Mientras estábamos repasando las últimas listas de lo mejor de 2024 teníamos puesto un ojo en este esperado "The Human Fear", el nuevo trabajo con el que Franz Ferdinand regresaban tras siete años de silencio discográfico - el recopilatorio "Hits To The Head" de 2022 no cuenta - y con el que parecía que abrían una etapa tras celebrar sus 20 años como banda, y en el que además contaban por primera vez con la firma de Audrey Tait a la batería.
Publicado el pasado día 10 de enero, el disco no nos ha caído de sorpresa ya que había sido anunciado en septiembre del año pasado con avances de dos singles que forman parte de las nuevas once canciones. De nuevo la producción del británico Mark Ralph, con quien ya habían trabajado en el pasado, FF grabaron “The Human Fear” en los estudios AYR de Escocia, buscando un entorno tranquilo que les permitiera enfocarse de lleno en el proceso creativo. Y eso se nota, ya que el resultado es en cualquier caso un álbum muy trabajado y en el que se percibe que la banda ha buscado ese sonido que les permitiera evolucionar y madurar sin tener que mirar constantemente hacia sus dos primeros álbumes, “Franz Ferdinand” (2004) y “You Could Have It So Much Better” (2005), con los que los escoceses irrumpieron en la escena indie de principios de milenio y marcaron territorio con su Art-Pop de tintes punk. Un arranque de carrera que les ha marcado demasiado posteriormente cuando han ido encadenando errores y algún acierto. En este último grupo incluimos “Right Thoughts Right Words Right Action” (2013), con el que recuperaron buenas sensaciones, aunque tras este no consolidaron la frescura, y lo que es peor, tampoco encontraron el camino hacia una madurez artística acorde a sus inicios. Es el caso de su última referencia, el experimental “Always Ascending” (2018) .
Por el camino han perdido dos de sus miembros originales, el guitarrista Nick Mc Carthy, en 2016, y el baterista Paul Thompson, cinco años después. Pero la banda ha sobrevivido y ha seguido fiel a si misma para seguir llenando salas y publicando discos como este nuevo en el que su empeño no es otro que el seguir a la palestra. El título, “el miedo humano”, ya deja entrever que se trata de un disco introspectivo, pues se trata de un recorrido emocional a través de los miedos y de las ansiedades personales. Y con ese nudo central fluye la temática a través de ese indie rock “marca de la casa” en el que quieren dar un paso más a través de la producción instrumental.
Características que rápidamente comprobamos al escuchar “Audacious", con esa vocación de hit que arranca con su habitual riff, pero que va perdiendo protagonismo a favor del piano y de un estribillo tan épico como melódico. Pero que nadie se confunda, ya que de nuevo tenemos mucho pop bailable marcado por los ritmos envolventes, desde la electrónica “Everydaydreamer” hasta una “The Doctor” que parece robada de sus comienzos, aunque no tanto por ese teclado letal que nos meten, pasando por “Build It Up” y sus capas de instrumentos o “Night Or Day” en el que el piano y los teclados se apoderan de todo.
Con “Hoocked” se codean con el rock industrial pero también con el tecno, mientras que en “Tell Me I Should Stay” nos sorprenden y miran hacia los sesenta (¿Beach Boys? ¿Zombies del “Oracle Spectacular”?) y en “Cats” recuperan el espíritu del “Right Thoughs...” para cuadrarlo todo. Sensacionales resutan “Black Eyelashes”, con ese tono tan Ray Davies armándolo con mandolinas y pianolas, y “Bar Lonely” que sin inventar nada, dan en el clavo con esa inmediatez en las guitarras y en el estribillo con la que nos encandilaron en su día. Cierra el paquete una guitarra enmarañada propia del gran Tom Verlaine que gobierna toda “The Birds”.
Mención aparte merece la voz reverberada y grave de Alex Kapranos que nuevamente pone el sello de unas canciones que llegan de etiqueta a nivel instrumental. Si bien “The Human Fear” no busca romper esquemas, sí nos muestra a unos Franz Ferdinand más introspectivos, dispuestos a explorar con honestidad sus propias dudas y preocupaciones, pero sin renunciar a su carácter bailable a la vez que aportan un esfuerzo extra en la grabación y en la de producción, lo que consiguen equilibrar bastante bien. En definitiva, nos encontramos ante una obra sólida, cuidada y con momentos brillantes, que logra capturar las emociones humanas en una serie de canciones con las que parece que sus autores, tras dos décadas de trayectoria, demuestran que aún tiene mucho que contar.