Hace tres años los seguidores del “Profeta” nos preocupamos al recibir la noticia de que estaba enfermo por culpa de un linfoma. Gracias a la feliz recuperación del músico podemos disfrutar de un nuevo disco, recién publicado, que es capaz de “levantar a los muertos” como reza el título. Además, esta semana se encuentra en nuestro país para presentarlo. Después de escucharlo queda claro que regresa con la intención de guiarnos hacia nuevas tierras promisorias situadas al sur de su California natal.
¿Y si la California estadounidense y la Baja California mexicana fueran un mismo territorio cultural? ¿Cuánta distancia hay entre Tijuana y San Diego? ¿Pensábamos que la cumbia que ha atravesado el continente desde Argentina hasta México pasando por Colombia iba a detenerse en la frontera de EE.UU.? Todas estas preguntas reciben respuesta en “Wake The Dead”. El rock fronterizo que propone Chuck Prophet se cuela entre los resquicios de los muros existentes o por existir. Desde hace un año se puede visitar en Madrid una exposición muy ambiciosa sobre el muro de Berlín (establecido en 1961). En una de las salas pueden contemplarse varios objetos que evocan el interés que a ambos lados del muro (la Alemania Federal y la Alemania Oriental) despertaba el jazz. Los aficionados del lado comunista se las ingeniaban, con la colaboración de los del otro lado, para hacerse con los discos más preciados de ese género, y lo mismo sucedía con los álbumes de Bob Dylan, The Velvet Underground o The Rolling Stones. La música no entiende de fronteras físicas y políticas.
“Wake The Dead” es mucho más que un arrebatador disco de cumbia grabado junto a ¿Qiensave? (banda formada por los hermanos Cortez y Alejandro Flaco Gomez) y un número considerable de invitados. Los créditos reconocen que se ha grabado y mezclado entre California, Austin (Texas) y Nashville. A lo largo de esta asombrosa ruta musical Chuck ha cosechado un puñado de canciones que representan los géneros musicales más egregios de la música norteamericana. “One Lie For Me, One For You” es una portentosa balada soul arropada por coros gospel; “Sugar into Water” es un ejemplo del R&B a quien Chuck Prophet ha tomado la medida tantas veces, mientras que “It's a Good Day to Be Alive”, es la obra de un songwriter que ha decantado el folk y el country de este país, y que después de un difícil trance ha redescubierto esa verdad indiscutible a la que nos empeñamos en darle la espalda, que estar vivos es un milagro indescifrable. Chuck Prophet es un archivo vivo de la música de Norteamérica. Este disco que reseñamos, junto a “Temple Beautiful” (2012) y “The Land that Time Forgot” (2020), se han ganado el derecho a estar en la biblioteca musical de cualquier buen aficionado. En todos estos proyectos ha intervenido el poeta klipshutz (su verdadero nombre es Kurt Lipschutz). Es el alma gemela y literaria de Prophet. Alguien tenía que poner por escrito las enseñanzas del Profeta. La voz lastimera y auténtica del músico restablecido hace el resto.
A la etapa californiana pertenecen los temas donde se deja sentir el ritmo de la cumbia, el güiro y el acordeón no dejan lugar a dudas: los tres primeros temas, “Wake The Dead”, “Betty's Song”, “Give the Boy a Kiss” nos trasladan a un tugurio de carretera en el que Chuck y sus colegas de origen mexicano se la juegan ante un público formado por tipos bizarros, cuando no peligrosos, que podrían protagonizar una película de Tarantino.
Antes o después, la furgoneta se estacionó en Nashville en el aparcamiento delante de Alex The Great, el estudio de Brad Jones, un lugar que no nos resulta ajeno pues tuvimos la ocasión de ver y oír al gran productor y músico con motivo de la grabación del inolvidable disco “Daiquiri Blues” de Quique González y el documental que rodaron a propósito de ese viaje iniciático del músico madrileño. “First Came The Thunder” está entre los dos mundos, California y Nashville. Lo que dice mucho de la fuerte personalidad de este disco. Tal vez este tema aluda a la tormenta personal que agitó la vida de nuestro Profeta por culpa de la enfermedad que padeció. Se nota la impronta de Brad Jones, aunque no tanto como en “Sally Was a Cop”, la canción de Alejandro de Escovedo que versiona Prophet con tanto acierto que hace que olvidemos la original. Lo que sigue siendo inmortal es la terrible historia que Escovedo cuenta situada en una ciudad fronteriza. La fender de Chuck se hace dueña totalmente de la canción.
Brad Jones se caracteriza por realizar producciones límpidas, clásicas, deja que los instrumentos se explayen y que, por paradójico que parezca, se escuche el silencio que permanece una fracción de segundo entre nota y nota. Es precisamente lo que acaece en la bellísima “Red Sky Night”, una canción imposible de concebir sin el dominio del sol en California. Hasta 11 músicos intervienen en ella, quien la escuche se quedará a vivir en el ambiente etéreo que suscita la guitarra hawaiana de James DePrato. La cumbia resurge en “Same Old Crime”, el español se hace oír en los coros, al igual que se escucha cada vez más en la vida norteamericana. La satírica “In The Shadows (For Elon)”, dedicada a los sueños de grandeza del oscuro millonario, no puede estar más de actualidad debido al protagonismo que en la campaña electoral ha tenido el empresario y el que probablemente va a tener en el gobierno trumpista e impredecible que se nos viene encima.
El Profeta no habría aceptado un título grandilocuente para este artículo, porque no es un profeta al uso. Chuck es un simpático y generoso maestro de vida que calza botas de piel de cocodrilo. A diferencia de los profetas de las religiones reveladas, nuestro profeta de California sí que tiene sentido del humor, como tendremos la ocasión de comprobar muy pronto en los escenarios de nuestro país. Conseguirá prosélitos de debajo de las piedras. Seguro.