Por: Javier Capapé.
Algunos dirán que es "Tommy", otros "The Wall", pero para mí siempre tendrá un aura especial "The Lamb lies down on Broadway", una de las más destacadas óperas rock de la historia. Allá por los años setenta, este género era algo común para todo buen grupo de rock que quisiera subir a lo más alto, para aquellos que querían trascender. Muchas fueron las bandas que lo intentaron, pero sólo unas pocas elegidas las que lograron con esos discos míticos un enfoque diferente en el que asentar el género musical más popular del momento. Genesis fue una de esas bandas, y "The Lamb lies down on Broadway" uno de sus discos más reconocidos y logrados. Quizá no sea exactamente una ópera rock, ni un disco temático, pero "The Lamb" es algo único.
Concebido como una obra global que narra la historia de Rael, un puertorriqueño que llega a la ciudad de Nueva York, el álbum fue el canto de cisne de Peter Gabriel en Genesis, el grupo con el que había definido un elegante rock progresivo heredero de los sonidos pastorales de la campiña inglesa a principios de los años setenta. Sus obras hasta ese momento se habían movido por terrenos épicos a la hora de contar historias de batallas y hasta de crímenes, algunas de ellas ambientadas en época victoriana y otras cercanas a la novela más surrealista o a la ciencia ficción. Pero fue ésta, la historia de Rael, la definitiva. Un cambio de rumbo que les acercaba más a un rock directo y descarnado, pero sin perder su estilo progresivo, aunque eso sí, imponiéndose la crudeza, que en momentos suponía todo un revés para los más puristas. El paso del tiempo puso al disco en su sitio, le otorgó su merecido reconocimiento entre todos sus seguidores, pero en su momento le faltó algo de comprensión, quizá debido a que supuso el fin de la era Gabriel, o tal vez por el empeño de éste en mostrar el disco en directo como una obra compacta sin salirse lo más mínimo de su orden original. Este hecho le trajo más de una crítica, unida a que el espectáculo en sí fue difícil de llegar siempre a buen puerto, terminando además las últimas actuaciones de la gira sabiendo ya que de allí saldrían como cuarteto.
Genesis perdió a su pilar más teatral, a su carisma vocal, aunque el grupo no cambió su rumbo instrumental todavía, ya que sus principales compositores, más allá de la lírica, seguían siendo Banks y Rutherford. Y además Genesis dejó para la historia un disco irrepetible, una obra inmensa y atemporal, que no ha perdido un ápice de su arrebatadora originalidad y trascendencia ni con cincuenta años a sus espaldas. La mayoría de los seguidores de la mítica banda inglesa seguirán poniendo a este "The Lamb" entre sus discos favoritos, y varios de sus temas continuarán destacando entre lo más granado de su carrera. Ahí tenemos como ejemplo el enérgico tema titular, además de la emotiva "Carpet Crawlers", la épica "In the Cage", la cruda "Back in N.Y.C." o la atrevida sección instrumental de "Slippermen", que casi nunca ha faltado en sus directos hasta su despedida hace escasos dos años. Pero esto no se queda solo en una selección de gemas a relucir entre una maraña de temas prescindibles, pues también destacan con gran entidad la más pop "Counting out time", la mágica "Lilywhite Lilith", el magnetismo espacial de "The Chamber of 32 Doors" (ésta hubiera encajado perfectamente en los primeros discos en solitario de Gabriel), la más luminosa "The Light dies down on Broadway" (reprise del tema titular) o la extravagancia de "The Grand parade of Lifeless Packaging". Es cierto que la segunda parte del conjunto adolece de una mayor espesura y ruidismo que baja el nivel con una mayor presencia de pasajes instrumentales, para recuperarlo con fuerza solamente en el último trío de canciones, donde "In the rapids" vuelve a coger el tono, terminando en lo más alto con la acelerada "It".
Con la efeméride de sus cincuenta años, Genesis publicarán una edición especial remasterizada en los estudios Abbey Road (que saldrá a la venta en la primavera de 2025) que volverá a poner sobre la mesa esta obra de arte. Vendrá acompañada de un concierto completo de la gira grabado en el Shrine Auditorium en enero de 1975 (que salvo por los bises, ya se publicó en un primer boxset de archivos de sus primeros años allá por 1998), además de un blu-ray con remezcla Dolby Atmos supervisada por Peter Gabriel y Tony Banks que promete ser una experiencia extra sensorial. Tal vez en lugar de eso se quede más bien en una edición exclusiva para completistas, pero no está de más que el disco vuelva a resonar en nuestras cabezas, que el "cordero" salga de nuevo a relucir, mucho más allá de Broadway si es preciso, porque estas obras merecen volver a ellas tantas veces como sea necesario. Siempre descubriremos algo que nos sorprenda y seguro que por muchos años que pasen encuentra nuevos adeptos que se enganchen a esta propuesta, en su día considerada adelantada a su tiempo (algo que no desentona en absoluto con lo que también hoy podríamos decir de ella).
Así es "The Lamb", un disco que trasciende la barrera del tiempo y nos llama sigilosamente la atención para que abramos sus "treinta y dos puertas" y esperemos pacientes en su misteriosa "Waiting room", para terminar volviendo a caer en las redes de "N.Y.C" junto a "The Lamia" y los "Slippermen". Toda una experiencia trascendental y casi mística (más que teatral) que quizá en su momento fuera demasiado pretenciosa, porque finalmente no sabemos si Rael es Real o todo se pierde entre la niebla de Broadway, pero que nos garantiza un viaje épico, donde sueño y realidad se cruzan, donde el rock progresivo y ese más directo (que se sugiere en la coda final de "it" con referencia directa a los Stones) se dan la mano hasta conseguir un híbrido tan sugerente como inmersivo, pero ante todo, absolutamente hipnótico.
Recuerdo acercarme a "The Lamb lies down on Broadway" con expectación, con impaciencia y ansia, cuando me estaba familiarizando con los paisajes oníricos de los Genesis de los primeros setenta. Ya como consagrado seguidor de su etapa como trio en la que lideraba Phil Collins, me adentré en un mundo nuevo dentro de la misma banda, en un mundo que me abría la mente hacia llamativos parajes sonoros. "Selling England by the Pound" y este "The Lamb" fueron mi puerta de entrada y desde entonces hasta hoy quedé atrapado en su "jaula", sintiéndome afortunado por paladear este universo, la singular esencia de una banda eterna que tiene en esta obra magna uno de sus más destacados hitos. Cincuenta años pueden ser un pestañeo si estamos dispuestos a descubrir un mundo infinito. ¡¡Celebremos que el cordero vuelve a Broadway!!