Dice una máxima por todos conocida que “es fácil llegar, lo difícil es mantenerse”, si dicha sentencia se debe aplicar a un proyecto independiente con treinta años de antigüedad cuyo centro de operaciones radica en España, a pesar de que su cantante pase gran parte del año es un país tan lejano como Noruega, la frase de marras adquiere una categoría a la que solo pueden hacer frente unos supervivientes llamados La Habitación Roja, esa banda valenciana que lleva facturando himnos desde su creación sin acabar de obtener el estatus que deberían ostentar en nuestra cultura popular.
Algo que vuelven a demostrar con “Crear”, otra bonita colección de temas donde cantan a la vida desde la experiencia, haciendo un repaso a los malos y buenos momentos, a los instantes que permanecerán en el recuerdo y a los días que están por venir; reivindicando los pasajes complicados y los procesos dolorosos, invitando a superar las dificultades, pero sobre todo transmitiendo la necesidad de disfrutar cada instante, algo que resulta muy fácil al resonar melodías familiares convertidos ya en “sello de fábrica” del grupo que, quizás, en esta ocasión sorprendan a sus oyentes, puesto que por momentos parecen más vigorosas y oscuras que de costumbre, buscando y encontrando también tiempo para incluir sonoridades acústicas que brillan con especial sentimiento en canciones muy concretas que nos ponen directamente a los pies de su Mediterráneo, aquel que tantas vivencias los ha regalado.
Este “Crear” emociona desde su misma portada, donde se nos muestra una fotografía en blanco y negro de las progenitoras de los cuatro miembros de la banda, un bonito y emotivo gesto para el que nos es complicado encontrar palabras, puesto que jugamos a imaginar la cantidad de lágrimas derramadas por todo el equipo de LHR al comprobar el resultado final de la misma y se nos hace un nudo en la garganta, ante un signo mayúsculo de agradecimiento y amor infinito como este.
Pero es que su contenido no se queda atrás desde el optimismo de la inicial “Crear Siempre es mejor que Destruir”, pasando por “Como la Primera Vez” y “El Duelo”, donde Jorge Martí canta de nuevo en primera persona acerca de la dificultad por mantener la llama viva en los momentos complicados, o el himno monumental que nos han regalado con “Los Seres Queridos”, reivindicado lo vivido, a aquellos que ya no están y el presente al que debemos aferrarnos con fuerza y certezas; la incondicional fidelidad que muestra “Svalbard”, el vigor que desprende “La Calle de la Soledad”, con unos bajos que son una absoluta maravilla, los aires bailables que nos sorprenden con “En las Ruinas” y los aromas acústicos de “La Vida Fluyendo” y “Las Olas”, donde recupera los paisajes brillantes de Sorolla, el Mediterráneo y su infancia, retrotrayendo a Serrat o su paisano Julio Bustamante con frases que tanto fuerza podrían dar al pueblo valenciano en estos difíciles meses (“Mediterráneo, ¿qué ha sido de nuestros juegos?/ Volveremos a saltar tus olas”)y el cierre colosal que marcan de la mano de “Que Fluya el río hasta el Mar” con la que nos desarman con sentencias que explican a las claras porqué siguen escribiendo canciones tres décadas más tarde: “Déjame libre que quiero cantar/ me hace tanta falta como respirar/ me lo he ganado y tengo legitimidad/ para contar esas historias que quiero contar”.
Tras tantos años al pie del cañón, recorriendo su camino de forma libre y honesta, es una satisfacción saber que LHR ha facturado uno de los mejores álbumes de toda su discografía, algo que por extensión también colocará su nombre en un puñado de listas con lo más destacado de este año que estamos a punto de abandonar. Otra gran colección de canciones con las que siguen poniendo en valor una trayectoria en la que siempre nos han permitido acompañarlos, sin guardarse nada, invitando a que echáramos un vistazo al pasar de sus vidas y envolviendo sentimientos profundos entre certeros acordes pop capaces de dignificar al ya casi extinto mundo independiente que ellos siempre han sabido defender con honradez y orgullo, algo que muchos agradecemos de todo corazón.