Texto y fotografías: Guillermo García Domingo.
¿Quién no se pone nervioso si su artista preferido le cita para una “intimate evening”? Reconozco que estaba expectante desde antes incluso, cuando el músico británico confirmó en una entrevista de El Giradiscos celebrada hace unos meses que en septiembre se presentaría en nuestro país. Por este motivo, fue tan oportuna, para templar los ánimos, la actuación previa del dúo (al que se sumó un buen baterista) formado por Lúa Ríos y Carlos del Amo. Los componentes de Gold Lake hicieron mucho más que eso, ofrecieron un concierto elegantísimo; la voz de la primera no desmerece a las de las grandes divas oscuras de Norteamérica, y el guitarrista introduce las notas precisas en la corriente que sostiene la recitación lánguida de la cantante. Como había hecho los deberes previamente y había escuchado su más reciente creación, “Weightless” (2023), reconocí y aprecié todavía más, “Hidden Lovers”, “Weightless Arrows” o “Back to My Soul”, entre otras. El público que tomaba posiciones se sorprendió con una canción todavía más reciente, esta vez en castellano, “La luz”, bello homenaje a la metrópolis de Nueva York, donde han residido durante mucho tiempo.
La invitación de Hawley era inequívoca, debido a ello, mientras descendíamos a la pista de la siempre acogedora Sala But, había varios carteles que advertían que, durante la actuación, el cantante solicitaba que estuviéramos en silencio. Cuando Hawley apareció descubrimos que no estaríamos a solas con él, también nos acompañaría alguien, eso sí, de la máxima confianza, nada menos que el guitarrista Shez Sheridan, con quien se entiende con una mirada. Pertrechados de guitarras acústicas, pero no desenchufadas, ambos “hermanos” musicales iban a ofrecernos un repertorio idóneo para este recinto madrileño que siempre juega a favor de las propuestas menos grandilocuentes. Lo único que desentonaba con la digna sobriedad de Hawley era su chaqueta verde con hombreras negras, de corte rockabilly, que era molona hasta decir basta.
La excesiva gravedad de la voz de Hawley y tal vez algún ajuste inicial del micrófono nos privaron de disfrutar del todo de las dos primeras canciones, “As the Dawn Breaks” y “Ashes on The Fire”, pertenecientes al álbum “Truelove´s Gutter” (2009), que, a mi juicio, es un álbum más bello si cabe que el estimadísimo “Cole´s Corner” (2005), cuyo himno irresistible, “Tonight The Street Are Ours” fue recreado justo después. Para entonces la voz de Hawley ya había entrado en calor. Cuando eso sucede, estás perdido. Esta canción es más necesaria que nunca, ahora que los neofascistas se quieren apoderar de las calles, como hemos visto recientemente en el país de Hawley. Antes de la canción dieron comienzo los parlamentos políticos del de Sheffield. La concurrencia cumplió de una manera escrupulosa con su parte, salvo en esos interludios, en los que siempre hay gente que se anima a proclamar algo fuera de lugar. No obstante, Hawley fue capaz de aprovecharse de esas salidas de tono para sacar a relucir ese humor socarrón del que siempre hace gala. Cantando y hablando, en ambas circunstancias se mostró magnánimo. Era a todas luces inapropiado pedir “The Ocean” teniendo en cuenta las “herramientas” y el set que Hawley tenía en el escenario. Ahora bien, ¿quién se resiste a pedir una de las mejores canciones del siglo XXI?