VVAA: “The Power of The Heart. A Tribute To Lou Reed”


Por: Guillermo García Domingo.

A raíz del fallecimiento del escritor y cineasta Paul Auster hace unas semanas, observé en alguna red social una fotografía en la que Paul Auster posaba junto a Lou Reed en el Festival de San Sebastián, uno presidía el jurado, mientras que el otro presentaba la película de Julian Schnabel en torno a su disco “Berlín”. La desaparición de ambos, en el caso del músico, acaecida hace una década, ha dejado huérfanos a los neoyorquinos, y a todos aquellos que estamos hechizados por esta metrópolis inconcebible. Lou Reed (y Paul Auster) supieron contarla mejor que nadie. La muerte de Auster coincidió con la publicación de este disco tributo dedicado a Lou Reed, llevado a buen término por la discográfica Lights In The Attic. Supimos de “The Power of the Heart” gracias a la promoción de la canción adelanto, interpretada por el mejor candidato posible, Keith Richards. “I´m Waiting for The Man”, la pieza de la Velvet, puntuada de manera sublime por la sabia guitarra del Stone, desbocó nuestra ansiedad ante la fecha de publicación del disco completo, como si en realidad esperáramos la llegada inminente del dealer al que alude la canción. Tan formidable cover nos puso en alerta, tal vez este tributo sí mereciera la pena. Como el patrón de nuestra revista no es otro que Lou Reed, somos muy suspicaces con todo lo que le atañe. Pero, afortunadamente, nuestro presentimiento no estaba equivocado. 

El productor, Bill Bentley, a quien la escucha inicial del debut de la Velvet Underground en una tienda de Houston le abrió la puerta a una música desconocida hasta entonces, es el principal responsable de este proyecto. Muchos años después, el admirador incondicional pasó a trabajar para la promoción de los trabajos de Lou Reed, y más tarde llegó a ser su amigo. Es el autor del texto que acompaña al disco en el que destaca la determinación absoluta del de Long Island, que no tuvo nunca miedo a fracasar o a la desaprobación de los demás. 

Siguiendo la estela de la misteriosa Nico, el productor ha preferido a las rockeras femeninas. La elección de Lucinda Williams para “Legendary Hearts” ya estaba escrita antes de que Lou Reed falleciera a causa de una maldita de afección en el hígado con la que ya lidiaba desde varios años antes. Una de las mejores discípulas de Lucinda, Angel Olsen es la que hace suya, junto a Maxim Ludwig, “I Can´t Stand It”. Más imprevisible resulta la recreación singularísima de “Walk on The Wild Side” (del disco “Transformer”, uno de los discos más influyentes de la música popular) a cargo de Rickie Lee Jones. Aunque siento debilidad por “Coney Island Baby”, superlativa composición que asume la veterana cantante de Nueva Orleans, Mary Gauthier. De la misma generación es Joan Jett, miembro de las indomables The Runaways, aunque en este caso se hace acompañar del otro grupo que fundó, The Blackhearts, con el fin de interpretar “I´m So Free”, que les va como anillo al dedo por muchas razones. 

En el apartado masculino, el bluesman Bobby Rush intenta que “Sally” baile funk en “Sally Can´t Dance”, si él no lo consigue, nadie lo hará. Es sorprendente que se hayan apuntado al juego, The Afghan Whigs, aunque bien pensado tiene sentido, y “I Love Suzanne” aguanta la tralla sin despeinarse. Da gusto oírla. Las canciones de Lou Reed soportan el paso del tiempo como si nada. Que Rufus Wainwright es el más idóneo para encarnar “Perfect Day”, nadie lo duda.

El homenaje que Lou Reed dedicó a su último gran amor, Laurie Anderson, se lo han querido devolver estos extraordinarios músicos, que seguramente no ignoraban lo exigente que era el cantante en todos los proyectos artísticos que emprendía con pasión infatigable, y por ello se han esmerado al máximo, arrebatados por el “poder del corazón”, o “la gloria del amor” como dice “Coney Island Baby”.  De veras que lo han conseguido, y sin recurrir a “Sweet Jane”, lo que aún le da más mérito a este tributo.