La Estrella Azul y Cuti Carabajal: “Mauricio Aznar vive en la chacarera”


Jardín de Invierno, Zaragoza. Miércoles 9 de octubre de 2024. 

Texto y fotografías: Javier Capapé.

Cerrar los ojos y escuchar a Mauricio. Abrirlos y presenciar algo único. Frotarlos para asegurarnos de que es real. Irrepetible. El cielo acababa de descargar su furia minutos antes de esta cita en el Jardín de Invierno del Parque José Antonio Labordeta de Zaragoza, pero poco a poco las nubes desaparecieron para dar paso a una velada de las que dejan huella. Una de las más esperadas en estas fiestas del Pilar recién terminadas. Los allí congregados sabíamos que estábamos ante una cita que pocas veces se puede presenciar. Los astros se alinean, las circunstancias se ponen a favor y se hace historia. La reunión del grupo que dio vida a Más Birras en la magnífica cinta "La Estrella Azul" nos permitiría volver de nuevo a esos años noventa a ritmo de rockabilly y aromas de rock latino, pero ahí no quedaba todo. El cineasta Javier Macipe se uniría a ellos. De todos son sabidas sus dotes como guitarrista y cantante, pero sobre todo su amor por la música, como bien demuestra su ópera prima, en la que se embarcó con muchas idas y venidas hace ya más de diez años. Y junto a ellos el verdadero motivo que otorgaba a esta cita el calificativo de histórica. La llegada desde Santiago del Estero del gran Cuti Carabajal, artista de la chacarera y protagonista junto a Pepe Lorente en la cinta de Macipe. Cuti no se presentaría solo, lo hizo en compañía de su hijo Florián, y con ellos viajamos hasta el corazón de esa música eterna y sentida que nace en la provincia norteña de Argentina. No faltaron tampoco Almagato, el último grupo que fundó Mauricio Aznar y que pervive hoy en día recogiendo con estilo la tradición musical del Cono Sur, o la presencia del gran amigo y autor de muchas de las canciones de los Birras junto a Mauricio, el doctor Gabriel Sopeña. Todas estas circunstancias hacían de este concierto algo que iba más allá de lo estrictamente musical, que trascendía hasta llegar a la esencia de la emoción que mueve al artista y la comparte con todos los presentes cual regalo que encapsula por siempre el momento único.

Pero vayamos más allá de la estricta enumeración de los que pasaron por el cada vez más reivindicable escenario zaragozano. Los remozados Más Birras del film abrieron la velada con el torrente instrumental comandado por la guitarra de Alberto Solobera o la batería de Carlos Páramo junto a la poderosa voz de Pepe Lorente, que encarna a la perfección el espíritu de Mauricio, tanto en la película como sobre las tablas. En el más estricto formato de rock, junto al saxo que siempre definió al cuarteto original, encararon "Esa chica se llama soledad" o "Al este del Moncayo" con suma solvencia y con la entrega de un público que retrocedía sin querer a los tiempos del "Interferencias" o la sala "En Bruto". Javier Macipe entró en escena para acompañar al grupo principal en la interpretación de las más sentidas "Promesas rotas" o "Hay una Cruz en el Saso", antes de tornarse hacia el swing de "Moliendo café" o la rockabilly "Tren de medianoche". Pepe Lorente, en la piel de Mauricio Aznar, reivindicó el papel del director de cine zaragozano como otro baturro quijotesco que se enamoró de su proyecto antes incluso de conocerlo, al igual que le pasó a Mauricio con la música de Santiago del Estero o al propio Quijote con su amada Dulcinea. Así, con todo el público ya rendido al buen hacer de esta banda "de película", remataron con la versión rock de "La Estrella azul" antes de que entraran en escena los mentados Almagato y la estrella de la noche, el inmenso (además de también el más humilde) Cuti Carabajal. Ellos tendieron los puentes que un día tendió el joven Aznar Müller para que nosotros los cruzásemos esa noche, comenzando así una auténtica fiesta con la chacarera como absoluta protagonista. 

Entre canción y canción, las infinitas tablas del maestro Carabajal nos sumergían en historias de su tierra que daban sentido a sus canciones, así como en anécdotas (reales o ficticias) que engrandecían todavía más la esencia de estas canciones, y así escuchamos "Gatito del dulce amor" o la maravillosa "La pucha con el hombre", en la que puso su voz Jaime González de Almagato.  

Uno de los momentos más emotivos (a la vez que el más íntimo de la velada) fue cuando Pepe y Cuti se quedaron solos, ambos con guitarra en ristre, para cantar "Vuelvo a amarte mi pueblo" y "Coplas para mi hermano". El público enmudeció y todo cobró sentido. Santiago del Estero y Aragón hermanadas en la voz de dos espíritus libres que aman y sienten la música como vehículo que une y concilia, dando sentido al oficio compartido como ejemplo de comunicación plena. 

Cuti Carabajal nos habló del gaucho Martín Fierro, así como de los poetas Ariel Petrocheli o Pablo Trullenque, que pusieron letra a sus canciones, dando sentido a algunas de sus chacareras más recordadas. Nos recordó, sin una pizca de impostura, la importancia de cuidar esta vida desde el convencimiento de que luego no vamos a tener más. No eran frases hechas de "Mr. Wonderful", era la palabra de una persona curtida y vivida con tanta pasión como sencillez. Las palabras de un sabio, que también entiende el escenario mejor que nadie (¡menuda lección dio a todos!), con humor y entrega. 

La fiesta final se iba a producir con todos los músicos sobre el escenario de nuevo y con un público que se soltó a bailar en corro tal y como muestra la película. "La Telesita", "Entre a mi Pago sin golpear" o la más blues "El tren aguatero" sonaron como clásicos entre el público enamorado de la película en la que también cobran vida las mismas. Con "Déjame que me vaya", tras un pasaje digno del mejor cómico sobre las tablas por parte de Cuti, el grupo se despidió y Mauricio Aznar, en boca de Pepe Lorente, invitó a su mejor amigo desde los tiempos de la infancia, con el que había compuesto y compartido tantas canciones, el mismísimo Gabriel Sopeña. Juntos interpretaron una versión desnuda de "Cass", seguida de la más enérgica "El hombre del tambor" y la más grande (e internacional) de todas de las canciones de Mauricio "Apuesta por el Rock and Roll", en la que el maestro Carabajal se atrevió a entonar una de las estrofas (la primera vez en su larga y nutrida carrera que se lanzaba con el rock).
Después de esto vino una larga ovación. Entusiasta, sentida, real. No queríamos salir de ese estado de éxtasis. No queríamos despertar de ese sueño, por más que lleváramos dos horas y cuarto frente a ese escenario. 

El tiempo había pasado fugazmente, como siempre que se vive de veras, que se exprime y se aprovecha. Y así, "De los pagos del olvido", el último texto escrito por el protagonista de la noche y convertido en canción por el propio Macipe, nos brindó el mejor y más sentido final esperado. Mauricio dejó escrito: "Camino en la noche larga, pero camino al amor". Ahí llegamos nosotros, tras un camino con obstáculos y trampas, como las que vivió el mismo Javier Macipe para llevar a la gran pantalla esta historia o como las que llevaron a ese trágico desenlace al propio Mauricio Aznar. Una noche larga, pero caminando hacia el amor, que es lo que derrocha la música que fue protagonista el pasado nueve de octubre en Zaragoza y la que hizo de la misma una noche a buen seguro irrepetible, de la que podremos presumir pasados unos años de haber sido testigos de excepción. Aquella en la que el alma de los Carabajal y el propio Mauricio Aznar se dieron la mano en Aragón, en la que ese hermanamiento desde las tierras áridas al este del Moncayo y las también gemelas de la estepa Argentina se hizo realidad. Una noche para tocar el cielo y abrazar a Mauricio conducidos por la "Telesita" y el rock hermano de Más Birras.