Lenny Kravitz: "Blue Electric Light"


Por: Javier Capapé. 

Aunque el norteamericano sea uno de los músicos más cuestionados desde hace años, no podemos negar que muchos de nosotros nos hemos rendido a algunas de sus canciones más inspiradas. Su primer trío de álbumes, con "Let Love Rule" a la cabeza, son canela fina, pero desde que empezase el nuevo milenio, Lenny Kravitz parece haber tenido más tropiezos que aciertos. "It's time for a love revolution" pudo ser su última obra cumbre, aunque hay que reconocer que a esto ayudó que su gira se extendiera con la celebración de los veinte años de su debut, lo que dio más protagonismo a estas canciones entre sus seguidores. Después, "Strut" o "Raise Vibration" nos dejaron fríos, no consiguiendo que quedásemos atrapados ni tan siquiera por la cuidada imagen de nuestro protagonista. 

A Lenny se le acusa de plagiar estilos, de tener una personalidad demasiado enfocada en el control técnico de la obra y en su virtuosismo como multiinstrumentista, pero eso no significa que en sus discos no tenga verdaderos chispazos de inspiración. Y es que no es nada sencillo copiar con tan buen gusto consiguiendo un sonido personal a la par. Podrá imitar y repetir fórmulas, pero todo el mundo reconoce su sonido y su tremenda habilidad vocal, por lo que quizá estos juicios hechos a la ligera sean algo cuestionables. 

Con este "Blue Electric Light" nos viene a la cabeza una y otra vez Prince, uno de los músicos más admirados por Kravitz. Sus fórmulas y espíritu están presentes de la primera a la última canción de un álbum que se gestó con el tiempo brindado por la pandemia y que consigue elevarse como obra mayor de entre todas las concebidas por el neoyorquino en los últimos treinta años. Su duodécimo álbum de estudio cuenta una vez más con su inseparable Craig Ross en labores compositivas puntales, así como en muchos aportes con su particular estilo a las seis cuerdas. La producción y ejecución de casi todos los instrumentos es obra del propio Kravitz (como casi siempre en sus discos), demostrando que, aunque muchos lo tengan en tela de juicio, él sigue siendo fiel e inquebrantable a unos principios que tienen siempre en el centro al rock clásico, sin olvidar el soul, los medios tiempos pop, el funky e incluso el hard rock, con el que no olvida coquetear nunca. 

De esta manera y con verdadera solvencia, "Blue Electric Light" nos atrapa sin llegar a impactarnos sobre manera, pero dejándonos una sensación de trabajo bien hecho y para nada sentimos que su casi sesenta minutos se nos hagan largos, más bien nos hacen disfrutar como antaño, como nos ocurre con el brillo de "It's just another fine day (in this universe of love)", una canción con la que parece querer reivindicarse como artista integral desde el primer momento. Esa ha sido la premisa con la que ha querido presentar estas canciones con sus sesenta años recién cumplidos y la verdad es que después de escuchar este primer corte es la sensación que nos queda, la reafirmación de Lenny Kravitz como artista de primer nivel, cerca, en fondo y forma, de sus claros referentes, como ocurre esta vez con el genio de Minneapolis. Si en la canción de apertura se va directamente al funk ligero apoyándose en un bajo potente, "TK421" lo hace en la guitarra rítmica, también muy funky y con un solo de saxo muy caliente en el puente. Pero no solo encontramos funk subido de revoluciones, también hay soul del que supo cultivar como pocos en el archiconocido single de su debut, como vemos en "Honey", o aires disco con percusiones en primer plano en "Human". "Paralyzed" es la que tiene un discurso más guitarrero y desgarrador (con talk box incluido) y "Let it ride" la más ochentera y sintética, aunque desafortunadamente ésta nos diga poco. 

La segunda parte del disco no decae en general, con una fresca "Love is my religion", que nos retrotrae al rock más espontáneo de los setenta que podríamos atribuir hasta a un joven Springsteen, o con la más liviana "Bundle of Joy". "Spirit in my heart" nos trae ciertos toques latinos en el estribillo que consiguen que no bajemos la guardia, pero lo que verdaderamente se impone al final y nos trae a un primer plano es al ya mencionado y tristemente desaparecido Prince, al que parece que le haya querido dedicar el disco. En "Stuck in the middle" y "Heaven" está realmente presente, aunque donde más parece hacerse notar es en el cierre con la canción titular, porque "Blue Electric Light" tiene una atmósfera sensual y un fantástico solo de guirarra que parece querer resucitar al autor de "Purple Rain". 

Más inspirado o menos, Lenny Kravitz ha sabido encontrar lo que sus seguidores, e incluso aquellos más titubeantes, esperaban de él tras varios años en el dique seco o más centrado en otros quehaceres, porque nunca está de más escuchar discos en los que reconocer ese sonido familiar que siempre nos hace vibrar, ya venga de sus creadores originales o de aquellos que, como nuestro protagonista, bien saben actualizar y devolver a la palestra lo que nunca muere, esa luz azul eléctrica en la que poder perdernos con la certeza de que llegaremos a buen puerto.