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Crowded House, frío y austero recital


Palacio de Vistalegre, Madrid. Domingo 27 Octubre del 2024.

Texto y fotografías: Fran Llorente.

La banda australiana (y neozelandesa) protagonizó un concierto otoñal (muy acorde con las fecha elegida y con el tiempo lluvioso que hacía…) y por momentos plomizo, poniendo de manifiesto que las melodías pulidas que maneja el grupo y los arreglos exuberantes no están reñidas con cierto sopor a la hora de aguantar más de ciento treinta minutos de agónica función …

Neil Finn y compañía trataron de dar el do de pecho en un recinto bastante desangelado. Media entrada para contemplar el talento singular de un combo muy particular, con 8 músicos en el escenario y tres guitarristas enarbolando un pop de calidad que quedó un pelín desdibujado y especialmente, bastante gélido el día de autos. A los habituales Nick Seymour al bajo, Mitchell Froom a los teclados, se suman los dos hijos del alma mater del combo, Liam Finn (a la guitarra) y Elroy Finn (a la batería). Completan la formación Tryfon Baitsis (guitarra) y Elias Dendias (bouzoki y mandolina), dos instrumentistas griegos para poner notas de color y exotismo, amén de un percusionista añadido, Paul Taylor.

A lo hora de juzgar tan peculiar velada, le daremos un aprobado alto; sobre todo, faltó volumen de sonido y los modernos recursos audiovisuales que suelen presidir este tipo de encuentros. En medio de un escenario austero, presidido por un follaje vegetal de sinuosas formas, salieron a escena nuestros protagonistas, dejando de inicio canciones muy reconocibles como la exitosa “Weather with you” y otras perlas de similar calado: “World where you live” o “Fall at your feet”. También regalaron a lo largo de la noche diversas piezas de su último álbum “Gravity Stairs”(2024), golosinas como “Teenage Summer”, “Oh Hi” o “Thirsty”, y en el tramo final “The Howl” y “Some greater plan (for Claire)”, que arrancaron tibios aplausos entre la concurrencia.

Arbustos serpenteantes y psicodélicos para decorar el pop refinado que este “quinteto” sui-generis de las antípodas trae entre manos. Se marcaron un concierto largo, donde hubo cabida para tonadas como “Whispers and moans”, “Chocolate cake” o la versión de Split Enz, “Message to my girl”.

Probablemente con más caudal de sonido y un tiempo caluroso, como el que suele hacer en las “Noches del Botánico” (donde actuaron en 2022) hubiéramos disfrutado mucho más, pero también hay que saber adaptarse a las circunstancias adversas y de este modo, las canciones fueron cayendo como la fina lluvia que acontecía fuera del recinto. “Fingers of love”, “When you came” o “Private Universe” hilvanaron un ecuador de seda y terciopelo, donde incluso hubo espacio para marcarse una pieza de folklore griego, “Misirlou”, antes que asomaran otras rolas, más o menos previsibles como “Thirsty”, “Four seasons in one day” o “Pineaple head”. La gran esperada de la noche, “Don’t dream It’s over” y a la postre su gran hit para la posteridad, se dejó sentir en el tramo final, con Neil Finn al piano susurrando tan bonita melodía.

De alguna forma, siempre he considerado a los Crowded House como un grupo demasiado exquisito para el gran público, muy ‘One Hit Wonder’, aunque canciones conocidas tienen varias y claro, con tiempo lluvioso y otoñal, y sin el calor de un público que se mantuvo bastante frío durante toda la actuación, las composiciones no lucen igual. Pese a todo, bravo por el empeño de la banda en cuajar un aseado y hermoso recital, que tuvo en “It’s only natural”, “Some greater plan” y “Better be home soon”, las últimas andanadas de una velada tibia, que no fue del todo propicia para los que amamos el rock’n’roll caudaloso y electrizante. En fin, otra vez será.