Por: Àlex Guimerà.
Garth Hudson nació en Windsor (Ontario) el 2 de agosto de 1937 en el seno de una familia de músicos, con una madre cantante y pianista y un padre multinstrumentista. En ese ambiente musical fue criado y formado en la música clásica y en el aprendizaje del piano. Con apenas doce años, comenzó a tocar en bandas de jazz y de baile, hasta que finalmente en 1961 entró a tocar con The Hawks, banda de acompañamiento del cantante de rockabilly Ronnie Hawkins y posteriormente de un joven folkie llamado Bob Dylan. El resto es historia, desde el terremoto musical que causaron junto al de Minnesota hasta los años dorados con de The Band.
En The Band, Garth era el único miembro de los cinco que no cantaba como solista. Él fue el encargado de los arreglos, de embellecer las creaciones de sus compañeros, de compactar los distintos instrumentos, y en definitiva, de hacer el trabajo silencioso para que todo luciera. Alejado del exhibicionismo, no por ello dejaba de ser un auténtico virtuoso multinstrumentista, si bien su instrumento eran los teclados (piano, órgano Lowrey, ...), también fue un maestro del acordeón o del violín, saxofón, sintetizadores y de cualquier innovación instrumental que se le pusieran por delante. Sus grandes conocimientos musicales e ilimitadas inquietudes por la tecnología y por distintos estilos musicales (blues, jazz, country,...) aportaron brillantez a la producción de las canciones de su formación.
Seguramente siempre han sido mas conocidos Richard Manuel, Rick Danko y sobre todo Levon Helm y Robbie Robertson, pero su barba y su estilo rural llenaron de carisma los escenarios de esa icónica agrupación artística, sin la cual lo que hoy apodamos como "Americana" sería del todo distinta, y sin la cual Bob Dylan no habría podido desplegar tan espectacularmente su talento a mediados de los sesenta, al margen que no tendríamos en nuestras videotecas uno de los mejores largometrajes musicales de toda la historia ("The Last Waltz", dirigido por Marin Scorsese, 1978). Hudson, junto a sus compañeros de La Banda, arrojó un legado musical que va mucho mas allá de sus dos primeros álbumes -hablamos de las obras maestras "The Band" (1967) "Music For The Big Pink" (1968)- y que apenas duró poco más de diez años pero que marcó para siempre el rock americano, además de ser artífices del inabordable legado de las cintas del sótano ("The Basemen Tapes", Bob Dylan, 1975).
Tras su paso por The Band, al margen de las posteriores reuniones, Hudson siguió dónde más cómodo se sentía: en un puesto discreto, alejado de la fama y persiguiendo su amor a la música, lo que hizo como músico de sesión y arreglista, llegando a colaborar con grandes como Van Morrison o Leonard Cohen. Si bien no publicó oficialmente su primer álbum en solitario hasta el año 2001 ("The Sea to the North"), antes en 1980 había gravado el experimental "Our Lady Queen of the Angels" y disponible únicamente en casette y de forma limitada hasta que en 2005 finalmente se reeditó.
Afortunadamente Garth pudo vivir para el reconocimiento de The Band con su inclusión en el Rock' n Roll Hall Of Fame en 1994 y el premio Grammy a toda su trayectoria en 2008. Estos últimos años era el único del legendario quinteto superviviente, tras la pérdida de Robbie en 2023, por lo que su fallecimiento en su casa de Woodstock (New York) el pasado 21 de enero nos ha dejado huérfanos de esa manera de entender la música tan única que miró hacia la tradición americana y que la mezcló con el rock a través de una forma de tocar de la que él era, sin duda, el auténtico maestro.