Fotografía: Mariano Rennella.
La edición de “Eternos Triana”, el recopilatorio que celebra los cincuenta años de la fundación del seminal grupo sevillano, ha sido la excusa perfecta para ponernos en contacto con Eduardo Rodríguez Rodway, mítico guitarrista del trio. Una conversación que nos ha servido para conocer la maestría y cercanía de uno de los grandes nombres de nuestra música, cuya historia, tanto en el ámbito personal como en la trayectoria desarrollada durante los años que la banda estuvo en activo, ha hecho de esta entrevista una de las más bonitas que recordamos haber tenido el placer de llevar a cabo.
Una emoción presente desde las primeras escuchas de este “Eternos Triana”, donde la remasterización de los temas y la inclusión en las pistas de pequeñas conversaciones acaecidas durante las grabaciones originales, han sabido transportarnos a un momento único, donde la magia brotó para regalarnos parte de los mejores himnos del rock andaluz.
Nunca encontraremos las palabras adecuadas para agradecer a estos adelantados a su tiempo de melena larga, amantes del rock y vindicadores de la tradición musical de su tierra un legado tan rotundo. Triana demostraron que había que “subir al cielo para ver y bajar hasta el infierno para comprender”, lo demás es historia mayúscula de la música escrita en castellano.
Se cumplen cincuenta años de la formación de Triana, efeméride que conmemoráis con la edición “Eternos Triana”. ¿Qué sientes al ver la cantidad de años que han pasado y ver el legado que nos dejasteis como banda?
Eduardo: Cincuenta años, ahí es nada…Quién lo iba a decir, en ningún momento podría pensar que iba a llegar hasta aquí. Estoy muy contento de que Warner haya apostado de nuevo por Triana en la celebración del 50 cumpleaños del grupo. La publicación de “Eternos Triana” es un valor añadido a dicha fecha. Hace un año saqué un libro escrito junto a Pablo Selma Luna, “A través del aire”, que habla de la historia real del grupo y del que llevamos dos ediciones. Realmente no solo es la historia de Triana la que comento en el libro, es el relato de un tiempo y lugar irrepetible para la cultura musical de este país.
Tu historia musical arranca mucho antes de Triana. ¿De qué forma comienzas a interesarte por la música y por tocar algún instrumento?
Eduardo: La afición la tenía desde los siete u ocho años, cuando cayó una armónica en mis manos, entones empecé a tocarla, no sé muy bien cómo. Recuerdo que se me daba medio bien. Allí practicaba los sonidos de aquel momento, ten en cuenta que nací en 1945, por lo que te estoy hablando del año 1952-53. Me dio por tocar la armónica a las siete u ocho de la mañana hasta que mi padre con gran cabreo me la quitó. Después, con dieciocho años, formé parte de un grupo de rock and roll en Sevilla, allá por el año 1963. Era uno de los primeros que se hizo en la ciudad. A partir de ahí, empecé con la guitarra eléctrica, ya que me interesaba una corriente musical que era el rock and roll.
“El rock llegó a los músicos sevillanos a través de las bases americanas, aquí el régimen franquista practicaba una censura de cojones”
Te refieres a Los Flexor´s, una banda de rock, nacido en una región como Andalucía donde el flamenco se respira en cada rincón de Andalucía, sin embargo, el rock era visto como proscrito para el régimen franquista. ¿De qué forma comienzan a llegar las nuevas sonoridades a tus oídos, imagino que por las bases estadounidenses instaladas en España a consecuencia de los Pactos de Madrid de 1953? ¿Qué bandas y artistas comenzaron a marcarte?
Eduardo: Los Flexor´s en aquel tiempo copiábamos patrones extranjeros porque no había una identidad del rock en España. Acudíamos a las bases americanas, fue desde donde nos entraron los álbumes que venían de Inglaterra y Estados Unidos, que fueron los inventores del rock. En España no había tales discos, el régimen franquista, el dictador, practicaba una censura de cojones, de hecho, teníamos que presentar las letras al Ministerio del Interior y todo aquel tipo de historias. El rock llegó a los músicos sevillanos entre los que me incluía a través de las bases americanas. Poco más adelante la aventura de Flexor´s terminó, por lo que empecé a tocar la guitarra en la calle, Sevilla es una ciudad donde el arte está a flor de piel. Los modernos estábamos con el rock and roll sin renunciar a las raíces flamencas que habíamos escuchados desde chicos, de pequeños. Por ahí, empezó toda la historia que ha marcado mi vida.
Hay que resaltar que tú eras parte integrante de Los Payos, con quien tuviste un éxito brutal gracias a “María Isabel”.
Eduardo: Sí, sí. Los Payos los fundamos en Sevilla. Triana, no, pues lo fundé en Madrid. Los Payos fue una pista de rodaje como artista, me sirvió para conocer la industria discográfica desde dentro, también para vivir grandes niveles de actuación. Me forjé como guitarrista, compositor y me hice un hueco, era uno más de la farándula. Con Los Payos recorrimos América y Europa, podemos decir que fue un gran aprendizaje.
Tengo especial cariño a esa canción, mi padre me ha contado infinidad de veces que su abuelo, mi bisabuelo, Quico, se la hacía cantar a cambio de darle un cigarrillo a escondidas.
Eduardo: Qué bueno (Risas). Aquella canción triunfó en todo el mundo. Había versiones en sueco y japonés, lo que ocurre es que el grupo duró poco, creo que fueron cuatro o cinco años. Éramos un grupo comercial de rumba, un género que por cierto se está llevando mucho ahora de nuevo. Me lo pasé muy bien con mis compañeros, les tengo un gran cariño y guardo muy buenos recuerdos.
“En el momento en que vi a Jesús de la Rosa en mi casa pensé: “ya está, tengo lo que buscaba”
Se da la curiosa circunstancia que Triana se forma en Madrid como comentas, pero imagino que tú ya conocerías a Jesús y Tele del círculo sevillano. ¿De qué forma entras en contacto con ellos?
Eduardo: A Tele le tenía contratado para Los Payos, éramos tres, pero íbamos con un grupo de refuerzo donde la mayoría eran sevillanos, ahí ya estaba Tele. A Jesús le conocí estando también con Los Payos, un día que tenía una actuación con José María Iñigo en la plaza de España. En la misma Jesús me pidió la guitarra durante un descanso, preguntándome si quería escuchar alguna de las canciones que tenía ya compuestas. Le dije que “Venga, vale, con mucho gusto”. Le vi las esencias, así que le comenté: “Vivo en Madrid, si necesitas algo, Marinelli (teclista de Alameda), sabe dónde vivo”. Con tal fortuna que apareció por mi casa, yo vivía en La Prospe en San Nazario. En el momento en que le vi pensé, “ya está, tengo lo que buscaba”.
“Triana hizo música guapa, sencilla, cautivadora…pero sobre todo con alma”
La música de Triana es una mezcla de flamenco, rock progresivo y andaluz, aderezado con psicodelia. ¿De qué manera se fue gestando el sonido de la banda y cuáles eran vuestros referentes como conjunto?
Eduardo: Evidentemente eran los grupos muy potentes que había en aquella época, debo decir que la música que se hacía en los sesenta, setenta y ochenta era magnífica. Teníamos bastante información, mezclamos el rock como música internacional que llegaba a nuestros oídos gracias a bandas como King Crimson, Pink Floyd, Jimi Hendrix…, mezclado con nuestras raíces, algo que fue un acierto sensacional. Hubo otros intentos previos en Estados Unidos para hacer algo parecido, pero sin mucha repercusión. También estuvieron Smash, sobre todo en la época en que tenían a Manuel Molina, que fue cuando se acercaron a las raíces flamencas. Triana lo que hizo fue una música guapa, sencilla, cautivadora… pero sobre todo con alma. El alma no hay que perderla nunca porque es la transmisión que se hace al público.
“La generación a la que pertenecíamos éramos “hijos del agobio y del dolor”, éramos la generación de la posguerra”
Si hay algo que destaca en Triana es el sentimiento que mostráis en vuestra interpretación de las canciones y en unas letras profundas, humanas, que supuran vida, amor y experiencia, donde no falta la crítica social y la defensa de la libertad.
Eduardo: Era lo pasional, lo que llevábamos por dentro. Con unas referencias y una ideología andaluza, alejada de los tópicos a los que se han asociado siempre a los andaluces. Lo bueno fue pasar de lo underground a lo popular, porque arrancar costó mucho. Hubo muchos trayectos, el primer disco, “El Patio”, no vendió mucho, aunque ahora sea un referente del rock de este país. Todo iba enlazado con la generación a la que pertenecíamos, puesto que la gente de mi edad y de la de los seguidores de Triana éramos “hijos del agobio y del dolor”. Fuimos la generación de la posguerra. Tratábamos de cambiar el país, poniendo nuestro granito de arena. Formamos parte de un movimiento cultural enriquecedor cuya estela siguieron otros compañeros, pues marcamos el camino a seguir a través de una música rock y de flamenco hispana. Estaban gente como Gualberto, Alameda, Medina Azahara, Cai, Raimundo Amador, Pata Negra, Imán Califato Independiente. Marcamos un camino, había uno referentes que fueron Triana para grupos de hoy en día inclusive como Derby Motoreta´s Burrito Kachimba, unos chicos sensacionales, les sigo y suenan de puta madre. Gente nueva. Nosotros mostramos el camino a seguir, cómo tener una identidad propia porque estábamos hartos de copiar patrones extranjeros.
Hay una información que se ha extendido acerca de que durante una época llegasteis a ser un quinteto con la inclusión de Lole y Manuel.
Eduardo: Nunca cuajó porque no pasó nada. Manuel Molina apareció un día por Madrid en mi casa con Tele, estábamos ensayando bulerías 5/8, eran los principios. Estuvo aquel día y se fue. Estaba enamorado de Lole, siguieron su camino, esplendoroso y magnífico. Son muy amigos míos los dos, además les adoro. Pero jamás se intentó nada, es un bulo que ha aparecido no sé de dónde. Nunca estuvieron en Triana. Me lo han preguntado varios periodistas. En mi libro cuento lo mismo que te estoy contando a ti.
“El ambiente en que creció Triana era propio de una época negra, casposa y fatídica”
Por aquellos años Sevilla era sin lugar a dudas el foco de la contracultura estatal, tal y como muestran obras del calado de “Esta vez Venimos a Golpear” escrita por Fran G. Matute. ¿Hasta qué punto era peligroso moverse en aquel ambiente?
Eduardo: Nosotros estábamos más tiempo en Madrid, donde he estado viviendo 25 años y donde he hecho toda mi carrera musical. Sacamos el primer disco en 1975, el ambiente era irrespirable, teníamos los pelos largos y fumábamos porros, en cuanto nos veía la policía franquista decían: “a por él”. A Jesús y a mí nos ha parado cientos de veces en Madrid, el ambiente era propio de lo que hacen los dictadores, propio de una época negra, casposa y fatídica para nuestra cultura y libertades. No se podía hacer nada, todo estaba prohibido por el nacionalcatolicismo.
“Gonzalo García-Pelayo realizó una gran labor por el rock callejero sevillano”
Sevilla fue la cuna de multitud de creadores, una ciudad con mucho arte, que no se entendería sin la presencia de Gonzalo García-Pelayo, un nombre clave no solo para la capital andaluza sino también para la cultura musical y cinematográfica de este país. ¿Qué destacarías de su figura?
Eduardo: Gonzalo hizo una gran labor por el rock callejero sevillano, lo que hicimos Triana era música callejera sevillana. Una figura estupenda, aunó a muchos autores y grupos con su sello GONG, como portavoz y hacedor del movimiento cultural su labor fue magnífica. Estuvo en nuestros tres primeros discos.
“En este país suele haber una negación a lo nuevo”
Hay quien divide las etapas de la banda en trazo grueso en dos épocas con las que no sé si estoy muy de acuerdo, la que representan los tres primeros discos: “El Patio”-1975-, “Hijos del Agobio”-1977– y “Sombra y Luz”- 1979-. Aquellos tres primeros discos tienen portadas que deberían estar en los museos de arte.
Eduardo: Qué bueno lo de los museos (Risas). La crítica nos ponía verdes, morados y azules. Lo que ocurre es que era una crítica que no había que tener muy en cuenta, porque les molestaba todo lo que fuera moderno y reivindicara tus raíces. Me acuerdo uno de “El País”, un tal Costa, no es que pusiera mal a Triana, sino a todos los grupos de rock. No me jodas. Había una negación a lo nuevo, cosa que en este país suele pasar. Personalmente, no le echo cuenta a lo de que nunca serás profeta en tu tierra. Dicen que luego cambiamos a los tres discos, ni lo corroboro ni me lo creo. Los tiempos cambian, no puedes mirar al siglo pasado. Triana ha tenido diferentes etapas y momentos, marcando su evolución. La gente que dice que los tres primeros son mejores… yo reivindico los seis primeros. No sé porqué los periodistas glorifican los tres primeros, dejando los tres siguientes de lado. Luego está claro, sobre gustos están los colores.
“Estoy feliz, contento con mi existencia y la dignidad y lealtad a los principios del grupo”
Para mí, “Un Encuentro” -1980-, “Un mal Sueño”-1981- y “Llegó el Día”-1983-, tienen algunas de vuestras canciones más celebradas.
Eduardo: En estos últimos hay muy buenos temas. Triana siempre ha hecho muy buenas canciones. Por eso te digo, que la división en dos etapas, no me la creo. Además, hacer un grupo y sostenerlo es muy difícil. Hay gente como los Rolling que no sé cómo duran hasta los ochenta años. Mira Serrat y Miguel Ríos, mi compadre. Yo no soy así, creo que todo tiene su tiempo, me retiré joven porque empecé muy joven. Hay tres etapas de la vida que hay que aprovechar porque es corta. Me retiré con algo más de cuarenta años. Estoy feliz, contento de mi existencia y la dignidad y lealtad a los principios del grupo.
“Triana terminó el día que murió Jesús de la Rosa”
El 14 de octubre de 1983 llega el fatídico día, el accidente que cuesta la vida a Jesús de la Rosa, al que aquellos que no conocimos todavía echamos de menos, pues el mero hecho de pronunciar su nombre nos entrecorta la respiración, por lo que dudo que podamos imaginar lo que debiste sentir tras su pérdida. ¿Qué sentisteis tras su pérdida?
Eduardo: Fue un golpe tremendo. Sentí muchísimo su muerte. Fue muy duro. Se fue el genio, el compositor, el amigo del alma. Sufrí una herida profunda, entré en una pequeña depresión. Salí adelante, aliviándome, haciendo dos discos con mi nombre y apellidos, sin tener que abusar del nombre del grupo. Para mí Triana terminó en el momento en que murió Jesús. En su día hicimos un pacto de honor, si alguno moría en carretera, se terminaba el grupo. Y yo lo he cumplido.
“Hicimos un pacto de honor, si alguno moría en carretera, se terminaba el grupo. Yo lo he cumplido”
Y, sin embargo, Triana, permanece en el imaginario colectivo.
Eduardo: Ha entrado en el corazón de la gente que ha entendido su mensaje, algo de lo que estoy orgullosísimo. Aquí está el tío, defendiendo la figura del grupo y su legado, ya con setenta y nueve años. La verdad es que estoy bien de salud, afortunadamente.
Prueba de ello es este “Eternos Triana”, donde las nuevas mezclas y sobre todo esos cortes donde se os oye hablar acerca de los pormenores de la grabación, erizan la piel.
Eduardo: Ha estado bien, la producción hace que el disco suene más brillante gracias a las nuevas tecnologías. “Eternos Triana” ha sido un golpe de efecto sensacional, Warner ha apostado con un buen equipo, lo han trabajado muy bien y se nota que cuidan el legado del grupo, algo que me hace muy feliz.
¿Hay algún grupo de nuestra música que tenga una frase más bonita en sus letras que “Yo quiero subir al cielo para ver/ Y bajar al infierno para comprender”?
Eduardo: La frase tiene su aquel. Lo que hacíamos Triana era especial, hoy en día las letras van en otro rollo, con muy buenas excepciones que confirman la regla. Es complicado superar al grupo, no me corresponde a mí decir si alguien lo hace o no, pero sé que hay gente que defiende lo que tú comentas.
No cabe la menor duda que los tiempos han cambiado y que los ritmos de consumo de la música también lo ha hecho. ¿Crees que en un mundo tan efímero como el actual Triana hubiera tenido éxito con sus canciones de largos desarrollos?
Eduardo: Seguro, segurísimo. Estoy muy seguro que tendría éxito. La gente ahora escucha más música, en aquellos tiempos era complicado tener un equipo de sonido, los precios no estaban a la altura del bolsillo. Afortunadamente, España fue recuperándose, ten en cuenta que somos un país de sentido artístico; poetas, pintores, músicos e inventores. Hay que dar un valor añadido a nuestra potencia cultural. Triana era un chute de alegría para todos, creo que dejó una esencia por y para siempre que será atemporal, gracias a la entrega y admiración de la gente. Triana nunca morirá en el recuerdo perpetuo, igual que las cosas bellas de la vida.
Qué bonita charla nos has regalado, Eduardo. Ojalá vernos en persona alguna vez en Madrid y poder darte un sentido abrazo.
Eduardo: Llevo viviendo treinta y cuatro años en los Caños de Meca. En el momento en que me retiré, me retiré. De aquí ya no hay quien me mueva, estoy pegado como una lapa.