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Jessica Pratt: "Here In The Pitch"


Por: Juanjo Frontera.

Pocos discos me apetecían tanto este año como la cuarta entrega de Jessica Pratt, dueña de esa voz que parece provenir del más allá y que con sus dos anteriores discos me encandiló profundamente. Sin realmente inventar nada, produce en mí una sensación de intriga, de placentera introspección y de zozobra, que encuentro en poca música de la actualidad. No obstante, no quería precipitarme ni en su escucha, ni en comentar mis impresiones al respecto. De ahí que haya procrastinado tanto esta reseña. 

"Here In The Pitch" llega nada menos que cinco años -y una pandemia- después de su antecesor, "Quiet Signs" (2019),  que situó a Pratt definitivamente como una de las cantautoras más relevantes de su generación, a la altura de Weyes Blood, Aldous Harding o Angel Olsen. No obstante, en relación con lo exuberante de las producciones de las mencionadas, Pratt mantenía un perfil mucho más lo-fi, con una ausencia de elementos que no por ello generaba vacío, sino que más bien centraba la atención en su gran arma secreta: la voz. Una voz, como decíamos, fantasmal, que parece venir del más allá para poseernos a ritmo de melodías vaporosas. 

Pues bien, parece ser que el tiempo ha hecho ver las cosas de otra manera a nuestra protagonista. Y para ello se ha inspirado en la California más -digamos- oscura, la que forma parte de la cara B de los grandes éxitos del hippismo y de Laurel Canyon. Las horas bajas de Brian Wilson y sus chicos, el declive de Phil Spector, el candor toxicómano de Judee Sill o el minimalista encanto de Wendy and Bonnie. Todo eso, el mito californiano en su más brillante y a la par más áspera acepción, se ha metido en la coctelera de esta peculiar cantautora para acercarla a la canción pop, aunque tratándose de ella es un acercamiento más que relativo.

Para todo ello ha contado, cuando nunca lo había hecho, con la inestimable ayuda de músicos como los dotados multiinstrumentistas Al Carlson, Matt McDermont y Peter Mudge, que también coproducen, así como otros músicos amigos como el fantástico guitarrista y también cantautor Riley Walker (obligatorio seguir su pista) y el baterista Alex Goldberg. Esto, evidentemente, dota a las canciones de un aura que hasta ahora nunca había mostrado la cantautora. Las vuelve más soleadas. Con su voz de ultratumba, sí, pero soleadas. 

Es así desde la inicial “Life is”, cuyo comienzo siempre me trae a la cabeza “Guess I’m Dumb”, aquella canción que le compuso y produjo Brian Wilson a Glenn Campbell en agradecimiento por sustituirlo en las giras de Beach Boys tras su ataque de nervios. Esto nos da ya una pista firme de por dónde van los tiros. Escuchamos ahí el paradigma surf de Wilson, pero también parte del Wall Of Sound de su némesis, Phil Spector, o las utópicas melodías soleadas de The Mamas & The Papas, o incluso atisbos del folk rock de The Byrds

Una canción sencillamente monumental que hace el papel de apertura de un set que no conocerá fisura ni en su perfección, ni en su feeling sosegado y por momentos, profundamente veraniego. Un verano, eso sí, de cierto halo espectral que continúa desplegando su bruma en los aires bossa que guardan “Better hate” o “By hook or by crook”, en la desolación folk vía el Neil Young más bajonero de “World on a string” (no es una versión, aunque tenga el mismo título que una de Neil), o incluso en momentos más solemnes, como el de la melancólica pieza a piano “Empires never known” o la minimalista “Glances”, ambas antesala de un final de belleza excepcional que llega con “The last year”, pieza que reúne todas las virtudes antes mencionadas de un álbum que es, simple y llanamente, una preciosidad. 

Un cuarto trabajo, este de Jessica Pratt, que hace de su influencia vintage algo completamente vigente, merced a una personalidad que sigue intacta durante esta sucesión de grandes canciones que representan sin duda alguna un paso de gigante -y mira que lo tenía difícil- respecto a sus tres anteriores álbumes. Soberbia nueva referencia, por tanto, en una carrera intachable y, sin duda alguna, uno de los discos tanto de este verano, como, si me preguntan a mi, del año.