Entrevista: Javier Macipe, director de “La Estrella Azul”


“Mauricio Aznar era una persona especial, luminosa, generosa, apasionada, buena y noble” .

Por: Javier González. 

“La Estrella Azul” ha conseguido surcar los cielos dejando tras de sí una estela que tememos no desaparecerá. Hablar de ella como una película biográfica sobre la figura de Mauricio Aznar sería altamente reduccionista, puesto que el metraje encierra mucho más de lo que a priori podemos observar a primera vista, logrando dejar una profunda huella interior tras de sí.

Es una apuesta decidida y valiente que muestra un viaje vital, pero también una transformación y un renacimiento, cuyo principal legado es su mensaje rupturista donde se encierra un canto a la vida, abogando por cortar cadenas e insatisfacciones para que sean el corazón y el alma los que nos dirijan a través de caminos desconocidos que ansiamos explorar.

El aplauso unánime de crítica y público han sido rotundos, hasta el punto de incluir a “La Estrella Azul” entre las películas “candidatas” a llevarse un Goya, unos parabienes nada exagerados que se explican por el trabajo, empeño y cariño que han puesto durante todo el proceso de rodaje tanto Javier Macipe, director de la misma, como un impresionante equipo humano que se embarcaron en un reto mayúsculo que han mimado y pulido hasta dar forma a una auténtica joya de nuestro cine más reciente. 

Hoy nos sentimos especialmente orgullosos de poder dejaros con una entrevista de lo más especial con Javier Macipe, quien cercano y afable nos cuenta los pormenores de una obra mítica que nos enseña que en una vida se pueden encerrar muchas vidas, solo hay que estar dispuestos a redoblar la apuesta y saltar al vacío desde lo alto de una estrella.

En primer lugar, quería agradecerte el inmenso regalo que nos has hecho con “La Estrella Azul”. Me gustaría arrancar la entrevista preguntando por algo muy sencillo. ¿Qué tal estás y cómo va todo? 

Javier: Estoy muy contento porque la película está gustando mucho. Vivo un momento donde no paro de recibir constantemente mensajes muy emocionantes de personas que no solo disfrutan la película, sino que dicen que les ha marcado, reavivándoles viejas vocaciones y ganas de apostar por caminos del corazón, o del “rock and roll”, que diría la canción de Mauricio. Me siento muy feliz. 

Hace algunos meses vio la luz “La Estrella Azul”, una película fascinante donde contáis la historia del añorado músico Mauricio Aznar. ¿Hasta qué punto os ha sorprendido todo el revuelo que ha generado la misma? ¿Os esperabais una acogida tan brutal como la que ha tenido? 

Javier: Sorprender no sería exactamente la palabra, porque para poder hacer esta película he necesitado creer desde el primer momento en que funcionaría muy bien y gustaría al público, algo en lo que tenía confianza. Sí que es verdad que he debido convencer a muchas personas por el camino que no lo veían tan claro. Seguramente a dichas personas sí que les habrá sorprendido todo lo sucedido. Personalmente, me siento satisfecho, esa sería la palabra, porque la mejor de mis expectativas, el escenario más positivo que visualizaba, es el que se está dando. Sinceramente creo que a la película le queda mucho recorrido y habrá más alegrías que están por venir. Si tú eres director de cine y no confías en el éxito de tu película es muy difícil que llegue tan siquiera a existir, ya no te digo a tener éxito. 

¿En qué momento y de qué forma comienza a rodar la idea de hacer una película en torno a la biografía y al viaje musical de este zaragozano eterno? 

Javier: La idea original partió de la madre de Mauricio, fue un proyecto que vino totalmente de fuera. Personalmente, era muy fan de Mauricio desde niño, mis hermanos mayores, con los que me llevo bastantes años, escuchaban su música. Con 18 años, al hacer mi primer cortometraje puse “Apuesta por el Rock and Roll” como banda sonora, para lo que pedí permiso a la madre de Mauricio. Ella al ver el corto, me citó en su casa un día para comentarme que le gustaría que hiciera una película contando la historia de sus hijos. Hablo en plural porque ella tenía ganas de que se reconociera la figura de Pedro, hermano mayor de Mauricio, que era un grandísimo músico y fue totalmente desconocido para el público. Entonces, en ese momento, no me veía capaz, pero me parecía muy emocionante que pensara que lo podía hacer. Ese fue el primer germen. Hace diez años, habiendo hecho más cortometrajes y finalizados ya mis estudios, me sentía preparado para empezar y comencé el viaje de documentación. Aunque como digo, la primera idea partió de la madre. 

Eres zaragozano. ¿Tuviste la oportunidad de conocer o ser seguidor del trabajo de Mauricio en proyectos como Más Birras o Almagato? En caso de ser así. ¿Qué recuerdas de él? ¿De aquellos tiempos? 

Javier: Personalmente no conocí a Mauricio, de hecho, no recuerdo los primeros momentos asociados a su música. Creo que desde que era un bebé en mi casa sonaban Más Birras. Es decir, desde que tengo uso de razón recuerdo estar escuchando canciones de Mauricio. La sensación es que Más Birras le gustaba mucho a todo el mundo, no había ningún tipo de polémica, ya sabes que hay grupos que gustan y otros que se odian. Aquí no había debate. Y que él era un personaje totalmente carismático y querido en la ciudad. Más Birras conseguían algo bastante transversal en una generación que era gustar a gente muy diverso. Mi primer recuerdo asociado a la persona que había detrás de aquellas canciones que yo escuchaba es precisamente cuando Mauricio murió en el año 2.000. En aquellas fiestas del Pilar tenía 13 años, fui por primera vez a un concierto de música en directo grande en una plaza del centro de Zaragoza y habían puesto una foto de Mauricio gigante en la trasera del escenario. Recuerdo que me pasé todo el concierto, que era de otro cantautor aragonés, mirando la cara de Mauricio, me parecía que tenía cara de ser muy buena persona. Me atrajo muchísimo y me dio pena. Fíjate todo lo que ha pasado después. Mi vínculo viene de aquel momento, luego he ido investigando, conociendo a sus amigos, a los integrantes de sus bandas, Más Birras y Almagato. He conocido a sus parejas, he hecho el viaje a Argentina. Ahora hay gente que dice que soy la persona que más le conoce porque he hecho una búsqueda antropológica hasta encontrar al personaje. 

“En la película se resume la historia de un rockero que se enamora del folclore en un viaje” 

¿De qué forma os planteasteis mostrar el recorrido musical que tuvo la vida de Mauricio? 

Javier: Al final en las películas hay que destilar, simplificar y resumir. No hay tiempo de contar todos los matices y menos en una película biográfica. No conté que en la vida real Mauricio empieza haciendo un rockabilly cantando en inglés, algo muy tradicional con los Golden Zippers, banda que no habíamos citado hasta ahora ni tú ni yo. Luego arranca con Más Birras, también haciendo discos rockabilly, pero en seguida empieza a haber influencias de otras músicas. Uno de los primeros singles que sacan es “Voces de Tango”, no es un tango exactamente, pero es una balada con influencias de otras músicas. En los últimos trabajos de Más Birras había sonoridades de lo que se llamó rock latino, algo que ya estaba ahí. Fue algo progresivo. De hecho, en la última etapa de la banda, Mauricio daba conciertos en solitario sobre la música de Argentina que más había llegado a España, canciones de Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune, José Larralde y Mercedes Sosa. Después marcha a Argentina, llegando a Santiago del Estero, la provincia donde nace la chacarera. Otra cosa que no se cuenta en la película es que monta otra banda, Almagato, donde deja de tener el rol de cantante principal en un viaje hacia a lo anónimo, ya que cada vez tiene menos protagonismo como frontman. En la película se resume la historia de un rockero que se enamora del folclore en un viaje, pero la realidad fue algo más progresiva como todo en la vida. Lo llamativo está en que un rockabilly de tupé pasa casi de un día para otro a estar cantando chacareras y zambas en un escenario con sus botas camperas, algo llamativo e icónico. 

¿Hasta qué punto Atahualpa Yupanqui es la bisagra que hace saltar todo por los aires? 

Javier: Atahualpa Yupanqui es fundamental como detonante. Hubo un disco que le llegó a la madre de Mauricio de una forma muy curiosa, como regalo con un detergente en el supermercado. Él lo escuchó y ahí se abrió una grieta. Atahualpa tiene otra faceta más allá de lo musical que es la de escritor, él ofrece un corpus teórico sobre el mundo y la música que plasma en sus libros. Quizás como escritor podría estar en un nivel superior al autor de canciones, una faceta no tan conocida para el gran público. A Mauricio le entusiasmó, en sus viajes leyó sus libros, dando paso a una cosmogonía donde la música y el paisaje son indisociables, algo muy de la visión indígena latinoamericana. Y luego hay dos nombres que en la película se nombran muy de pasada que también gustaban mucho a Mauricio como Víctor Jara y Violeta Parra, esta última tiene algo parecido a Yupanqui, fue una buscadora de canciones antiguas que se estaban perdiendo. Ella recopiló toda la sabiduría antigua, con un estilo más romántico y desesperado, incluso pesimista, aunque sea la autora de “Gracias a la Vida”. 

Hemos citado ya varias veces el viaje al noroeste de Argentina, donde se produce el encuentro con Carlos Carabajal, padre de la chacarera. ¿Cómo de complicado fue reflejar dicho encuentro? ¿Qué os transmitió la familia de Carlos? ¿Por qué decidisteis que participaran del rodaje? 

Javier: Fue también un proceso paulatino y orgánico. El punto de partida de todo el proceso de documentación fue ir a Argentina para repetir el viaje de Mauricio. El objeto era intentar entender lo que había encontrado allí. Inclusive fui al festival de Cosquín y más tarde a Santiago del Estero. Mi idea como músico, porque también lo soy además de director de cine, era vivir aquel viaje más como músico que como cineasta. Quise aprender el rasguido de las chacareras, entender el ritmo, la estructura y armonías. Me enfrenté a los problemas que él se enfrentó. Son ritmos que si no has mamado desde niño cuesta entenderlos. A día de hoy llevo más diez años tocando chacareras, pues bien, te aseguro que cualquier niño pequeño santiagueño es capaz de hacerlo mejor que yo, de una manera más auténtica con su guitarra. Todas las personas que entrevisté de la familia Carabajal recordaban la visita de Mauricio bastante, hay que tener en cuenta que Santiago es un lugar por donde apenas pasan turistas. Veían que se plantó allí un tipo con un aspecto muy peculiar, rockero, con muchas ganas de aprender y con mucho respeto, apenas hablando de sí mismo. Con el paso de los años, tras su muerte, descubrieron que Mauricio era una persona reconocida en Aragón, que había compuesto canciones como “Apuesta por el Rock and Roll” que habían versionado Héroes del Silencio. Él llegó allí queriendo aprender, recuerdan muchos sus silencios, su forma de observar y aprender, dejando huella, porque ellos veían un respeto enorme en su atención. El hecho de que fueran actores vino dado porque para mí era necesario que la música fuera el centro de la película, tocándose en directo, de la manera más real posible. No tendría sentido coger a otra gente. Sería como hacer una película de los Morente sin ninguno de ellos. Es más complicado enseñar a un actor música folclórica, que hacer actuar a un músico. 

Imagino que a la hora de documentar la película habrás tenido que hablar con familiares y amigos de Mauricio. ¿Qué te comentaron al respecto? ¿Qué parte de la personalidad de Mauricio querían mostrar? 

Javier: La familia y amigos me dieron libertad total, nadie quiso que se ocultaran o potenciaran nada. Solo había una limitación que era no contar la causa de la muerte física de Mauricio, su madre no quería que se supiera por respeto. En todo lo demás, fui yo sacando mis propias conclusiones. Y la que saqué respecto a su carácter, más allá de que era un músico talentoso, es que era una muy buena persona. No ha habido una sola persona de las más de cincuenta que he entrevistado que me hayan hablado mal de él. Hay anécdotas y chorradas, claro está. En esencia, todos hablaban de una persona especial, luminosa, generosa, apasionada, buena y noble. Todo lo que aparece en la película. Mi problema era tener que humanizarlo, quitándole virtudes. Alguna vez me han dicho que al principio de la película cae mal, cosa que veo positiva, si no se notaría demasiado el respeto y admiración que tengo hacia él, pero todo lo que se muestra es coherente con respecto a la verdad. 

“Si no hubiera aparecido Pepe Lorente, no habría encontrado a otro actor que lo pudiera hacer” 

¿Hasta qué punto es importante la labor de Pepe Lorente, en quien recae gran parte del peso interpretativo de la película, haciendo de Mauricio? 

Javier: El trabajo que hace es fundamental, tanto es así que amigos de Mauricio como Miguel Mata, bajista de Más Birras, me decía que la gente recordaría a “Mauricio por Pepe Lorente”. Ten en cuenta que apenas hay documentos en vídeo suyos. Ahora su imagen va a ser indisociable. Los amigos de Mauricio y sus fans estaban ojo avizor sobre lo que haría el actor encargado de dar vida al personaje, pues bien, el mismo Miguel Mata, que es una persona muy clara, al ver la película dijo “te has librado de la horca y has pasado a ser intocable”. La frase resume muy bien lo que sentía y ha sentido la gente, antes y después. Había mucho riesgo por parte de Pepe Lorente a la hora de hacer un personaje con el que comparte tierra, ya que ambos son de Zaragoza. Fracasar hubiera sido un desastre. Se lo tomó con mucho respeto, se dejó la piel, aprendió a ser músico y a cantar muy parecido a Mauricio. A veces con trozos de audio hemos engañado a gente muy cercana diciendo que era él y resulta que era Pepe. Más tarde me he dado cuenta que si no hubiera aparecido Pepe, no habría encontrado a otro actor que lo pudiera hacer. 

Si hay algo que sorprende es la estructura de la película, donde podríamos decir que, al argumento lineal, relativamente cronológico de exposición de la historia, añades virajes sorprendentes, que interpelan directamente al espectador. ¿Cómo surgió la idea? ¿Qué pretendías con dichos recursos? 

Javier: El cine ontológicamente está mucho más cerca del documental que de la ficción. Cuando aparece, las primeras películas son documentales: la salida de obreros de la fábrica o en el caso de España, la salida de misa del Pilar. El cine luego ha tendido por el camino de la representación, actores haciendo de otras personas pareciéndose más a la esencia del teatro, que es la representación en vez de la presentación. Hecho este preámbulo, diré que a mí me gustan más las películas donde la frontera entre cine y documental es más difusa y te dejan con la sensación de que estás viendo el mundo. La ruptura de la ficción, lo que tú llamas interpelar al espectador, sirve para que te des cuenta que lo que estás viendo es muy real. Un personaje que se sale del personaje para que te des cuenta que cuenta algo verdadero. Romper la cuarta pared sirve para eso. Hacemos una película que es muy de verdad. 

Aviso que viene spoiler, por si alguien quiere dejar de leernos. Hay muchas escenas que cortan el alma, pero el momento en que el personaje de Mauricio mira a cámara y dice algo así como: “En la siguiente escena yo voy a estar muerto”. Es crudo, duro y rompe el alma. ¿De qué manera recuerdas la grabación de aquella escena? 

Javier: Me da un poco de apuro porque es un poco spoiler para la gente como bien dices. Con el personaje de Mauricio a veces hemos intentado reflejar la esencia de dos personajes que han sido muy importantes para él. Uno es el Quijote y otro es Jesús de Nazaret. De hecho, la estructura de la película sigue un poco el mismo eje que los evangelios, donde el personaje muere y luego resucita para que al final sean sus seguidores quienes sigan con el mensaje por su ejemplo. Lo que tiene el personaje de Jesús es que sabe que va a morir, lo que hace que su sacrificio sea doblemente valioso. Atreverse a morir, sabiendo que su forma de ver el mundo y sus ideas le llevarían a morir. Digo esto como explicación, sin querer sobredimensionar lo que era Mauricio. Queríamos mostrar que tenía una mirada que estaba por encima de lo que los demás mortales estaban viendo. Y en un ensayo quisimos jugar a que él supiera lo que iba a ocurrir y cómo sería enfrentarse a la burocracia más gris sabiendo que iba a morir. Partiendo de una improvisación de Pepe diciendo “no ves que puedes hacer historia con este concierto y yo voy a morir”. Al ir al rodaje no avisé al otro actor, ni al equipo ni a nadie, tenían un guion donde no aparecía dicha parte. De hecho, la persona que teclea de extra con un ordenador es la hermana de Mauricio, que no aparece reflejada en la película. Cuando llegó el momento se hizo el silencio en el set, había muchos extras que habían conocido a Mauricio y aquel ambiente ayudó a Pepe. El otro actor también tuvo que contenerse mucho, solo le pedí que dijera, “pero eres autónomo, ¿cómo lo facturarías?”. Se da esa cosa tan paradójica que ocurre en la vida, vas a presentar un proyecto romántico y espiritual y la cosa muchas veces es cómo se factura. 

“Las verdaderas obras de arte acabarán encontrando al público, aunque sea tras la muerte de los autores” 

¿Cuánta pena da ver que en nuestro país solo se reivindica a ciertos artistas cuando ya han fallecido? 

Javier: No sé si es solo una cuestión de España. Pienso que la gente que hace cosas que van más allá no tienen muchos conocimientos de marketing, por lo que no saben dar a conocer su obra, y vivimos en un mundo muy materialista, al menos en Occidente. Hay otra parte del mundo que no conocemos tanto y es distinta. Personalmente soy de la idea que al final las verdaderas obras de arte acabarán encontrando al público, aunque sea tras la muerte de los autores, como tantas veces ha ocurrido en la historia. Creo en el alma, pienso que dichas personas perviven y viven en otra dimensión y que en un futuro se reirán de no haber tenido el éxito en vida. También te reconozco que tengo un trasfondo de sentimiento de rabia porque algunas personas no tengas reconocimiento en vida. Creo que el universo en muy grande, durará muchos millones de años más que nosotros, así que esto nuestro es una chorrada. 

“Me gusta que la película dé ganas de vivir y reconcilie con la muerte” 

Para mí “La Estrella Azul” es la película del año, por estructura y contenido, pero también por mensaje. Hay en ella una dramática forma de abrazar la vida, romper los esquemas de la insatisfacción y lanzarse a la aventura para recorrer un camino vital pleno. ¿Lo ves así? 

Javier: Bueno… lo has dicho con unas palabras muy bonitas, me has emocionado, incluso. Si te ha llegado sin mayor explicación que lo que has visto, maravilloso, objetivo cumplido. Personalmente, más allá de verbalizarlo de una manera u otra, como concepto lo que me gusta es que la película de ganas de vivir y te reconcilie con la muerte, cosa que a mucha gente le pasa. En las ganas de vivir, va implícito hacerlo con intensidad y pasión, con las cosas guiadas por el corazón. Darte cuenta que no puedes estar toda la vida midiendo las consecuencias de una forma pragmática, todo lo que se hace así se lo lleva el viento. Lo que perdura es lo que hacemos guiados por el corazón y con amor. 

“Esta historia reivindica la figura de aquellos que siguen su camino, sin querer agradar para que les aplaudan” 

También creo que es una película de obligada visión por cualquiera que quiera formar una banda de música. Refleja los sinsabores de una carrera, la necesidad de picar piedra noche a noche, la crueldad de las instituciones y a veces, la ausencia de empatía con el público que siempre espera lo mejor de un creador. ¿Era una premisa de partida mostrar dicho mensaje? 

Javier: Sí, de alguna manera más general que no solo respecto a la música. El público de cualquier arte tiene muy activada la capacidad de juzgar que la de comprender. También fuera del arte, a veces juzgamos los actos de los demás sin aspirar a entenderlos. Y con los artistas a veces queremos que hagan lo que llevan haciendo toda la vida porque es lo que nos gusta y si cogen otro camino opinamos que se equivocan. Es muy duro. Si no hubiera gente que rompe con eso, todo tendería al empobrecimiento, repetir esquemas, de una manera cada vez más empobrecida, y a imitarnos. La película reivindica la figura de aquellos que siguen su camino, el de su alma, sin querer agradar para que les aplaudan. Esa contradicción a veces no sabemos lo difícil que es. Cuando te has acostumbrado a que te aplaudan, volver a empezar y tocar para diez personas requiere estar muy centrado. Sé que para Mauricio fue muy duro. 

Hay quinielas que señalan “La Estrella Azul” como candidata al Goya. ¿Sueño o realidad? 

Javier: A ver… mirándolo como si no fuera el director, para que no suene egocéntrico, la película por cifras de taquilla, críticas cosechadas, ahora mismo, a falta de lo que resta de año, es una de las películas que deberían estar. Espero que sí. De ahí a ganarlo…No me parece una locura y me haría mucha ilusión por Mauricio, también por los técnicos y actores. Y sería muy bueno para mi carrera, para qué negarlo. Este país tiene la gran suerte que no sucede en otros países de tener los premios Goya, que tienen mucha repercusión mediática. Me haría mucha ilusión que le dieran un Goya a la película de una persona que he querido y admirado tanto como a Mauricio. A mí como me espectador me encantaría. 

¿Dónde encaminarás tus próximos pasos profesionales? ¿Harás fortuna dedicado a dignificar la cultura musical española en siguientes películas? 

Javier: El hacia dónde iré está contenido en “Apuesta por el Rock and Roll”, iré donde quieran mis botas. Y también te responderé con otra frase de Antonio Gala, se la escuché un día que estaba cerca de él. Le preguntaron algo parecido y dijo: “No lo sé, pregunte a mi caballo”. La sensación que tengo es que aún no ha llegado el siguiente proyecto al que dedicar mi vida. Seguro que habrá un chispazo fortuito e iniciaré otro camino con la misma implicación y dedicación que para “La Estrella Azul”. Con respecto a la pregunta de la música, te diré que soy músico y es parte de mi vida, indisociable del cine, pero no creo que haga otro proyecto donde el contenido central sea la música. Habrá música, pero cambiaré mucho el tema. Me siento un director más cercano a Kubrick, para mí el cine es una excusa para conocer nuevos mundos y universos. No sé cuáles serán los siguientes.

En caso de que rompamos la baraja. ¿Qué buenas historias quedan por contar dentro de nuestra música? 

Javier: Pues… no sé qué decirte. Hay muchos artistas que admiro mucho y que me han interesado, pero no sé si darían una buena película. Antonio Vega me parece uno de nuestros grandes genios, tiene una faceta más allá de la música. Estaba fascinado con la ciencia y el universo. He leído mucho sobre él, he visto los documentales y me encantan su inteligencia, sensibilidad y letras. No sé si daría para una buena película, porque creo que todo lo cuenta en sus letras. No sé qué aportaría una película que no esté contenido en sus canciones. Sería un personaje que de hacer algo sobre él, lo haría con mucha pasión. 

Como de momento el juego anda entre zaragozanos, vamos a poner el nombre de Enrique Bunbury sobre la mesa. 

Javier: A Enrique le queda una muy larga trayectoria, está en plenitud de facultades, parece un chaval encima del escenario. Le conozco un poco, nos ha ayudado en el proceso de la película. Seguro que tienen un montón de anécdotas curiosas que podría contar. Él va a tener una de las vidas más interesantes de la música española. Es una especie de Messi, con 17 años ya estaba llenando sitios muy grandes y haciendo giras casi mundiales. Desde luego por interés hacia su trayectoria tendría una historia, pero no sé qué aportaría yo a lo que él mismo cuenta ya en sus canciones.