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León Benavente: "Nueva sinfonía sobre el caos"


Por: Javier Capapé 

Nada y todo a la vez. Una invitación a parar y reflexionar sobre lo que nos rodea y a la par un estímulo para desatarse y que comience el baile. "Nueva sinfonía sobre el caos" es el quinto disco de León Benavente, la nueva propuesta de nuestro combo más explosivo que se viste de electrónica refinada para ofrecernos diez excelentes canciones con un tremendo mundo interior que crece y brilla más a cada escucha. 

El cuarteto ha lanzado este disco bajo la autoedición con su sello "Laventura", una manera de ser todavía más libre (si es que alguna vez no lo han sido). Dicen que desde Galicia han dado a luz "un trabajo directo y reflexivo, de canciones clásicas en estructura pero arriesgadas en forma, tan bailables como reflexivas", que capta toda nuestra atención desde que suenan los primeros beats de "Úsame / Tírame", un krautrock que incide en ese corto recorrido que tiene el consumo despiadado de nuestros días. Todo lo desechamos al momento de comenzar a usarlo. El devenir de los tiempos plasmado con buenas dosis de ironía, algo que no falta en estas canciones, ya que los cuatro miembros de León Benavente tienen muy claro que el sentido del humor es clave para afrontar su vida y mostrarla a través de su música. 

Aunque plagado de electrónica en sus formas gracias a la mano de su productor Martí Perarnau, el disco destila mucho más pop que de costumbre. Pop que da sentido a esa música que es cultura popular, que quiere llegar de una forma más directa y luminosa, que es lo que ocurre precisamente con "Nada". Un canto a la necesidad de parar y detenerse, a darse el gusto de desconectar en una sociedad que exige lo contrario. La cara más política o social de este grupo queda plasmada a la perfección con temas como éste o con "A la moda", que en clave de humor también hace una reflexión sobre nuestra constante exposición pública en un tema de sonido más industrial pero sin perder sus costuras pop y su actitud más rock. Sí, porque León Benavente mezclan todos estos estilos con gran soltura, dejando claro que no solo es sonido lo que imprime etiquetas en la música, sino que la actitud es quizá lo que más la define. Precisamente por eso, por contar con Martí Perarnau en el equipo, que controla a la perfección los modos de la electrónica, pero que viene del mundo del rock, los "leones" han sabido darle ese toque más orgánico a unas canciones de factura más mecánica. 

Conocíamos "En el Festín" desde hace unos meses. El primer lanzamiento de este disco nos introdujo ya en su momento en una espiral adictiva de ritmo y desenfreno, en una fiesta donde cabe todo. Y así nos sigue arrastrando, con ese bajo eléctrico que manda mientras se van sumando capas y personajes al banquete. Nada más terminar en éxtasis con esta canción nos damos de bruces con otra casi igual de efectiva (hasta me atrevería a decir más inspirada) donde las guitarras están más presentes y el cuarteto nos invita a un "Baile existencialista". Ritmo y filosofía unidos en un tema que podría resumir el espíritu del disco en global, con frases tan provocadoras y atrevidas como ese "para ser original deja tu mente a la vista", que no sabemos si nos pide más apertura de mente o despojarse de capas y ser más transparentes como medida transgresora en una época donde parece que sólo tengan cabida la pose y los likes. Dejémonos de disfraces y mostremos nuestras miserias tanto como nuestras glorias. Esa es la verdadera aventura. Algo que nos lleva directamente a la que el grupo reivindica como su canción más lograda. Una canción como "La aventura" es una auténtica perla que levanta todo un disco. Es casi un emblema (quizá por eso hayan puesto ese mismo nombre al sello con el que han autoeditado el álbum) donde el pop es el protagonista y los sintes crean adicción. Si a todo esto le añades el cameo de Iván Ferreiro con esos "no me arrepiento" que guían el tramo final del tema y que pueden interpretarse como proclama, no hay duda de que la canción es todo un acierto. 

Ya en el último tramo del álbum se suceden la más irónica "Qué cruel", la casi urbana "Brillando" o la más acelerada "Su verso", que cuenta con la colaboración en las guitarras de Emilio Sáiz y con la voz de su talismán Cristina Rodríguez, que ya encumbró en su día "Ser Brigada", uno de sus himnos más reconocibles. 

El broche final viene de la mano de "Gerry", llena de referencias reconocibles y de situaciones cotidianas que nos llevan a pensar en la necesidad de trascender mientras nuestras fuerzas no dan más de sí, cuando los momentos de dificultad se apoderan de nosotros hasta dejarnos sin fuerzas para seguir. Concreta perfectamente la necesidad de salir de esa nada, de comenzar el baile a pesar del dolor de la soledad. Todo en clave más reposada que el resto para resaltar su épica y poner fin a esta sobredosis de luminosidad electrónica y bailes existencialistas. 

Con "Nueva sinfonía sobre el caos" Abraham Boba, Luis Rodríguez, César Verdú y Edu Baos dicen sentirse más satisfechos que nunca, un paso más allá de sus anteriores obras, sin perder su esencia rock más combativa, sin alejarse de sus proclamas más sociales y políticas en sus letras, sin perder sus guitarras entre efectos y capas electrónicas y sin olvidarse de ese público que quiere más de un grupo que siempre es un reto en sí mismo, un torrente creativo. Lejos de pretender ser un disco temático, han conseguido unos temas certeros y concisos donde cada nueva canción parece llevarles un paso más allá. En sus propias palabras dicen pensar que "han llegado al lugar exacto al que se dirigían, sin saberlo, con sus pasos anteriores". Quizá por eso esta sinfonía materializada en diez intensas canciones de escaso minutaje es tan vibrante, porque nada en ella sobra y nada es banal, poniendo en orden interno el caos que nos gobierna.