Sigue empecinada en repasar a su modo lo mejor de la música anglosajona del siglo pasado, un legado al que ella misma ha contribuido con discos de la talla de “Car Wheels On A Gravel Road” (1998), “World Without Tears” (2002) o los más recientes, “Good Souls Better Angels” (2020) y “Stories From A Rock N Roll Heart” (2023).
Esta vez se ha atrevido con The Beatles, y si bien el resultado no es tan sobresaliente como el tributo que hizo a sus “majestades satánicas”, estas versiones incluyen algunas canciones dignas de ser tenidas en cuenta, sobre todo, aquellas que nos recuerdan que el cuarteto de Liverpool también saldó su deuda con la antigua colonia. Los Beatles exploraron, llegado el momento, las orillas del Mississippi, aunque quede tan lejos de la desembocadura del Mersey.
A la dama herida la están sosteniendo sus amigos, dos de los más importantes son Tom Overby y Ray Kennedy, como ya hicieran en el último álbum firmado por la Williams en 2023. Afirma una de las canciones de leyenda que recrea en este disco que “con un poco de ayuda de los amigos” no hay nada que no puedas conseguir. De hecho, la canción y su bella letra es la expresión perfecta de la encrucijada en la que se encontraba Lucinda Williams antes de ingresar en los estudios fonográficos de Abbey Road. Algo similar a lo que sintió Ringo Starr, alentado por sus colegas de banda a que cantara “sin temor a desafinar”. Este disco no solo es un homenaje a los Beatles, sino a la amistad incondicional entre los músicos, algo que entre 1967 y 1970 (cuando se disolvió el grupo) brilló por su ausencia entre los miembros de los Beatles. A veces un grupo tiene que disolverse para valorar de otra manera el privilegio que supuso estar juntos.
Los clásicos son monstruos dormidos a la espera que alguien los despierte. Los Beatles disponen de un catálogo increíble de ellos. Todas las canciones de este disco que reseñamos pertenecen a aquellos cuatro años tan turbulentos. Con buen criterio, Lucinda (and friends) han escogido las que se avienen mejor a la languidez con la que la cantante defiende ahora sus interpretaciones. La hermosa voz de Siobhan Maher-Kennedy, mujer del productor Ray Kennedy y oriunda de Liverpool, respalda con brillantez en algunos temas a la cantante estadounidense .
A mi juicio, aunque “Don´t Let Me Down” representa un comienzo prometedor, el disco toma cuerpo a partir de la quinta canción: “When My Guitar Gentle Weeps”, que compuso curiosamente George Harrison, y dio un vuelo distinto la guitarra de Eric Clapton, otro amigo que acude a ayudar. En este caso, el guitarrista al mando es el leal compañero de fatigas, Doug Pettibone, que se queda bien a gusto, por cierto, con unos solos verdaderamente convincentes. En 2004 en un homenaje al fallecido George Harrison, Prince hizo de héroe de la guitarra delante de Tom Petty y Steve Winwood, patentando el mejor “solo” de este instrumento que se recuerda a propósito de esta canción. Echo en falta, eso sí, el característico piano al inicio de la versión original.
No es la única canción de Harrison que Lucinda asume a la perfección, el otro tema es “Something”. Es una reminiscencia realmente bella y creíble. En “Let It Be”, “Yer blues”, “I´ve Got a Feeling”, “I'm So Tired”, y en esta última, especialmente, “The Long and Winding Road”, la dama sureña se encuentra a sus anchas, acompañada por una guitarra acariciada por el delicado eco de la pedal steel guitar, que ensalza su voz herida, y por esta misma razón, veraz. Es paradójico que esta canción fuera de las postreras que los Beatles produjeron, cuando sus relaciones estaban casi rotas. Lucinda concluye con esta canción un disco que es la consecuencia de la más auténtica camaradería. ¿Era ésta la jugada oculta que la cantante pretendía realizar? ¿Exorcizar el resentimiento que se adhirió a las paredes insonorizadas de este lugar, utilizando los hechizos de palabras y sonidos que los propios Beatles grabaron aquí mismo, pese a las fuerzas disgregadoras que ellos mismos desataron? Cuando cumplamos el sueño de entrevistar a Lucinda, y un momento propicio sería la gira que le llevará por Barcelona, Vitoria y Madrid los respectivos días del 19, 20 y 21 de junio, El Giradiscos no va a renunciar a ello, a buen seguro que se lo preguntaremos.
El camino, al que se refiere esta última canción, es lo más importante, por muy sinuoso que sea, la artista norteamericana lo sabe bien. Que el camino sea largo, deseaba el poeta Cavafis con toda la razón. No olvidemos que Lucinda es la hija de un poeta. Su odisea particular continúa. Mediante canciones ajenas, pero sin desdeñar las canciones propias, Lucinda está escribiendo para la posteridad sobre el pentagrama una elegía dedicada a la música, a la amistad y a la resiliencia.