Son ya varias semanas las que llevo describiendo el debut de Cometa en formato Lp a amigos y conocidos de forma sencilla y resumida bajo el epíteto de “maravillosa bizarrada”. Con ello pretendía referirme a esta “Fanfarria Clandestina” (Mont Ventoux) con la tercera acepción que para dicho término recoge la RAE, donde se hace referencia a algo “raro, extravagante y fuera de lo común”. Observando con estupor como dicha palabra es más ajustada de lo que creí en un momento inicial, pues sus dos significados restantes son sinónimos de términos como valiente, generoso, lúcido y espléndido. Por lo que ahora puedo afirmar con rotundidad que lo que han perpetrado Cometa es algo extremadamente bizarro.
Y no, ahora no me refiero a la descripción de lo estrictamente musical, que también, sino al hecho de que estamos ante un personalísimo trabajo conceptual. Arranca con una historia predeterminada, a modo de coartada ideológica, ambientada en el boliche de tango “El Beso”. Allí tiene lugar anualmente una batalla de bandas que, bajo el nombre de, cómo no, “Fanfarria Clandestina”, reúne a cuatro agrupaciones que luchan por hacerse con la codiciada estatuilla “Fugazzeta Dorada”, para ello tendrán que mostrar sus dotes musicales interpretando un máximo de dos canciones por barba que en la edición de este año versarán sobre “el amor”, del mismo modo que en anteriores ocasiones los temas giraron en torno a importantes cuestiones del imaginario sociocultural argentino como “Charly García” o “River a la B”.
De las bandas candidatas se nos da su nombre y una breve explicación que conviene comentar, pues son las siguientes: “Los Hooligans”, cantan al unísono, le bancan a San Lorenzo de Almagro y su lema es “Sweet and Tender Hooligan”, una cita extraída de un tema de The Smiths para alegría del siempre vanidoso Morrissey; “Los Desenamorados”, vestidos de cowboys y haciendo gala a su nombre cantan al desamor; “Los Chasqueadores”, dedicados al noble arte de hacer sonidos con sus dedos, son inofensivos según se nos comenta, y “Los Barroquianos” que en su definición aparentan ser realmente extraños.
Bajo estas huracanadas premisas uno podría esperar cualquier cosa, pero la realidad es que el contenido de “Fanfarria Clandestina” supera todo tipo de expectativas. Con total descaro Cometa es capaz de incrustarnos en mitad de una “barra brava” -tan de moda estos días en nuestro país, más si cabe ahora que los del doble rasero moral, los políticos asiduos a cierto palco y los periodistas no independientes, serviles al amo de Castellana, han pretendido estigmatizar a una afición entera por el comportamiento de unos pocos, poniéndose de perfil cuando hechos muy similares han ocurrido recientemente en otro estadio-, meter unos pasajes instrumentales de claro regusto clásico, mezclados con pinceladas krautrock, mucho rock argentino y vientos al más puro estilo Pink Floyd de temas como “Shine on your Crazy Diamond”, todo ello entre ecos de épica, cumbia barrial y pop mainstream ochentero, cantando a las distintas formas amorosas con mucho coraje y corazón, desde un indisimulado espíritu argentino.
Con “¡Dale, Cometa!” dejan clara sus intenciones, “Hemos venido a cantarnos unos temas/ y a celebrar que esta noche es una fiesta”, “Todo Por Ti”, es un rock de regusto y hechuras clásicas donde introducen un puente que es puro kraut en el que cantan a la dependencia amorosa y a la imposibilidad de romper dicho vínculo, antes de que aparezca “Supersónico”, una canción sobre la que ya se está diciendo que es su particular “Bohemian Rhapsody”, corte que sin embargo palidece al compararse con “Otra Vez” (La Cumbia de “Los Desenamorados”), puro sabor a barrio en otra inmensa composición de desamor, donde citan a parte de lo más granado del imaginario del país hermano, desde deidades futboleras como “Dibu” Martínez y Diego Maradona a músicos del tamaño de Gustavo Cerati y Charly García, cerrando la primera cara con la emotiva y delicada “Abrázame más fuerte, Abrázame para Siempre”, remitiendo directamente a “Between the Buttons” de los Stones, concretamente a bombazos como “She Smiled Sweetly”, temazo que tan maravillosamente versionaron nuestros Gabinete Caligari, bajo el título de “Ella es Dulce” en esa macarrada de álbum llamado “Privado”, llevándonos de su mano al onírico entreacto con que cierran la primera parte.
El regusto agradable en el paladar continúa con “Fugazzeta en Sol Menor”, una brutalidad donde el clasicismo, el clave y las operetas se funden con el rock épico en un tema que es pura belleza de amor existencialista, antes de asaltar las pistas de baile con el pop descaradamente comercial de “Invítame a Bailar”, una bomba que firmaría la mejor Cindy Lauper, repleta de luminosidad y optimismo contagioso con la que a buen seguro conseguirán poner a bailar a salas repletas de público. Encaramos la terna final donde la sombra del gran Fito Páez revolotea sin titubeos, fabulosamente mezclado con pasajes de rock progresivo, como demuestran en “No Creo en el Amor” y “Corazón Mareado”, que suponen dos de los momentos más brillantes de todo el minutaje, antes de cerrar de forma delicada con “Tierra Santa”, un homenaje sentido y profundo a la Buenos Aires oculta con el que cerrar un maravilloso viaje donde se nos invita a un universo paralelo en el que perfectamente nos quedaríamos a vivir de por vida.
Desde aquí solo resta felicitar a todo el equipo de trabajo que ha dado forma a esta maravillosa y sobresaliente “Fanfarria Clandestina”, sintiendo al hacerlo un punto de sana envidia. Y es que a uno no le alcanza para imaginar lo disfrutables que habrán sido las sesiones de grabación del álbum -acaecidas en el estudio Álamo Shock, bajo la acertadísima batuta de Guille Mostaza-, pero apuesto que han debido de resultar de lo más interesantes al tener que otorgar vida a una alocada idea, plantada en la cabeza de Jimmy Gómez, responsable de composición y letras de la banda, hasta dar forma a un álbum temerario e inabarcable, domado y perfectamente redondeado hasta haberlo convertido en uno de los debuts más interesantes, particulares, valientes y arriesgados que uno recuerda en muchos años. Una satisfactoria anomalía dentro de un panorama estatal adormecido que necesita de muchas más bandas tan genuinas y certeras como nuestros desde ya admirados Cometa.