mí son muy insuficientes. ¿Quién ve la tele a las tantas de la madrugada? Los músicos españoles no tienen representación en la televisión pública, ¿qué pasa no pagamos impuestos? ¿A nadie le interesa? Eso es mentira. Nunca he buscado hacer tele, sinceramente, no lo digo por rabia por no estar presentando un programa, sino porque creo que la música se merece un espacio cuidado donde suene bien y puedas ir a presentarla con garantías; más allá de hacerlo con una guitarra acústica que es insuficiente, porque nos curramos muchos las producciones y una acústica es un “coitus interruptus” muchas veces. A veces es curioso y gracioso, pero estaría bien un programa donde pudieras ir a presentar tus canciones.
“Hay un bombardeo grande de información, pero hay propuestas que evidentemente son mejores que otras”
Personalmente, creo que da mucha rabia que nos estamos quedando sin esa clase media música, sin esas propuestas de currantes que antes podían sobrevivir. Ahora todo es demasiado grande o muy underground.
Maika: Hay mucha gente haciendo trapis. Está la música de las majors y luego están los demás. La cosa es poner en valor los proyectos, escuchar y tener un criterio propio. A veces es lo que más falta en promotores y público. Habría que buscar lo que es especial. Hay un bombardeo grande de información, pero hay propuestas que son evidentes que son mejores que otras. Hay gente que sabe escuchar música y da valor a la experiencia, pero cuidado, no es tanta.