Este año se cumplen cuatro décadas desde la publicación de “Agotados de Esperar el Fin”, el segundo LP de Ilegales, meses atrás la banda confirmaba a través de redes sociales lo que era un secreto a voces, ya que al igual que ocurriera hace un par de años con su disco de debut, conmemorarán dicha efeméride con una reedición inminente del mismo en varios formatos, debidamente complementados con materiales extra, videoclips de temas míticos filmados ahora para la ocasión y memorabilia diversa de la época, que a buen seguro despertará el interés de sus seguidores por hacerse con este material digno de coleccionista que volverá a ver la luz bajo el paraguas de Warner.
“Agotados de Esperar el Fin” llama la atención desde su misma portada, donde un puñado de niños desarrapados nos miran tras la alambrada de un campo de concentración, uniendo dolorosamente el título con una imagen repleta de crudeza. A nivel musical comienzan a ser visibles ciertas heridas de guerra, aparecidas al surcar las cimas del éxito, pagando el peaje de miles de kilómetros a la espalda donde llevaron el tópico “drogas, sexo y rock and roll” a sus últimas consecuencias; peripecias que en cierta medida quedan recogidas en este álbum, dotado de una pretendida accesibilidad pop desde la producción llevada a cabo por el propio Jorge Martínez, cercana a los postulados sonoros de bandas como The Police y Code Blue, y con ciertos tics propios de aquel período, que, sin embargo, no logró sepultar totalmente la rabia natural de ciertas canciones convertidas ya en míticas y que han sido recurrentes en los directos de Ilegales a lo largo de estos años, reflejando las preferencias sonoras reales de la banda más allá de experimentos en busca de una mayor cuota de público.
La temática de las canciones parece totalmente apegada al presente que estaban viviendo David Alonso, Willy Vijande y el propio Jorge, perdiendo en cierta manera el carácter atemporal e imperecedero de los himnos que contenía su predecesor. Si el trabajo anterior encerraba una mirada social y comunitaria a un a época cruda, en este observamos un discurso hedonista, personal y por momentos cínico; las historias son convincentes y siguen haciendo esbozar una sonrisa a día de hoy, pero parecen responder a las aventuras y desventuras de un Jorge Martínez acelerado, sintiendo el viento fresco en la cara en su particular viaje por la cresta de la ola, lanzando exabruptos al mundo y jugando a divertirse socarronamente en él.
Con esta afirmación no pretendemos esconder que “Agotados de Esperar el Fin” es un gran disco, quizás el tercero en cuanto a calidad global de toda la trayectoria del trio asturiano –“Ilegales” y “Todos Están Muertos” puntúan por encima-, pues contiene algunas de nuestras canciones favoritas de toda su producción, lo cual es mucho decir. Desde la inicial “África Paga”, arrancando agónica con esa letanía, quién sabe si pensando en la población negra que cantaba blues en los campos mientras recogía algodón, donde se nos invita a pasar a la acción y no quedarnos mirando, en una línea similar se mueve “El Último Hombre”, con una potente base rítmica, aunque excesivamente ochentera, y una guitarra saltarina, contiene una declaración que solamente Ilegales podrían firmar: “Llega un día en que un hombre se cansa de huir/ esta vez no voy a escapar, no quiero escapar/Haré muertos antes de morir”, antes que Jorge ataque un punteo de alta escuela.
Hace muchos desde la primera vez que escuchamos el siguiente corte, pero que levante la mano quien no sienta un pellizco cuando suena la inconfundible intro del tema titular. Vuelven a mirar a su tierra, a ser hilo directo con la calle, mostrando la reconversión y la conflictividad social; retazos donde se habla de amigas trapicheando y una comunidad en serios aprietos. Todavía hoy emociona en directo ver a salas repletas gritando: “Esa chica pálida y triste vende anfetaminas/ mis amigos hombres del norte luchan en la calle”. Un estilo único y directo donde no cabe impostación en el que siempre serán maestros.
En este disco Ilegales mostraron que también eran capaces de escribir composiciones desde el cinismo más descarado, palpable en caramelos pop como “Quiero ser Millonario”, “La Chica del Club de Golf” y el country-rock de un tema menor como “Hombre Blanco”, cabe recordar que las malas lenguas cuentan que la banda tenía un éxito desmedido en lo referente al sexo, donde se mostraban totalmente democráticos en sus elecciones, sin distinguir clase ni condición social con tal de saciar sus bajos instintos.
La fenomenal cara b se abre con otro clasicazo firmado a medias por Jorge y Willy, “Soy un Macarra”, la leyenda cuenta que ésta existía desde los tiempos de Madson, banda que los hermanos Martínez, Jorge y Juan compartían con David Alonso, pero por lo que sea no acababan de verla, parecía que faltaba algo. La aparición del nuevo bajista dio con la solución, parece ser que Vijande añadió una frase, una sola frase, para por resolver aquel rompecabezas: “Soy un macarra/ soy un hortera/ voy a toda hostia por la carretera”. Adivinen ustedes cuál es el fenomenal aporte. Una base trepidante, guitarrazos que aparecen como un puñetazo y un bajo que es más de media canción, dejando atrás cualquier atisbo pop. Ilegales habían grabado un tema estrella en su discografía.
El bagaje que atesoraba Jorge Martínez estaba muy por encima de la gran mayoría de grupos de la época, tanto en técnica como en lo relativo a conocimiento de otros estilos, algunos de ellos anteriores al surgimiento del rock and roll, algo que demuestra al atacar “El Piloto”, un twist de gran categoría donde narra las peripecias de Mr. Lindbergh cruzando el Atlántico, que si bien es cierto ha sido complicado disfrutar en directo, por no decir casi imposible, a excepción de su etapa junto a Los Magníficos, sigue siendo una de las preferidas por los seguidores más viejos de la banda; tampoco se olvidó de pasar su particular factura a los años tocando en orquestas pachangueras donde le obligaban a interpretar uno de sus géneros más odiados, algo que deja patente en “Odio los Pasodobles” y es que ya se sabe, “Cuando un pasodoble empieza a sonar/ putones verbeneros salen a bailar”. Simplemente geniales.
“Stick de Hockey” es una mezcla de historia verídica e inventada; de un lado narra las andanzas de un maniaco que disfruta matando y también recoge un pasaje sucedido al propio Jorge, quien después de una discusión en la calle donde vivía por defender a una prostituta de una paliza fue amenazado de muerte por unos rateros, por lo que durante una buena época siempre salía a la calle provisto de un stick por si la mala fortuna trataba de cruzarse en su camino, algo que nunca ocurrió afortunadamente, pero que por lo menos nos brindó un temazo de por vida, y “Para Siempre” otra de esa joyas delicadas de la discografía Ilegal, poco proclive a ser tocada en directo, quizás por su estructura decididamente pop, pero que pudimos disfrutar en alguna de las actuaciones de su pasada gira.
El cierre en formato LP viene representado por “Destruye”, base marcial acelerada que anuncia un desarrollo cañero, un corte que trata desde su misma grabación de saltarse la estructura pop impuesta en álbum, con una letra donde es fácil rastrear la lucidez de un Jorge Martínez que sin duda es ese niño al que jodieron bien. Modelos establecidos, maestros con escaso interés por mimar al diferente, pese a los talentos ocultos que pudiera poseer, y para rematar la alienación en forma de llegada al ejército. La historia es bien conocida, aquel pequeño se rebeló, fue tildado de violento y loco, pero no le fue mal del todo. Hoy en día los primeros acordes de este tema hacen que los seguidores de la banda se miren a los ojos en sus directos y busquen comenzar el pogo, si bien no son tan salvajes como en épocas pretéritas al menos muestran la intención de alzar los puños y enfrentarnos a lo establecido como solución válida a pesar de las canas.
La acogida de su primer trabajo había sido bastante rotunda, con “Agotados de Esperar el Fin” brindando una más que notable continuación para su carrera, salvando el escollo del siempre complicado segundo trabajo y aportando a su discografía unos cuantos himnos más. Sin embargo da la sensación que Ilegales no quedaron del todo satisfechos con el resultado final, una teoría que podría resultar válida a raíz del siguiente paso de la banda, “Todos Están Muertos”, donde la crudeza es la tónica predominante en un álbum que retoma la temática social y cotidiana, con dicho álbum los asturianos cerrarán una trilogía mítica, casi única en nuestro rock, de la que daremos debida cuenta en unos años, cuando tan gran obra cumpla también cuarenta años.