Páginas

Robe: Un directo insuperable


Bilbao Arena, Sábado, 19 de octubre del 2024.

Por: Sergio Iglesias.

El pasado sábado volvimos a encontrarnos de nuevo con una de las grandes (¿la única que queda en activo?) leyendas del rock estatal: Robe Iniesta, que en esta ocasión regresaba a Bilbao para presentar las canciones de su último álbum hasta el momento, "Se nos lleva el aire", que fue desgranando a lo largo de un recital sobresaliente, como ya viene siendo habitual en los últimos tiempos del artista extremeño.

"Ni santos ni inocentes" es el nombre genérico que el de Plasencia ha dado a esta nueva gira que llegaba al Bilbao Arena, y en la que Robe se rodea de la misma banda que lleva acompañándole, prácticamente, desde que decidió iniciar su carrera en solitario… y como para cambiarlos con el nivelazo que manejan.  Y es que no se puede poner ni un solo “pero” a la actuación de un grupo en el que todo es prácticamente perfecto. 

Desde el arranque con "Destrozares", el extremeño y los suyos (siete músicos en total encima del escenario) dejaron claro que venían a dejar una nueva noche para el recuerdo… y ya van unas cuantas en los últimos tiempos.  Como decíamos al principio, la banda fue intercalando los temas de su nuevo álbum con otros que ya se han convertido en clásicos, ya sean de la trayectoria en solitario de Robe, o de la banda que lo encumbró, ya hace más de 30 años, Extremoduro. Así, en la primera parte del bolo, sonaron de "Se nos lleva el aire", el pop luminoso de "Adios cielo azul", el swing de "Puntos suspensivos", la rockera –especialmente, en el segundo tramo- "El hombre pájaro", "A la orilla del río" y "El poder del arte".

Una muestra del carácter absolutamente ecléctico de una banda que lo toca absolutamente todo, y todo bien, y en la que todos destacan, ya sean enfrentándose a los ritmos aflamencados o árabes de "Contra todos", o a los arreglos casi jazzies de "La canción más triste", nana en la que se agradece su recuerdo a las víctimas inocentes del genocidio en Gaza. Todo ello, dejando claro el legado de una banda como Extremoduro, de la que Robe quiso reivindicar en este primer tramo del concierto lo mejor de un repertorio infinito, entre las que, sin duda, se encuentran "Standby", "Buscando una luna" o "Si te vas", coreada a voz en grito por un público entregado y muy variopinto, destacando el amplio rango de edades de los y las asistentes.  Así, como un suspiro, se pasó la primera hora y cuarto.

Y tras el anunciado parón de media horita, el escenario se tornó mucho más embravecido, y tras una épica introducción que daba comienzo con un solo de batería salvaje, comenzaba una segunda parte de ensueño, donde no hubo ni un solo segundo de respiro.  Sin descanso, la banda abordó una metalera "Haz que tiemble el suelo", donde todos y cada uno de los miembros derrocharon toneladas de actitud, que mantuvieron en ‘Poema sobrecogido’, cercana al rock industrial. 

Robe y los suyos también recordaron su trabajo "Mayéutica", enlazando la brutalísima  "Segundo movimiento: Mierda de filosofía", con "Cuarto movimiento: No soy el dueño de mis emociones", épica pieza, casi una ópera rock, en la que a lo largo de casi un cuarto de hora, pasa absolutamente de todo. Una maravilla. 

Tras repasar "Coda feliz", donde, en cierto modo, nos dieron un leve respiro, y "Viajando por el interior", con un toque más aflamencado, dio paso a una composición más luminosa –al menos en la forma- con "Esto no está pasando", también perteneciente a su último trabajo y, seguramente, la canción de Robe en solitario, quizá junto a ‘Nada que perder’, que también sonaría casi al final del bolo,  que más podría recordar a Extremoduro.  Y hablando de la banda extremeña, el éxtasis colectivo llegó en cuanto se escucharon los acordes iniciales de "Jesucristo García", probablemente uno de los himnos más grandes de la historia del rock estatal, y que en esta ocasión, el de Plasencia llevó a otro nivel, absolutamente estratosférico, con una serie de arreglos instrumentales que, yendo más allá del blues de la versión original, sirvió para que el propio cantante se reivindicara como el excelente guitarrista que también es.

Esto se acababa y lo sabíamos, así que, tras la mencionada "Nada que perder", nos preparábamos para la apoteosis final que, como era previsible, llegó con "Ama y ensancha el alma", retitulada en euskera para la ocasión como "Maitatu eta arima zabaldu", inmortal tema de inspiración hippie, con la que finalizaban más de tres horas de ensueño, en la que el músico de Plasencia demostró su hegemonía en un panorama estatal, en el que está claro que él manda, y los que van llegando todavía tendrán que seguir a su rueda unos cuantos años más. Porque desaparecidos Barricada, jubilado Rosendo, y sin grandes expectativas en el horizonte, nadie puede superar el nivel de Robe, sobre todo en directo… y más aún si sigue así de bien acompañado.  Un lujo.