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Un día es perfecto si suena esta música: "Perfect Days”, de Wim Wenders.


Por: Guillermo García Domingo.

En 1984 Wim Wenders, director alemán nacido justo cuando terminó la II guerra mundial, filmó “París, Texas”, una película capaz de cambiar la vida de cualquiera. Cuarenta años después lo ha logrado de nuevo gracias a “Perfect Days” (2023). La música vuelve a ser decisiva como lo era en “París Texas”, entonces la protagonista fue la música (extradiegética) compuesta por Ry Cooder, ahora la música proviene del reproductor de casetes que el bueno de Hirayama (interpretado por Kôji Yakusho) lleva en su pequeña furgoneta, cuando cada mañana va camino al trabajo de limpiador de baños públicos en Tokio. 

El bueno de Hirayama es uno de tantos millones de trabajadores que nos enderezamos de camino a nuestros quehaceres, remunerados normalmente por debajo de lo que merecemos, mediante la música que nos devuelve a la vida después de un sueño no siempre reparador. El coche puede ser una sala de conciertos excepcional, sobre todo, si en ella comparecen The Animals, The Kinks, los Stones, Van Morrison, Otis Redding, Nina Simone o Patti Smith, la banda sonora de esta memorable película. De camino al trabajo el protagonista da un largo rodeo por la década prodigiosa de los setenta. “House of The Rising Sun” o “Brown Eyed Girl”, o la mismísima “Perfect Day”, del hechicero de Nueva York, tienen la capacidad performativa de cambiar la expectativa de una jornada, incluso si te espera una tarea tan ingrata como la que desempeña Hirayama. Con todo y con eso este gran tipo se implica en ello con devoción cívica, haciendo suya la afirmación de Alexander Pope, “haz bien tu parte, en eso consiste la honorabilidad”. 

La novia de su compañero de trabajo, pese a su juventud, se da cuenta del poder singular de la música que escucha Hirayama. Cuando le devuelve la cinta de Patti Smith, ¡”Horses”, nada menos!, que su novio le había hurtado, le pide escucharla una vez más. ¿A quién no resucitaría esta música, la mejor de siempre, con permiso de Bach?

Lo que diferencia a Hirayama de los demás, es el modo en que presta atención  a cada instante de su vida que empieza de nuevo cada día con el ruido que hace un vecino al barrer la calle con una escoba. “Now is now” le confiesa a su sobrina, Hirayama está atento, y abraza fervorosamente la rutina. Las disrupciones recurrentes que busca desesperadamente el ciudadano contemporáneo sacan de quicio, en cambio, al japonés. El libro de Faulkner, el baño caliente y purificador, su paseo en bicicleta hasta el restaurante callejero forman la corriente en la que el protagonista se sumerge dulcemente, siempre se “ baña” en el mismo río, pero “no es el mismo agua”, apuntaría Heráclito. Así es como Hirayama concibe un “día perfecto”, estar atento a lo que pasa (tal vez registrarlo con su cámara), ese es el poder del que goza este hombre en apariencia anodino. Ocurren milagros continuamente a nuestro alrededor y nadie se da cuenta, excepto él.