Como cada año por estas fechas llegan las inevitables listas que tratan de englobar lo que para los distintos medios han sido los mejores discos editados a lo largo de todo este 2024. Desde El Giradiscos, fieles a la tradición que marcamos tiempo atrás, no hemos querido ser menos, por lo que durante las últimas semanas nuestros colaboradores han elaborado sus listas con los que para ellos han sido los trabajos más notables que han visto la luz durante los últimos doce meses, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
Presentamos a continuación la correspondiente a los veinte mejores álbumes editados por artistas internacionales. Ni qué decir tiene que podrían haber sido muchos más los elegidos, pero finalmente consideramos que ésta era una cifra lo suficientemente representativa, y que se trata de una recopilación elaborada a través del criterio único y personal de nuestros colaboradores habituales, realizada a partir de la escucha de los cientos de discos que llegan a nuestras manos cada semana y a los que, a pesar de no haber sido incluido en ésta clasificación, siempre reconocemos, como demostramos a través del trabajo que realizamos en cada una de las críticas, crónicas y reseñas publicadas en nuestra web a lo largo del año. Estos son los que a nuestro juicio representan los veinte mejores álbumes editados en el ámbito internacional, esperamos que os gusten:
Uno de los hypes de este 2024 han sido los irlandeses Fontaines DC quienes han querido expandir su música hacia fuera de su territorio para lo cual han aparcado la temática social y poética dublinesa a favor de enfoques más cinematográficos y universales. Con aumento del uso de los sintetizadores y una estética tanto hortera como moderna, la banda de Grian Chatten ya puede decir que son una referencia del indie rock de la última generación. Y la verdad es que lo celebramos.
Aplaudido rotundamente por crítica y público, el último trabajo de The Cure merece estar por derecho propio entre los mejores álbumes de la temporada. El tiempo de espera para enfrentarnos a la nueva, quizás última, “pesadilla” de Robert Smith ha sido largo, pero si atendemos a una colección de canciones que suponen el mejor trabajo de la banda desde “Disintegration”, ha merecido la pena. Composiciones calmadas, serenas y repletas de majestuosa oscuridad que a la vez suenan arrolladoras y vigorosas. Una banda mítica que recupera el brillo de antaño.
Hermanos carnales, Brian y Michael D'Addario sin embargo también son hijos de unas sonoridades atemporales que señalan hacia el influjo de armonías construídas durante décadas pasadas. Menos folk que su predecesor, el repertorio escogido para su nuevo disco escoge la pulsión eléctrica y el poso melódico del pop tradicional. Cercanas por igual a The Big Star como a los Beatles, estas canciones navegan con rumbo intenso pero evocador para trazar, por medio de un verbo existencialista, una cartografía alrededor de los sentimientos humanos.
Parece que a Beth Gibbons no le costó ni un minuto, ni un mínimo disgusto, deshacerse de la etiqueta eterna de los admirados Portishead. Sin embargo, treinta años después de debutar con una banda aún incrustada en millones de corazones, reaparece con un disco con el que no pretende hacer ruido ni figurar de repente en ninguna hipotética lista de viejas glorias intentando reverdecer supuestos laureles. Paradójicamente, consigue que este maravilloso Lives Outgrown se quede para siempre en ese pequeño pero profundo rincón del alma reservado a las cosas que perdurarán hasta el fin de nuestros días. Una voz y una personalidad intransferible que vuela por fin hacia un cielo creado a su imagen y semejanza, lleno de nuevas e inmensas capacidades.
El joven y talentoso músico estadounidense hace cumbre con su nuevo disco en la adopción particular del imaginario del rock americano. De potente lírica, sus sonidos se enfundan de traje tradicional, encarnado en Bob Dylan, como arenga el ruidismo vía Sparklehorse o hace retumbar la intensidad eléctrica a través de ilustres nombres de imponentes maneras, ya sean Neil Young o Jason Molina. Un listado de piezas sobrecogedoras que pasean por el abismo personal, a veces entonado con caustica comicidad o bajo latido intimista, mientras tejen un paisaje de emocionante escenario.
6.- Billie Eilish: "Hit me Hard and Soft"
La continuación de la acelerada carrera de la joven Eilish, tras un mericidísimo Oscar por "What I was made for?", no iba a dejar indiferente. Y este "Hit me Hard and Soft" nos recuerda que lo suyo ya no es cosa de tendencias. La estadounidense ha pensado bien su siguiente paso y nos ha sorprendido (tres años después de su último disco) no siguiendo el rumbo establecido. No esperábamos menos de la mejor voz de su generación. Lo suyo son canciones densas, donde queda muy lejos lo banal y trasciende su actitud y solidez. Da lo mismo que se mueva entre arreglos más clásicos como en "Skinny" o en el rock elástico de "Lunch", como que se escore hacia la electrónica sugerente con la que despertó en "Bittersuite" o se vaya hacia el minimalismo pop en "The Greatest". Todo le sienta a las mil maravillas a Billie Eilish en este collage sonoro que presenta sus múltiples caras, destacando muy por encima de todo su portento vocal, que reafirma que la promesa se ha convertido definitivamente en una apuesta asentada en roca para los que buscamos una artista sin límites.
El tablero geopolítico, y sus derivaciones trágicas, también es capaz de generar propuestas musicales que se revuelven contra el imperialismo occidental. El joven compositor y guitarrista tuareg se vale de su idioma autóctono, el Tamasheq, para escribir unas canciones que ligan su acervo cultural con el más rocoso sonido del rock setentero. A veces con riffs hechos de esa irrompible aleación que define a Black Sabbath o Ledd Zeppelin, y otros con la deriva atmosférica de Pink Floyd o Jimi Hendrix, este explícito álbum convierte la rabia de sentir su pueblo como un mero intercambio para mercaderes en un huracán de ritmos que piden la paz y la palabra.
“Me encuentro en el precipicio de la vida y la muerte, y me doy cuenta de ello” decía Annie Clark, la música más conocida como St. Vincent, justo antes de publicar su último álbum. All Born Screaming destila valentía. Por primera vez la artista americana produce ella sola su disco y lo hace a lo grande. Reflexionando sobre la vida, la muerte, la condición humana. Sin dejar de protestar. Sin dejar a nadie indiferente.
Credenciales retro y romanticismo exacerbado, un pie en el pop y otro en el rock clásico; una banda de sonido potente y un vocalista con maneras de estrella, pero por encima de todo, una colección de canciones que una a una, son imbatibles. Dichos ingredientes, hacen del debut de los de Chicago una llamada de atención, ya que sobre el papel tienen todo para ser una de las revelaciones de la década. El tiempo dará o quitará razones, de lo que no cabe duda es que con este trabajo se han coronado como uno de los mejores descubrimientos del año.
Gran sorpresa la que nos dio Jack White en pleno verano, pues a los clientes de sus tiendas de discos Third Man records les fue regalando un vinilo sin título. En su interior, este nuevo trabajo que también regaló digitalmente a sus fans y que posteriormente puso a la venta en formato físico. Un disco donde el de Detroit recuperaba su mejor versión de los White Stripes a base de grandes riffs, blues clásico y mucho rock n roll, dando un golpe sobre la mesa y reivindicándose de nuevo.
Reseña completa: https://www.elgiradiscos.com/2024/09/jack-white-no-name.html
11.- Vampire Weekend: "Only God Was Above Us"
Se hacen rogar entre disco y disco, pues desde el anterior han transcurrido cinco largos años, hablamos del lustroso "Father Of The Bride", pero su vuelta ha merecido la pena ya que estamos ante uno de los mejores trabajos del curso. Para la ocasión, se han superado con un sonido muy trabajado lleno de capas de instrumentaciones y ritmos caóticos para adornar esas melodías tan redondas que nunca han dejado de manufacturar. Mezcla de estilos y de formas desordenadas pero que en conjunto suenan deliciosamente.
¿Qué haces cuando tu gran proyecto vital salta por los aires? Woodland rinde homenaje al estudio de grabación que esta celebrada pareja musical de la americana montó al este de Nashville y que sin preaviso un tornado se lo llevó por delante. Todo ello les hizo reflexionar mucho. Este fantástico disco habla de la pérdida, la resiliencia, la reconstrucción. El resultado son canciones cristalinas, con el alma en cada nota, que nos bridan abrigo en el corazón, siendo imposible no estremecerse, no enamorarse de ellas.
Cuando tu legado musical es mayúsculo, mantener el paso firme se convierte en un reto de proporciones épicas; más si cabe cuando por el camino la vida te ha golpeado sin piedad, mostrándote su cara más amarga, arrebatándote aquello que amas de forma antinatural, cruel e injusta. Y en ese punto de aceptación del golpe, buscando proseguir sin mirarse demasiado las heridas, se encuentra Nick Cave, recorriendo el sendero de la esperanza y la redención; dejando atrás el fuego que le quemó para transformar sus vivencias en canciones que crecen a cada escucha y engrandecen su directo, mientras nosotros, pobres mortales, nos postramos ante él conscientes de la categoría de este Dios salvaje y misericordioso nacido en Australia.
Oculto desde hace más de una década sobre este bohemio pseudónimo, Joshua Tillman invisibilizó su firma, ya sea como intérprete en solitario o participando de la banda, para crear un personaje que se vale de escenarios opuestos, conceptuales y rítmicos, para dotar de una vida plena a su alter ego. Su nuevo disco se presenta como un suculento compendio de las virtudes adscritas a su currículum, atravesando desde la ironía al intimismo y picoteando por igual entre el pop barroco de Scott Walker o Phil Spector, la sobriedad folk de Harry Nilsson o incluso pertrechado tras una caída de ojos propia de los crooners. Al mismo tiempo que este imaginaria firma se asienta, su espacio existencial cada vez parece recrear el prolijo mundo personal de su autor.
Laura Marling se considera poco prolífica, aunque acaba de lanzar – con tan solo treinta y cuatro años – el que es ya su octavo disco. Una vuelta al folk más intimista e introspectivo de sus primeros largos. Compuesto, grabado y producido íntegramente por ella misma en el sótano de su casa de Londres, donde ha instalado su estudio, habla de las relaciones familiares, la feminidad y de su reciente maternidad, incluyendo canciones de cuna como ‘Child of mine’ o ‘Lullaby’, nanas exquisitas de corte acústico y melodías cálidas. Sin apenas percusión, la voz de Marling alcanza sonidos más completos, junto con ágiles punteos y riffs delicados envueltos en una atmósfera campestre y bucólica.
La voz del oráculo de Jessica Pratt ha vuelto a pronunciarse después de 5 años. Por mucho que diga el título del cuarto álbum de Jessica Pratt, cualquiera que lo escuché sentirá elevarse muy por encima de la superficie. La angelina Jessica Pratt pertenece a la estirpe de Laurel Canyon, de la que también formaron parte Joni Mitchel y Judee Sill. Los instrumentos aterciopelados de esta producción exquisita enaltecen la voz tan particular de la cantante. El disco solamente tiene una duración de 27 minutos, sin embargo, cuando la belleza que ha diseminado por el aire se posa en nuestro interior su efecto perdura durante mucho tiempo.
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Reseña completa: https://www.elgiradiscos.com/2024/07/jessica-pratt-here-in-pitch.html
17.- Hurray for Riff Raff: "The Past Is Still Alive"
El combativo y extraordinario proyecto de Alynda Segarra sigue añadiendo sobresalientes capítulos a una carrera que ya se expone como una de las más sugerentes que entrega la música de raíces en la actualidad. Siempre fluctuando entre la modernidad y la tradición, un acento éste que se impone en un álbum que acerca sus pasos al legado de esas voces que bajo una fórmula trovadoresca, aplicado dicho concepto a la obra de Woody Guthrie o Lucinda Williams, ejercitan el noble arte de cantar y contar historias. En este caso nos adentraremos en un fascinante itinerario donde la identidad, propia y colectiva, se convierte en eje vertebrador.
Qué bonito poder incluir a una banda italiana entre la selección de los mejores álbumes internacionales de este año. Quien tenga en su radar a The Peawees sabrá que no son unos recién llegados, pues llevan tres décadas picando piedra, dignificando la palabra rock and roll en su más amplia extensión y mostrando músculo, algo que vuelven a hacer en este brutal “One Ride”, donde dan rienda suelta a lo mejor de un catálogo que entre tú y yo es imperdible. Si no te has dado un paseo por él, ¿a qué esperas?
Reseña completa: https://www.elgiradiscos.com/2024/09/the-peawees-one-ride.html
19.- Pet Shop Boys: "Nonetheless"
El icónico dúo formado por Neil Tennant y Chris Lowe sigue siendo atemporal tras 40 años de carrera. Con su nuevo álbum, producido por James Ford, refresca su distintiva mezcla de melancolía y ritmos bailables, con temas destacados como "Loneliness", "Why Am I Dancing?" y "The Schlager Hit Parade". El disco ofrece referencias culturales, crítica social y experimentación, desde ritmos ochenteros hasta baladas clásicas con orquesta. Además, la versión Deluxe incluye el EP Furthermore con regrabaciones de éxitos, reafirmando su relevancia como leyendas del pop electrónico.
Reseña completa: https://www.elgiradiscos.com/2024/07/pet-shop-boys-nonetheless.html
20.- Yard Act: "Where's My Utopia"
Inscritos en esa escena que ha llegado para regenerar y dinamizar la herencia del post punk, el cuarteto británico da continuidad a su debut con un trabajo que esquiva la autocondescendencia para derribar fronteras. Una apertura artística que saba caer de pie, bajo una excelente pirueta, para ser capaz de flirtear con ritmos derivados del soul, el funk o el R&B, mientras no decaen sus imponentes latidos eléctricos. En ese siempre complicado paso de afianzar un debut, esta formación elige el camino menos recto, pero más suculento.