Por: Àlex Guimerà.
Fue en octubre de 2023 cuando Nacho Para vino a Barcelona para dar un concierto con su banda en la Sala Upload para presentar su disco "No Parking Tickets In The Clouds", pero también porque al mediodía presentaba su libro "Concierto para George: crónica íntima del último milagro beatle" en la mítica tienda de Discos Revolver de la calle Tallers, invitado por su amigo Jesús Moreno. Uno, que ya había leído el libro y escuchado el disco, no quiso perder ocasión para ir a ambos eventos y encontrarse con el que considero que era mi amigo también. Y digo amigo porque no encuentro otro modo de definir la relación de alguien que siempre estuvo atento conmigo, comunicativo y agradecido, compartiendo tanto sus gustos musicales como sus proyectos artísticos o demostrándome que no era el único que adoraba a los Beatles y a Bob Dylan a la vez. Nacho hacía sentir como amigos a todos los seguidores de su música, pues él, ante todo, era una persona cercana y humilde.
Recuerdo ese día cuando en Revolver, al finalizar la presentación, interpretó sólo a la guitarra "I Need You", con esa bonita voz que tenía y que emocionaba. Al terminar el acto charlamos con él y animó a mis hijos a aprender a tocar la harmónica ya que, según les dijo, era un instrumento que se podía llevar a todas partes y que les acompañaría mucho. Por la noche en la Upload pudimos gozar de su talento soplando el instrumento, como de esas canciones de estilo folk-rock (tan Tom Petty, The Band o Neil Young) que tan bien sabía componer con esas letras tan maravillosas. Un concierto que fue de muchos quilates y que envidiarían muchos artistas más consagrados tanto por el nivel instrumental como vocal. Por algo hace una década abandonó su profesión de periodista para explorar su talento y hacer lo que a él realmente le gustaba. Un tipo valiente, curtido en mil batallas como corresponsal en África, pero también como periodista de la sección cultural de El Periódico en Barcelona junto a su amigo Jordi Bianciotto (quien no quiso perderse ese día la cita con Nacho); cuando tuvo el valor de tomar el camino difícil pero que era el que le dictaba su corazón. Ese corazón que ahora nos lo ha quitado.
Pero volvamos a la noche del concierto, porque es una noche en la que demostró que él era un tipo especial, no sólo porque demostró su talento musical sino porque desplegó su simpatía y amabilidad y tuvo tiempo para saludarnos y hablar con todos y agradecernos haberle ido a ver. Lo cual es algo que uno no está acostumbrado ante un sector en el que muchos músicos ponen distancias y esconden la persona detrás del artista. Esa noche se veía a Nacho feliz, satisfecho por haber cumplido sus sueños, por hacer lo que quería y hacerlo a su manera.
Lo que percibía en las conversaciones que tuve con él por Whatsapp, como la entablada el pasado viernes 7 de diciembre (un día antes de fallecer) cuando le encargué una copia del reciente disco de la Bantastic Fand en la que celebraba los diez años de la bendita formación. Un disco que me mandó ese día y que me llegará pero sin él para comentarlo, aunque sé que estará en algún lugar junto a esas canciones que son las mías también.
Nacho tenía amigos en El Giradiscos y representaba a esos músicos que tanto adoramos desde aquí, por como luchan día a día por su arte, por como ponen alma en lo que hacen y por como hacen de la libertad su bandera. Descansa en paz y dale recuerdos a George de mi parte.