Por: Txema Mañeru.
Siempre ha sido excitante acercarse ante un nuevo disco (bueno, también a sus actuaciones) de Maika Makovski. Esto ha vuelto a suceder también con su especial y diferente “Bunker Rococo” (Cultura Rock Records). Una pena que no lo haya podido escuchar antes de dar mis votaciones con los mejores discos del año porque, de haber sido así, hubiera entrado en puestos bastante altos. Y eso que no es uno de esos discos de escucha fácil, precisamente. Tiene mucha variedad y gran amplitud de registros musicales y requiere de repetidas escuchas para ir asimilándolo. Pero cuando vas introduciéndote en él, vas descubriendo estupendos y cuidados matices que consiguen que cada una de esas repetidas y atentas escuchas vayan siendo cada vez más satisfactorias.
Ya concocíamos el original y destacado single, "Hunch Of The Century", con su ritmo 5/4 nada habitual que te traslada a un estado de hipnosis que hace que el tema te vaya enganchando. En las buenas guitarras destaca su ya habitual Xarim Aresté y el videoclip es otra pequeña obra de arte también realmente cuidada. Maika nos dice que ha rechazado muchas ideas a la hora de grabar este disco y se ha guardado muchas cosas. Por eso dice sentirse más satisfecha que nunca tras la grabación de sus siempre especiales y más que apreciables discos.
Los temas son todos bastante largos y también con variaciones dentro de los mismos De hecho el arranque del disco tiene aires a rock progresivo con una "Muscle Cars" que ya muestra mucho músculo. También muchos detalles, pues en dicho tema ya tenemos la presencia de 12 músicos y con unos arreglos y una sección de cuerda realmente atractiva. Ayuda mucho la buena producción de un Alistair Chant (Perfume Genius, Yard Act, Aldous Harding) que también mete un montón de diferentes instrumentos, programaciones y sintetizadores. Esta experimentación nos lleva a pensar en artistas como Kate Bush, Scott Walker, King Crimson o el jazz noir del “Blackstar” de David Bowie. El disco fue grabado en Bristol y se empapa un poco de esos sonidos surgidos allí, con el trip-hop más interesante a la cabeza.
Una variedad de referentes que, a través de los teclados, en una "Just A Boy" asoma algún aire progresivo pero también leves latidos funk. Un tema juguetón e inquietante con un puente melódico muy agradable en mitad de su camino. Rebajan un poco la complicación con un hermoso medio tiempo, que comienza casi como una balada, llamado "My Head Is A Vampire" y que, quizás, quién sabe si no pudiera ser un más que adecuado single gracias a unas guitarras y teclados que van creciendo mezclándose con otra lograda melodía. Algo que también sucede en una "Exotic Ingredientes" excelentemente cantada y con los buenos coros de Ali. Bobbi Relac mete unas guitarras realmente apasionantes para configurar un pop hermoso que puede recordarnos a los mejores Big Thief.
Como Maika no ha tenido nunca limitaciones musicales no le incomoda acercarse a sonidos de música clásica o experimental con una preciosidad como "The Brotherhood" que, con sus cuerdas y sus vientos, parece algo deudora de los aromas del mítica “Paris 1919” de John Cale, pero combinado con el sadcore americana a lo Smog o Sparklehorse. Eso sí, con vientos y cuerdas de marchamo clásico. Sorprendente primera colaboración estelar con el saxo y la flauta de Donny McCaslin (ha tocado hasta con David Bowie) en una "Syrinx" con algún toque que le puede acercar a Peter Gabriel o a Scott Walker, a partir de “Tilt”, o a la citada Kate Bush.
Vuelven a destacar los arreglos de cuerda fastuosos y ricos del Quartet Brossa en "A.I.", otro tema pausado con brillantes guitarras y con una Maika que canta excepcionalmente y no cansa aunque llega casi a los 5 minutos. La otra colaboración estelar es la de su amigo, y también casi habitual, Howe Gelb (Giant Sand) con su especial voz y su precioso piano en "B Series". En dicho tema vuelve a brillar con su muy personal guitarra Bobbi Relac, y tras un apacible y acústico arranque, cuando canta Gelb y esos arreglos me recuerdan a los tiempos de Giant Sand en los que todavía estaban en la banda los miembros de Calexico. Un precioso intimismo recala en una "The Spanish Inquisition" con solo 3 músicos y la propia guitarra española de Maika, dándose cita maneras experimentales con espirales de guitarras y cuidados sintetizadores, además de una interpretación bajo un estilo narrativo que remite, en cierta forma, a la mejor Patti Smith. Más ricas cuerdas y arreglos complejos aparecen en la final "The Door", también con destellos progresivos. Destacada voz y cuerdas de aromas clásicos que suponen la entrada (en este caso salida del disco) a los originales mundos musicales de una siempre inquieta Makovski que no deja de transformarse y de experimentar.
Al final el regusto que deja este trabajo es muy claro. Estamos ante un disco que va creciendo con las escuchas y en el que hay que ir fijándose en sus muchos y cuidados detalles. Detalles que también tenemos en la buena presentación con un triple digipack y un cuidado libreto todo en tonos sombríos y oscuros. Además, tiene otra carpeta por encima con el original look rococó de una Maika más orgullosa que nunca de su trabajo. Ahora a gozar de sus directos y a comprobar cómo estos temas irán creciendo y transformándose en sus siempre mutantes actuaciones.