Texto: Kepa Arbizu
Fotografías: Javi Arias
Si el nombre de una banda debe aspirar, en la medida de los posible, a encapsular en un concepto la identidad de una formación, el escogido por este proyecto de origen cántabro, Bañaperros, lo hace con extremada clarividencia. Más allá de aludir al enclave, entre los acantilados de la playa bautizada de igual forma, donde germinó el proyecto, el sonido, e igualmente sus sobresalientes textos, esgrimido por el trío contiene la crudeza y contundencia que traslada dicha nomenclatura.
Debutantes, pese a que sus componentes, Raúl Real -quien hará las veces de interlocutor-, Enrique Gutiérrez y Juan Aguirre remiten a grupos como Los Tupper, El Gobierno o Asma, respectivamente, su actual alianza tiene en "Fuego amigo" una arrebatadora puesta de largo, convirtiendo sus canciones en muestrario de personajes de fatídico costumbrismos bajo un rock de afilada electricidad, tan cerca del más "oxidado" power pop como de un encarnizado reflejo del ambiente australiano . Cualidades dignas de elogio y de ser conocidas en profundidad por medio de esta entrevista.
La historia de Bañaperros es, como la de muchos otros proyectos, la unión de músicos provenientes de diversos grupos que encuentran un lugar y un momento común, ¿las canciones surgieron desde cero a partir de ese punto de encuentro o ya existían algunas ideas previas o bocetos?
Raúl Real: Lo cierto es que la idea hace tiempo que me rondaba la cabeza. Había reunido un conjunto de letras en español, algunas melodías y unos cuantos riffs rasgados con la guitarra acústica. Me interesaba, por otro lado, buscar cierto factor accidental, que las canciones tomasen su propio camino a la hora de compartirlas con otros músicos y que estos aportasen sus ideas y gustos al respecto. Podría haber seguido un proceso más ortodoxo de composición, pero en esta ocasión me ha parecido más excitante ver lo que ocurría con esas ideas, ver como se transformaban poco a poco en las canciones que ahora componen el disco. Esa parte del proceso creativo, a día de hoy, es lo que más me interesa de tocar en una banda.
También eres bajista y compositor en Los Tupper, ¿nunca tuviste la idea de que estas canciones pudieran acabar siendo para dicha banda?
Raúl Real: Sí, se me pasó por la cabeza, pero no tenía mucho sentido. Los Tupper llevamos muchos años tocando y tenemos un estilo y un sonido más clásico y bastante definido. Además tendría que consensuarlo con el resto de componentes y prefería tener total libertad para hacer algo distinto. Consideré que Los Tupper no era el lugar para hacer experimentos. Cada banda tiene su espacio y entre ellas poco o nada tienen que ver. Prefería empezar a trabajar desde cero, sobre una hoja en blanco.
El nombre de la formación hace referencia a un enclave rocoso cántabro, simbología que entronca muy bien con vuestro sonido pero que también es el lugar donde os juntasteis para crear estas canciones, ¿crees que ese entorno influyó en el tono de las canciones o podrían haber surgido iguales en cualquier otro lugar?
Raúl Real: Somos privilegiados, ensayamos a apenas cien metros de la costa cantábrica y desde la puerta de nuestro local podemos escuchar, ver y oler el mar en todo su cruel esplendor. Bañaperros es un lugar alejado del foco turístico de la ciudad, un acantilado afilado y agreste. Nos pareció una buena metáfora para las canciones que estábamos cociendo. De alguna forma, probablemente el paisaje que nos rodea haya influido en la música. No se puede escapar del contexto así como así.
"No descubren nada, pero bien presumen de no imitar ni parecerse a nadie". Es una de las frases con las que os presentáis, ¿ha sido tan ácrata como enuncia la frase la inspiración musical de la banda?
Raúl Real: Reconozco que hay un poco de trampa ahí, ya sabes, las hojas promocionales inevitablemente tienden a exagerar (risas). Esa frase surgió porque cuando empezamos y aún no habíamos actuado en directo, nos preguntaban los amigos y conocidos por el estilo que hacíamos y no sabíamos muy bien qué responder. Aún nos sigue ocurriendo. No hemos inventado absolutamente nada, pero tampoco sabría decirte a que otro grupo nos parecemos.
Sin ánimo de rebatir dicha no-definición... Hay algo en las partes más eléctricas y distorsionadas del disco que me llevan directamente a bandas como Spencer P Jones, Scientists, Hugo Race, etc. ¿Hay mucha influencia directa o indirecta en vuestro sonido del rock llegado de Australia?
Raúl Real: Me encantan esas bandas que citas. Ese tipo de rock australiano, llamémoslo pantanoso, me ha apasionado desde que lo descubrí hace un montón de años. Pero creo que la influencia es más bien indirecta o al menos no completa en Bañaperros. Pienso que se intuye más en mis fraseos de voz que en el sonido general de la banda. Juan y Guti, vienen de otra escuela y tienen sus propios referentes musicales.
Pese a ese sonido agreste y afilado que os caracteriza también late un poso melódico, especialmente visible en temas casi power-pop como “Animales ciegos”. ¿Ese paisaje ventoso y rocoso de Bañaperros también contiene rayos de sol, al menos sonoros?
Raúl Real: Sin duda, hay momentos para la luz en el disco. Esa parte power-pop también está ahí. Creo que es el vehículo que hemos elegido para que viajen las letras más irónicas.
La producción del disco ha corrido a cargo de Alex Pis, ¿buscabais cercanía y conocimiento mutuo para entregar “los mandos” de este trabajo?
Raúl Real: No queríamos alejarnos demasiado de nuestro entorno. Con Alex llevo grabando más de veinte años y nos entendemos bien. Me encuentro a gusto sobre todo trabajando las voces con él. Para mi era muy importante ese aspecto al regresar a cantar en español. Esa cercanía que mencionas la hemos mantenido en otros aspectos, como el diseño gráfico, las fotografías del álbum o los sellos implicados en su edición. Tenemos la suerte de estar rodeados de gente comprometida y muy talentosa.
Las letras de estas canciones son muy narrativas, un formato no muy habitual en el rock, ¿ha sido difícil encajar esa morfología bajo el concepto de una canción de tres o cuatro minutos?
Raúl Real: La verdad es que no me ha costado demasiado y me he divertido mucho en el proceso. Para mí era un reto intentar contar esas historias, encapsularlas en un concepto de canción pop. Observar a donde me llevaban las melodías y salirme de los temas habituales. Usar algunas partes medio habladas y ver como funcionaban en esa estructura acotada que tienen, a priori, las canciones.
Además de músico también eres escritor. Teniendo en cuenta la naturaleza “novelada” de las historias del disco, ¿el hecho de escribirlas ha sido un proceso muy diferente a si fueran destinadas a un libro?
Raúl Real: Sí, son procesos diferentes, cada uno tiene sus peculiaridades. Pero sí que hay recursos, algunas temáticas y cierto tipo de personajes que ya había usado anteriormente en mis libros de relatos. En una canción tienes que ir todavía más al grano, aunque en ambos casos se trate de transmitir sensaciones mientras juegas con las palabras.
A pesar de que ejerces como observador de un abanico de personajes, reales o ficcionados, ¿es inevitable volcar sobre ellos elementos personales?
Raúl Real: La verdad es que he procurado mantener cierta distancia con los personajes que transitan por el disco. La principal razón para ello era que, al ser mayormente marginales, no fueran contados/cantados desde la compasión. Pretendía casi hacer más una crítica velada de nuestra mirada desde la distancia, sin olvidar que nadie está a salvo de los reveses del destino. El otro día alguien después de un concierto me dijo que le había emocionado escuchar una de las historias, pues conocía un caso particular que le había recordado a una persona que tuvo un final bastante trágico similar al que narraba la canción.
Por otro lado, también hay en el disco letras más ambiguas e incluso algo de crítica social. Realmente solo hay una canción en el disco que esté inspirada en una experiencia propia que para mí fue dolorosa, pero no pienso decir cuál es...
Llama la atención que en el primer tema del disco “Palos y piedras”, que parece servir de declaración de intenciones respecto al origen cotidiano de sus protagonistas, delimitas el contexto, hablando ya de España, un ejercicio que harás todavía de forma más concreta en “Santa Gusana”, ¿has huido premeditadamente de deslocalizar tus historias para darles un contexto cercano y conocido?
Raúl Real: Absolutamente. Quería dar un contexto real a los personajes, hacer una pequeña reivindicación del entorno cercano. Habrá quien se sienta de alguna forma interpelado, es una forma de llamar la atención del oyente, de hacerle partícipe. Aunque se sitúe en las antípodas de lo cool, en cualquier sitio ocurren historias. Me encanta escuchar a Lou Reed cantando sobre el decadente Nueva York de los setenta, pero no vivo en Nueva York, han pasado cincuenta años desde los setenta y, evidentemente, yo no soy Lou Reed.
Otro ilustre cántabro como Hendrik Röver siempre dice que es posible el rock en castellano, ¿tiene este disco cierta vocación por reivindicar el lenguaje propio?
Raúl Real: Había una clara intención por mi parte de volver al castellano para poder contar historias, fue la piedra angular para embarcarme en este nuevo proyecto. Hacerlo en inglés no hubiese tenido sentido en este caso. Sentía esa necesidad de volver expresarme en mi propia lengua. Tengo la sensación de que muchas de las bandas españolas que cantan en inglés no le dan demasiada importancia al contenido de la letras. Por supuesto hay excepciones, pero no abundan. En esta ocasión he querido poner los textos en primer plano. Por otro lado, opino que cada cual ha de cantar en idioma que le venga en gana. Faltaría más.
La historia que esconde "Miracielos" me ha recordado en concepto a ese H.P. Expósito de los Enemigos, desarraigados personajes vilipendiados por la gente. “Es tan sencillo ser cruel. Se nos da muy bien”, dices al final del tema... ¿Ese es precisamente parte del fuego amigo al que alude el título del disco?
Raúl Real: Exactamente, esa es la principal metáfora de "Fuego Amigo", el daño que a veces hacemos a la gente cercana, a propósito o no. Individualmente, casi todo el mundo, somos benévolos y tolerantes, pero el grupo muchas veces nos envilece. Queremos formar parte de algo, nos aterra ser el otro. En esta época, de aparente hipersensibilidad, en la que nos han vendido que somos todos seres únicos y especiales, cada vez nos parecemos más los unos a los otros. Hemos caído en la trampa por pura comodidad.
“Animales ciegos” representa precisamente esa cobardía individual convertida en rabia y violencia cuando se cobija en el grupo, ¿desde qué posición, ánimo o actitud te has enfrentado a este tipo de personajes?
Raúl Real: "Animales ciegos" apunta directamente a las redes sociales. Todos creemos tener una clara opinión de un montón de temas que realmente desconocemos, una opinión prestada que defendemos con uñas y dientes. Una vez vertida nos quedamos tranquilos, con la sensación de haber realizado algún tipo de tarea cuando realmente no hemos hecho nada al respecto más que alimentar nuestro pequeño ego y quizás lanzarle unas migajas al algoritmo. Ahí empieza y acaba todo. Es una sensación terrible de irrealidad.
Trato de afrontar los personajes desde la distancia, pero a veces resulta imposible y también acabo salpicado de mierda. No suele ser grato mirar hacia dentro, pero de vez en cuando es un ejercicio necesario.
“Sincio DF” es el retrato más social y colectivo, donde anidan las ansias de consumo, el brillante escaparate sin nada en su interior… ¿Para que muchos de los dramas que dibujan estas canciones sean posibles es necesario, o ayuda, un contexto tan caníbal como el reflejado en esta canción?
Raúl Real: Considero que sí que ayuda. Por otro lado, en cualquier época de la historia se han cometido más atrocidades que ahora. Probablemente, al menos en parte de Occidente, vivamos en ese sentido en un periodo bastante apacible, de momento. Volviendo al tema, esta canción es en cierta forma nostálgica. Nuestros modelos de consumo están convirtiendo el centro de las ciudades en una réplica casi exacta una de otra, en un inmenso no-lugar. Las periferias, a veces en su feísmo, son el último reducto verdadero de la ciudad. Por eso nosotros nos hemos ido a guarecer a la sombra de los acantilados Bañaperros. Tengo la sensación de que cuando uno va cumpliendo años el mundo acaba pareciéndole un lugar cada vez más irreconocible y hostil. Será eso.
Las canciones y el disco en general nos traslada esa inquietud de ser conscientes de que tras cada segundo hay millones de dramas anónimos, ¿la tarea del rock and roll es más hacernos bailar para olvidar o de sacudir nuestra mente para recordárnoslo?
Raúl Real: Sí, me gusta acotar y afrontar en las canciones esos dramas anónimos y cotidianos. En cuanto a cuál es la tarea del rock&roll no creo que exista una única y definitiva respuesta para esa pregunta. Se supone que, al menos a nivel comercial, nació como una forma de entretenimiento, pero hay cierta parte lúdica que personalmente no me interesa. Nunca he pretendido ser un dinamizador de fiestas, no está en mi naturaleza, ni tampoco ir por ahí soltando mensajes trascendentales en plan mesiánico. Me interesa la música como válvula de escape, como forma de expresión individual. Por ejemplo, me atrae la esencia del blues primitivo, la de convertir la experiencia musical en una especie de exorcismo, en un lamento vital que te haga soltar lastre, que exista una comunión fugaz entre un reducido grupo de personas y quien esté en ese momento interpretando su música sobre el escenario. Y claro, que puedas bailar, pero que también tengas la opción de quedarte apoyado en la barra sin que nadie venga a tocarte las narices.
Bañaperros ha sido el resultado de un momento concreto, pero, ¿ha nacido con vocación de alargar su vida?
Raúl Real: El tiempo dirá hacia donde vamos. Mantener una banda hoy se ha convertido en un ejercicio de pura supervivencia. Quizás siempre fue así. Tal vez, simplemente, la energía y las motivaciones sean hoy otras y mitifiquemos un pasado que nunca fue glorioso, pero lo cierto es cada vez hay más palos entre las ruedas. Bien es cierto que nadie nos manda hacer esto a punta de pistola. Si no te gusta ya sabes lo que hay. Pero hay ciertas realidades que un grupo como el nuestro ha de asumir: muchos lugares para tocar desaparecen o sus condiciones cada vez son más abusivas, proliferan los festivales sin alma y a veces parece que haya más bandas que público que las demande.
Por otro lado, uno ha de convertirse en su propio promotor en las redes sociales, para demostrar que está siempre a tope y parece forzado a ofrecer una imagen de optimismo empresarial. A veces resulta ridículo. Reitero, yo no vivo de esto, así que observo el espectáculo desde la grada. Deseo toda la suerte del mundo a los amigos que están en la pomada y tratan de sobrevivir en este mundillo donde el pastel cada vez es más escaso. Volviendo a la pregunta inicial, para una banda como Bañaperros haber conseguido sacar un disco adelante ya es un logro. Así que por ahora seguiremos manteniendo el fuego encendido.