LõBISON: “De lo que no se habla no se olvida”


Por: Javier González.

Una pequeña habitación, dos personajes y un gran espejo donde observar el devenir de las horas y los días. Preguntas, respuestas, afirmaciones, negaciones, trampas y silencios. Sensaciones de asfixia, tics nerviosos y análisis crítico de conductas. Manías, miedos, dependencias y autocastigos. Crudeza, amor y cinismo. Una guitarra acústica, papel y bolígrafo. Varías eléctricas y distorsiones. Y como resultado final un gran disco, sin trampa ni cartón. Real, demasiado real. 

Nada de lo escrito más arriba es cierto, al menos que tengamos constancia, pero valgan dichas reflexiones como breve adelanto de las sensaciones que a uno le invadirán al enfrentarse, sí, ese es el término correcto, enfrentarse, a “De lo que no se habla no se Olvida”, el nuevo trabajo de LõBISON, la bella anomalía convertida en formación musical tras las que se esconde desde hace más de una década un genio sevillano, el simpar Juamba D´estroso, una vez que contra todo pronóstico diera por finiquitada la aventura de Falso Cabaret

Se trata de su quinta entrega, quizás la más equilibrada y redondeada de todas ellas, donde el artista se abre una vez más en canal, asumiendo no solo la autoría de las letras y de casi toda la instrumentación, sino escribiendo en una primerísima persona relatos que parecen tenerlo como absoluto protagonista. Al menos así se desprende de las sucesivas escuchas de unos textos donde carga sobre sus hombros el peso y el calor del foco principal, desnudando emociones, sentimientos y purgando demonios gigantes en un conjunto en el que predominan los medios tiempos inquietantes, tensos y dramáticos, donde el rock de autor, cierto primitivismo y el folclore de sangre caliente se funden para mostrarnos la magnitud de un artista desatado y mayúsculo. 

Abre fuego con la cadenciosa “Imposible Soy”, radiografiándose, ajustando el nudo en la soga y fustigando al muñeco del pim-pam-pum, generando una sensación de desasosiego y empatía en el oyente que engancha y emociona, distorsionando entre palmas el mensaje en “Normalizando la Honestidad”, donde se nos presenta casi como un autómata que ni siente ni padece, antes de que los aromas lourredianos impregnen la habitación, ampliando el foco con la maravillosa y evocadora “Antagonistas”, una ingeniosa lectura en clave de amor que representa una de las mejores canciones escritas en el ámbito nacional en este último lustro, en la línea de “Como se Odian los Amantes” de su amigo y paisano Chencho Fernández, cerrando la primera parte con la crepuscular “Difícilmente Yo”, donde entona otro mea culpa no exento de belleza. 

La segunda mitad del álbum anuncia un falso optimismo con espíritu a costa oeste americana gracias al arranque vibrante de “No Me Quiero Morir”, antes de sumergirnos de nuevo en la oscuridad que atenaza “Entrampada”, pura oración mántrica pagana, y acelerar el paso poco después al ritmo de los aires juguetones y alocados de la cínica “Milagrera”, poseedora de una letra ante la que es inevitable no esbozar una sonrisa, cerrando con “Show Show Fantasma”, cuyos aires cavernarios, adictivos y libidinosos, que bien podrían retrotraer al “Sex Beat” de The Gun Club, resultan absolutamente abrasivos, sirviendo como colofón perfecto a un intenso viaje del que es complicado salir airoso a nivel emocional. 

Este “De lo que no se habla no se Olvida” es una obra mayúscula, un alegato desnudo, crudo y directo que gira alrededor de un hombre y sus circunstancias vitales, capaz de sobrecoger al oyente como solo el arte hecho canciones puede hacer. Juamba D´estroso ha encerrado un puñado de fantasmas y sentimientos acompañados de una acertada selección de acordes en una pequeña caja, enterrándola adrede en un lugar profundo sabedor que no serán muchos quienes la descubramos. Pero, ay de aquellos que sepan buscar y choquen con estas ocho gemas, no saldrán del laberinto siendo los mismos. 

Si usted estaba buscando su enfant terrible dentro del rock de autor, deje de buscar; llega diez años tarde, pero lo ha encontrado. Atiende al nombre de LõBISON y en cada verso encierra una auténtica industria para los sentidos.