Nothing But Thieves: Imposible etiquetarlos


La Riviera, Madrid. Martes, 9 de julio del 2024.

Texto y fotografía: Begoña Serralvo.

Es de primero de concierto saber que hay directos que no se parecen al disco, y discos que no se parecen a sus directos. Ahí está la gracia. En el caso “Dead Club City” (2023), último álbum de Nothing But Thieves, nos inclinamos por decir que su sonido en vivo, espontáneo y rock, poco se parece a las melodías arregladas y pop que oímos en grabado. 
El quintento de Essex, que ya estuvo el pasado mes de marzo en La Riviera, repitió sala aprovechando su paso por el festival Mad Cool y estuvo paseando sus mejores temas en lo que fue un concierto ágil, cargado de trallazos guitarreros y en el que, los chicos “indie – pop” demostraron que son más que eso y se saltaron (con creces) cualquier tipo de etiqueta.

Diecisiete canciones y dos bises en noventa minutos de conexión con el público, tiempo en el que les llegó a dar tiempo, gracias a ese ritmo frenético, a ejecutar una muy buena versión del “Where is my mind” de Pixies, curiosamente el único tema en que se echó en falta algo más de falsete por parte del frontman, Conor Mason, recurso que sí derrochó a espuertas a lo largo de todos los temas del setlist, acostumbrando el oído del público a registros en ocasiones algo repetitivos. 

En una noche en que la actualidad se centraba en terrenos futbolísticos, Nothing But Thieves supo captar la atención de tres cuartos del aforo, cifra nada desdeñable teniendo en cuenta la cita con la Selección, entre los que se encontraban aficionados al "lololó", bandera en ristre, fans y no fans pero, en definitiva, un público totalmente entregado, como comentamos, gracias a la buena ejecución sobre las tablas de temas como “Oh no, said what” con el que iniciaron, un tema con reminiscencias ochenteras a golpe de sinte, pasando por “Sorry” o “Welcome to DCC”.

Para el final dejaron el archiconocido “Overcome”, que puso el broche final a un directo intenso, rockero, y con una vibra muy personal. Y es que, como dicen ellos, en Madrid se sienten como en casa. Y eso se nota.