Llorente, la victoria del subcampeón


Centro Cultural Joaquín Roncal, Zaragoza. Miércoles 3 de julio de 2024. 

Texto y fotografías: Javier Capapé.

Cada vez que vuelvo a encontrarme con Llorente es especial. Diferente, aunque las emociones que me despierta esta banda sean parecidas porque su calidez me inunda y su sentido de hogar me reconforta siempre. Óscar Llorente es un maestro de la emoción sutil y sus cinco escuderos (Elvira López, Yerai Rubio, Carlos Gracia, Alberto Solobera y Jaime Lapeña) hacen que esto se transmita de una manera tan fácil como elegante y cuidada. Le arropan, le mecen y a la vez agitan a los que acudimos una y otra vez a su encuentro. 

Habían pasado poco más de tres meses desde que presencié un concierto único en el Sótano Mágico celebrando los seis años de la formación. Entonces el grupo se presentó en un formato reducido, que no por ello acústico, debido a las exigencias del pequeño escenario, pero no faltaron los detalles y el mimo con el que cuidaron a los allí presentes. En estos mal llamados "acústicos" los cambios se limitan básicamente a que desaparece el teclado de Elvira y Carlos se basta y se sobra con el cajón, con el que no echamos de menos en ningún momento la batería gracias a la maestría y desparpajo con el que lo domina. 

Este miércoles, en el centro cultural Joaquín Roncal, justo cinco años después de la primera vez que los vi en directo en este mismo espacio, decidieron no cambiar ese formato más íntimo en un nuevo concierto que nos encandiló, no sólo por sus bellos matices y sorpresas, sino también por su puesta en escena (proyección de la elegante portada de su último disco que se iba completando paso a paso con todos los elementos que la pueblan, mesita de centro y vino incluidos) y sus fantásticas canciones, que en definitiva es lo que queda. 

Si hay que cantar, es más fácil con ellos, y si hay que reír, solo hay que escuchar como fluye su conversación entre canciones. Pero si lo que queremos es dejarnos llevar y viajar con las imágenes que nos transportan con su música, vamos a tener garantía de éxito asegurada.

La velada comenzó con el gancho de una de sus canciones más queridas. "Desde el 20 de abril" hizo su aparición justo después de presentar a los seis miembros del grupo, lo primero que hicieron mientras se iba templado el clima en el auditorio del centro cultural zaragozano. Le siguieron canciones que se están convirtiendo en clásicos para algunos de los allí congregados como la hipnótica "De lluvia los zapatos" o la más rock "Los 90". Presentaron nuevas composiciones, como ya hicieran en el concierto del pasado marzo con "El que friega", que está vez ya nos sonaba a algunos como para tararearla sobre esa línea de guitarra que puede recordar a una "Salitre" acelerada. En esta ocasión fue también el turno de "Yo albañil" (parece que siguen agarrándose a las historias mas cotidianas), que formará parte de la banda sonora del corto del mismo título que presentará Factory Du Cardelin próximamente, productora en la que también está involucrado el propio Óscar Llorente. 

He mencionado que hubo sorpresas, y ¡¡vaya si las hubo!! Por primera vez desde que presentaran el maravilloso "Libro de familia" su productor y amigo Cuti Vericad se unió a la banda para cantar estupendamente la reivindicativa "Ya está bien" y una jovencísima Malena Júarez nos encandiló con su portento vocal al interpretar "4° sin ascensor". Habrá que estar muy atento a sus futuros pasos. Antes de esto hubo también otros obsequios, no sólo en forma de colaboraciones, sino también de versiones inesperadas. Desde el "Nowhere man" de los Beatles, antes de atacar "La guerra de los mundos", hasta "Perfect" de Ed Sheeran, con la que reivindicó el talento de las nuevas generaciones de músicos y que tocó como un reto planteado a su hija mayor. Incluso una versión fronteriza de la festiva "Tengo el corazón contento" de Marisol tuvo cabida, que, como su percusionista comentó, no puede faltar en ninguna fiesta patronal. Aunque este concierto no era exactamente una verbena de verano, sí fue una fiesta compartida en la que "La gran mentira" sirvió de roca sólida en la que apoyarse o "El viaje" de ventana abierta a las nuevas oportunidades en el camino. 

Como bien nos dijeron en un momento de la velada, a este grupo le encanta la derrota. Aprecian más ser subcampeones (algo que también les parecía más atractivo a Faemino y Cansado), lo que reflejaron perfectamente en "De Segunda fila", siempre con un gran sentido del humor y con ese violín que evocó una vez más al "Viva la Vida" de Coldplay.  

En solitario y con formas cercanas al Springsteen de "Nebraska", Óscar encaró su pieza más personal, esa "Reinosa" que se detiene en su infancia y en aquellas calles recorridas de su ciudad natal. Nos dejó sin palabras, conmovidos, imaginando ese mismo reflejo en nuestras propias vivencias del pasado. Y con esa infancia de telón de fondo, pero esta vez fijándose en la vivida desde la perspectiva del padre, Llorente abandonó el escenario por primera vez entonando "Instantes", para salir casi inmediatamente y recalar en otras de sus imprescindibles que no pueden faltar en la recta final de sus directos: "Camiseta del 92" y "Aquí". Aunque estas canciones suenen casi siempre para cerrar, nos recordaron que les encanta cambiar su setlist para no hacer dos conciertos iguales y que así ha sido en todos estos años que llevan juntos. Desde luego esa sensación me queda a mí, que aunque ya voy sumando bastantes conciertos de uno de los grupos más a tener en cuenta de los nacidos en mi ciudad en los últimos años, siempre encuentro algo nuevo, nunca me parece el mismo concierto, y eso es algo difícil de ver, que los hace más grandes y más generosos con un público que crece poco a poco a su lado y que siempre marcha a casa recompensado.