El FIZ como trinchera


Sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza. Sábado 28 de septiembre de 2024. 

Texto y fotografías: Javier Capapé 

Un año más y un FIZ que pasa, pero como siempre, dejando un buen sabor de boca. El festival independiente zaragozano goza de una buena salud a sus veintidós años, y por lo variopinto de su cartel también podríamos decir que de gran relevancia para varias generaciones. El pasado sábado pudimos ver como se congregaban en la conocida sala Multiusos (esta vez con un sonido mucho más claro que en otras ocasiones) gran cantidad de "entrados en años" en busca de canciones más emocionales que ofrecerían Iván Ferreiro o La Bien Querida, frente a otros mucho más jóvenes que buscaban la explosividad de La La Love You o el pulso urbano de Sen Senra. Esa variedad de estilos que define el ecléctico rumbo que está mostrando el FIZ en sus últimas ediciones le sienta más que bien a su propuesta y la actualiza de cara a buscar el relevo generacional del festival más necesario de esta ciudad. 

Como en todas las ediciones, el FIZ destacó por su puntualidad británica y su buena organización con el cambio de escenario, además de la comodidad para moverse por el recinto sin demasiadas aglomeraciones. No sólo eso, el FIZ siempre nos da la oportunidad de sorprendernos con alguna formación no esperada o a la que consideramos menor, pero que nos demuestra el por qué un grupo suma enteros al verlo en vivo. En esta ocasión fue el caso de La Bien Querida. Ana Fernández se rodea de una banda que le arropa y apoya, pero sabiendo repartir el peso. Una banda muy unida en vivo, con gran profesionalidad por parte de sus miembros al servicio de la canción, donde suenan desde guitarras con aire shoegaze (en "Muero de amor") a rumbas más canallas (en "Recompensarte"), pero siempre destacando por encima de todo la calidez en la voz de Ana, que bordó "Los jardines de marzo" o "Dinamita", con un público plenamente entregado. El broche a una actuación corta pero muy efectiva lo puso la más conocida "De momento abril", donde tan sólo echamos de menos una mayor comunicación con el público. 

Antes de La Bien Querida, la tarde la inauguró el dúo explosivo de zaragozanas Lady Banana, que acometió, bien pasadas de decibelios, algunos de sus temas más potentes, como "Bipolar" o el más reciente "Bora bora". Mezclando inglés y español y mostrando un híbrido entre la guitarra de Matt Bellamy y la batería de Julia Martín-Maestro demostraron que son un dúo atípico, pero adictivo si lo que buscamos es potencia y descaro garagero. 

El verdadero reclamo de los más veteranos del festival era un Iván Ferreiro en uno de sus mejores momentos vitales y artísticos. El gallego acometió en el FIZ la cuarta cita aragonesa de su gira "Trinchera Pop", que está demostrando lo alto que está dejando el listón para superar una propuesta en directo como ésta, que mezcla intimismo con desgarro electrónico de la mejor forma posible. El repaso a su último disco casi por completo se combinó con una gran selección de sus clásicos más evidentes en solitario y con su banda Piratas. Es lógico que en el repertorio para un festival no falten "Años 80" o "El equilibrio es imposible", pero las versiones de éstas se tornaron más pausadas y comedidas, dejando al público adueñarse por completo de las mismas. Sin embargo las verdaderas protagonistas son sus más recientes composiciones, desde la introspección de "Canciones para no escapar" a la delicadeza de "Dejar Madrid" pasando por la incisiva "Miss Saigón", con ese final que es puro éxtasis en forma de rave, que desemboca en la ya clásica y totalmente necesaria "En el alambre", donde es inevitable no quedar interpelados y emocionarnos de nuevo. 

Volvimos a bailar de forma tribal con "La humanidad y la tierra" (mucho mejor ubicada en el setlist en el tramo final del concierto que en anteriores ocasiones que la encontrábamos al principio) y a mecernos con la envolvente "El pensamiento circular", para que finalmente todo cobrara sentido cuando el show de Ferreiro (medido a cada paso) desembocó en la catarsis de "Turnedo" y en su último grito generacional "En las trincheras de la cultura pop", en la que sus versos a bocajarro soltados desde la base de las cuatro estaciones de Vivaldi y arreglados para el formato directo con arreglos de banda, se convirtiesen en todo lo que resume el espíritu de este concierto, que es casi un viaje al universo personal de una de las mentes más vívidas de nuestro panorama pop. 

Sí, pop, porque esa es la cultura que nos une. La cultura del pop, por encima de otras modas, esa tan bien representada en este festival cuando cambiamos de generación en las primeras filas y son los más jóvenes los que empatizan después con otro vigués, en este caso con Sen Senra, cuya modernidad pasada por buenas dosis de autotune y playback no va mucho con nosotros, pero que nos muestra cómo es el pop, el de cada época, el que une al colectivo. En el caso de Sen Senra utilizando vegetación a modo de símbolo en el que adentrarse en su propuesta, y así todo el escenario se transformó en un vergel de plantas que llegaban a trepar por encima de un inmenso monolito dando a entender que era tan importante la música como su puesta en escena. Precisamente en este concierto, y contra todo pronóstico, vivimos el abrazo entre la tradición y la modernidad, entre lo nuevo y lo viejo, cuando Sen Senra invitó a su paisano Ferreiro a cantar juntos "Un cielo azul", la más melódica de su repertorio. 

El fin de fiesta, o el "fiz del mundo", como ellos quisieron bautizarlo, estuvo a cargo de La La Love You, que cuidaron mucho las visuales (formando parte de un todo con las propias canciones) y su acelerada actuación super vitaminada y positiva, quizá casi hasta el empacho, pero que logró que todos al unísono aceptásemos su particular propuesta de baile de fin de curso. Su power pop por momentos rozó más bien el tontipop, ya que algunas de sus letras rozan el ridículo dentro de un contexto que aspire a cierta profundidad de corte indie, aunque a esas alturas de la noche lo que todo el mundo buscaba era diversión y mucha fiesta, y eso es lo que precisamente nos regaló el cuarteto madrileño. Directos al grano y a convertir los rescoldos del festival en una apoteosis de confeti y buenrollismo. No faltaron "Más colao que el cola cao", "Que nada nos pare", "La canción del verano", "El principio de algo" y, por supuesto, "El fin del mundo", una de las mejores canciones para cerrar una velada si buscamos explosividad y positividad, que cantamos desde los más pequeños a los que ya peinamos un buen puñado de canas. Un contundente himno pop. 

Y como decíamos antes, o como trata de plantearnos el mismo Ferreiro de una manera más clara: ¿no es pop todo lo que nos acompaña?, ¿no puede ser este festival nuestra particular trinchera pop? Desde luego, si lo que queremos es definir de forma clara la velada del pasado 28 de septiembre, me quedaría con esa afirmación para despejar la incógnita recién planteada. Ojalá todas nuestras trincheras fueran realmente como una noche de FIZ en Zaragoza, una verdadera trinchera pop a la que agarrarse por muchas ediciones más.