The Peawees: “One Ride”


Por: Antonio Gomariz.

La italiana ciudad de La Spezia no es precisamente conocida por ser la cuna del rock ‘n’ roll. Sin embargo, el jovencísimo guitarrista y cantante local Hervé Peroncini rápidamente interiorizó el lenguaje universal del rock ‘n’ roll para, sin mayor propósito inicial que combatir el tedio y la monotonía de su ciudad natal, formar The Peawees allá por 1995. Lo que surgió como el impulso de rebeldía punk de tres adolescentes jugando a ser los Ramones se ha convertido tres décadas después en una de las trayectorias más consolidadas e intachables del rock ‘n’ roll europeo. Un largo camino en el que el punk primigenio de sus dos primeros álbumes adolescentes se ha ido puliendo a partir del camino marcado por Dead End City (Stardumb Records, 2001) como piedra angular de su sonido e intenciones.

Con el irreductible Peroncini siempre al volante, han ido nutriendo su fórmula sin grandes inventos ni florituras, a partir de unas marcadas influencias de rockabilly, soul y rhythm ‘n’ blues y una constante energía garagera cuyas abrasivas y enérgicas guitarras les han permitido codearse con clásicos del ayer y del hoy como The Damned, The Sonics, The Dictators o The Dwarves, etc. Seis años después de Moving Target (Wild Honey Records, 2018), los italianos regresan al estudio con su séptimo trabajo, One Ride (Wild Honey Records, 2024) y a la carretera con Tommy Gonzalez (batería), Dario Persi (guitarra) y Fabio Clemente (bajo) completando la formación liderada por el fundador Hervé Peroncini.

Al público español más fiel a las grandes citas con sabor a rock ‘n’ roll añejo difícilmente le pillará por sorpresa el contenido de este álbum, pues The Peawees dieron buena muestra de ello aprovechando la inmejorable oportunidad que tuvieron de acompañar a The Hellacopters en su gira del pasado mes de mayo. Los italianos confirmaron la buena acogida y sintonía de adelantos como “Plastic Bullets”, con claro potencial de ser ese himno que no falta en ningún setlist como la canción imprescindible para prender la chispa entre la banda y un público decidido a desgañitarse a los coros, y “The Wolf” como ese exquisito rockabilly a ritmo de palmas y guitarra que nadie podrá resistirse a salir a bailar.

A los nuevos en la materia, de igual forma, el disco tampoco les pillará a contrapié ya que si uno intenta adivinar a lo que debería sonar un disco con los ingredientes y las influencias citadas, eso es precisamente lo que encontrará y disfrutará en "One Ride". Como mandan los cánones, “Banana Tree” irrumpe en nuestros oídos como ese primer trago a un margarita en el que la explosiva combinación entre la sal, el limón y el tequila te hace estremecerte. El espirituoso brebaje recorre tu sistema nervioso tal y como aquí la guitarra rasga la canción una y otra vez marcando el efervescente tono del álbum. “Drive” es esa canción que imaginas sonando en los altavoces a todo volumen mientras conduces por una solitaria y angosta carretera -italiana en este caso-. Rock ‘n’ roll de carretera y evasión que se complementa a la perfección con “Lost in the Middle”, un estallido de rock peligroso y visceral que evoca a la banda sonora de Pulp Fiction y en el que casi puedes sentir los disparos y las sirenas rompiendo entre nota y nota

The Peawees logran equilibrar la energía desbordante de “She Cries As She Kill”, dominada por un ritmo serpenteante que rompe en unos estribillos álgidos al más puro estilo high energy rock and roll contemporáneo de los Hellacopters con el deje popero y el rhythm ‘n’ blues sesentero que marcan las luminosas armonías vocales y los encantadores estribillos de “Spell On Me”, “Before I Die” o “One Ride”. Un nuevo ejercicio de resiliencia rockera y de perfecta asimilación de una larga e intrincada tradición musical que confirma que el camino del rock ‘n’ roll emprendido por aquel joven chaval italiano hace treinta años era el correcto.