Caer y levantarse. Hacer frente a los contratiempos. Encontrar el sendero recto. Ese es el camino que Gary Lightbody lleva siguiendo desde que arrancase a mediados de los noventa con los Polarbears. Su grupo tuvo que cambiar de nombre por temas legales hasta en dos ocasiones y afrontar un primer cambio de formación antes incluso de grabar su primer disco. Con el primer trío consolidado volvieron a tener que hacer frente a las dificultades de hacerse notar en un sello pequeño, lo que les llevó a quemarse por no conseguir un mayor reconocimiento cuando la crítica les consideraba prometedores, pero faltaba público. Su tercer disco les llevó a dar el salto. Una compañía que apostaba por ellos y les daba los medios, la incorporación de Nathan Connolly a las guitarras para dar estabilidad y la oportunidad de contar con la producción de Jacknife Lee para hacer de "Final Straw" su primer gran éxito. "Eyes Open" vino a confirmar la senda marcada por el característico sonido que consiguió sacar de ellos su productor, que repetía en esta ocasión y lograría elevar a lo más alto a la formación tras arrasar con su himno "Chasing Cars".
La fórmula continuó en sus siguientes discos "A hundred million suns" y "Fallen Empires", aunque empezaron a volver a las sombras para muchos. Sus singles no tuvieron tanto calado, aunque su calidad no bajó, pero la sombra del éxito masivo de "Chasing Cars" era demasiado alargada. Lightbody se refugió en el supergrupo alternativo Tired Pony (anteriormente ya lo había hecho con la agrupación escocesa que también lideró, The Reinder Section) con los que publicó dos magníficos discos. Esta atípica formación, con miembros de R.E.M. o Belle & Sebastian, hizo que Snow Patrol se retrasara en sus entregas, algo que ha hecho que únicamente presentaran dos discos nuevos en los últimos doce años, pero quizá éstos son de los que más orgulloso está su autor. El confesional "Wildness" y ahora este "The Forest is the Path", en el que cambian finalmente a Lee en los mandos de la producción para sentirse algo menos encorsetados y más libres con Fraser T. Smith. Convertidos forzosamente en trío tras la marcha de Jonny Quinn y Paul Wilson, se muestran rotundos y convencidos de estar ante una de sus obras más intensas e interesantes. Las guitarras atmosféricas de Nathan Connolly vuelven a imponerse junto a cierto protagonismo de los teclados de la mano de Johnny McDaid, pero es una vez más la voz de Gary Lightbody y su cadencia particular para terminar las frases, remarcando suavemente los finales, la que se impone y nos vuelve a hacer sentir que pisamos terreno conocido.
"The Forest is the Path" es un disco sobre redención, altamente romántico, aunque sin olvidarse de la tragedia. El sendero que marcan estos norirlandeses nos sumerge en un denso bosque, pero desde el que podemos filtrar la luz. Desde la oscuridad podemos encontrar lo más luminoso. Desde el camino de las sombras y la dureza de los golpes de la vida (en estas canciones representado sobretodo en el amor trágico y las adicciones) podemos vislumbrar una luz que nos puede salvar. Ese es el principal argumento que nos invitan a compartir con estas doce canciones, que se convertirán en imprescindibles para sus seguidores desde la primera escucha, por su fuerza lírica y su épica emotiva, pero lamentablemente pasarán desapercibidas para muchos que se encuentran sumidos en la constante marea de novedades de usar y tirar. Porque este es un disco al que entrar y dedicarle tiempo, que posiblemente nos deje indiferentes si buscamos flechazos instantáneos. Snow Patrol siempre han intentado hacerlo así, por eso el que queda atrapado por su música sabe que volverá a ella y que encontrará lo que busca, pero el resto quizá no repare en lo que se está perdiendo, quizá se quede solo en la superficie de lo que un día fue su brillo estelar con "Run", "Chasing Cars" o "Take Back the cities" y se pierda el poder de "The Beginning" o la ternura de "These Lies".
Cuando entremos en este disco nos daremos de bruces con una canción intensa y densa, de las que mejor maneja el conjunto. "All" confiesa que no es una canción de amor en su primer verso para después tornar hacia la afirmación contraria como conclusión, porque quizá todo en esta vida gire en torno a ese sentimiento universal. La fuerza en "The Beginning" condensa la idea global del álbum, con esas estrofas más reposadas y un estribillo tan explosivo como emocional que define su estilo, tan presente en este álbum. Aunque hayan cambiado ligeramente (reconozcamos que el toque de Fraser T. Smith no es demasiado arriesgado), sus marcas se siguen reconociendo al instante, algo que ocurre también con "Everything's here and nothing's lost", donde Lightbody marca las sílabas como siempre, bien cortadas para hacer que vayan entrando a golpes, creciendo entre teclados y guitarras rítmicas. "Your heart home" tiene destellos electrónicos aunque sin hacerle desviarse de su intención rock, algo que también ocurre con "This is the sound of your voice" aunque en clave pop.
La maquinaria se acelera en "Hold me in the fire" o "Years that fall", mucho más contundentes y que consiguen retrotraernos a los tiempos de "Final Straw". Con "Never really tire" experimentan ese tipo de canción que va subiendo en intensidad sin perder su densidad agobiante, sumando además cierto halo de misterio. El tono confesional más puro también tiene acto de presencia en "These lies", con una mayor contención y un protagonismo claro del piano, lo que hacen de esta balada la perfecta canción de redención, algo que se repite en "What if nothing breaks?", aunque en ésta con predominio de los sintetizadores. Más acústica y directa es "Talking about hope", casi una rareza que suena a demo o a lo que fue "Reworked", el magnífico experimento de regrabación de sus clásicos. Una maravilla que precisamente se gana un sitio a destacar en su discografía por lo atípico de su propuesta, tan básica a la par honesta.
El disco cierra con la canción que le da título, que se queda a medias después del nivel que nos habían ofrecido en el resto de canciones. No tiene esa fuerza que sí hemos constatado en otras ni ese espíritu confesional, pero a pesar de todo cierra con ese tono épico que siempre han intentado imprimir a sus finales. Tal vez sea exagerado darle un sobresaliente al octavo disco de Snow Patrol. Tampoco somos de los que gustan calificar con nota a los álbumes que nos acompañan, pero "The Forest is the Path" nos regala una nueva oportunidad para hacer de la música la mejor aliada para afrontar nuestros vaivenes y tropiezos, para levantarse y seguir caminando guiados por el genuino estilo de nuestra particular patrulla de la nieve.