Vetusta Morla: "Figurantes"


Por: Javier Capapé 

Cuando se llevan subiendo peldaños hacia lo más alto tanto tiempo y casi siempre acertando, llega un momento que hay algo que deja de funcionar, que se acaba. La inspiración no está ahí por siempre y la genialidad se agota o al menos se estanca por un tiempo. Quizá sea por eso, por la propia consciencia del grupo del momento en el que se encuentran, que hayan decidido parar tras presentar este último disco. Sin gira de presentación, sin estrategia promocional. "Figurantes" llega como fin de su etapa de "Cable a Tierra" más que como principio de algo. Su último disco no es que vaya de la mano de su inmediato antecesor, pero puede suponer el fin de una etapa que comenzó hace más de quince años con la publicación de su excelente debut "Un día en el mundo". Con perspectiva es como si el grupo de Tres Cantos se hubiese ido desinflando con el tiempo. No en sus directos, que son infalibles, pero sus discos han ido bajando el listón (con la excepción de "Mismo sitio, Distinto lugar"), como si la exigencia con su público se basara más en llenar recintos o ser cabeza de cartel de festivales que en entregar obras imperecederas. 

"Figurantes" incide en el protagonismo de sus fieles, que conforman incluso la portada de esta obra. Unos fieles que son a la vez anónimos, pero que llegan a ser los responsables directos del éxito del grupo, la argamasa necesaria para que todo funcione. Como una película donde se necesita esa figuración de fondo para hacerla creíble, Vetusta Morla necesita de su público para no perderse, y a ellos dedican estas once canciones.99 Los seis integrantes afirman que estos temas no tienen en sí mismos una unidad, que provienen de diversos momentos puntuales recapitulados durante la extensa gira de "Cable a Tierra", en los que decidieron parar para grabar (guiados de nuevo por la batuta de Carles Campi Campón en la producción) y dejar fluir sus ideas a modo de descongestión de los largos periodos de conciertos. Para el resto de sus discos habían dedicado un tiempo en exclusiva a dar forma a esas canciones y grabarlas bajo un leit motiv, pero en este caso son canciones a las que lo único que les da consistencia es el estar concebidas en medio de la vorágine de una gira. Son retales más deslabazados, cada uno con su personalidad, pero carentes de un lazo que les una bajo un concepto. Esto tampoco debería ser un problema, ya que la mayoría de los grupos trabajan de este modo, recopilando canciones sueltas con las que lograr tener los minutos suficientes para convertirse en un disco, pero en el caso de Vetusta Morla es la primera vez que sucede, la primera vez que trabajan así. Y parece que es algo que se deja notar en el resultado final inclinando la balanza al lado contrario de los aciertos. Ni siquiera Pucho destaca como es habitual en él. Esta vez, su carisma se diluye, en pro de más artificios rítmicos y un marcado predominio de los sintetizadores, pero cuando vuelven las guitarras es lo que de verdad consigue volver a erizarnos la piel. 

A pesar de lo comentado, hay momentos a destacar en el álbum que son realmente certeros. "Catedrales" es de una intensidad y épica como la que acostumbran a derrochar, y la canción que da título al disco también está entre lo más destacado de su extensa discografía, pero "Puentes" nos deja un sabor de boca amargo por esas estrofas que se quedan en tierra de nadie a pesar de transformarse por completo en unos brillantes estribillos. Hay una mezcla en el ambiente de tecnología con tradición, como si fuera por momentos una prolongación de su última experiencia discográfica, pero donde allí se imponía la revisión del folklore, aquí vence la electrónica. Esto no sólo ocurre en "Puentes", que quizá deba su nombre a esa imagen de unión entre la orilla más tradicional y la más moderna que abrazan los Vetusta, si no que también podemos percibirlo de igual forma en "¡Ay, Madrid!", aunque en esta última vuelven a imponerse más las guitarras a la rítmica y destaca ese solo de sintetizador a modo de riff que le da un toque retro que le sienta estupendamente. 

"La sábana de mis fantasmas" tiene un aire a esos temas finales que siempre aparecen en los discos de los de Tres Cantos. Unas canciones con un toque enigmático con las que siempre han cerrado sus discos, pero aquí esa sensación nos llega muy pronto. "Figurantes" es una de las que más nos atrapa, de las que sabe tocar en el punto exacto para conmover. Una canción con la que mirar cada una de nuestras facetas, todas nuestras caras en una misma carta, para descubrir aciertos y errores, pequeñas muescas que nos construyen desde nuestra posición de eternos y orgullosos figurantes. Si alguien pregunta si por esta canción merece la pena acercarse al disco, definitivamente les diría que sí, por ésta y por la que le da continuidad. "Catedrales", otra que da de lleno tanto en su letra ("elige tus victorias y déjalas que sangren") como en su tratamiento instrumental, tan contenido como solvente. Dedicada expresamente para aquellos que no puedan resistirse a sus clásicos medios tiempos. 

A partir de este momento, el disco es una montaña rusa, sube y baja pero sin llegar a hacernos estremecer por la caída. "Parece mentira" nos arrastra con esa rítmica entre tribal y magnética, pero no llega a enganchar más allá de ese despertar electrónico y su final desbocado. "1, 2, 3, Big Bang" podría ser una perfecta cara b de los tradicionales singles de antaño, cumple bien la función de relleno, pero por momentos nos dan ganas de darle al forward. "Cosas que hacer un domingo por la tarde" remonta el vuelo, pero es demasiado ligera y se toma a sí misma poco en serio, cobrando protagonismo unos teclados demasiado vacuos y una percusión como de feria. Quizá su intención era no ser tan hondos con esta canción, pero se echa de menos su precisión y control de los detalles. Por contra, "La Derrota" tiene más pretensiones de sonar contundente y profunda. Es mucho más clásica en sus costuras, como sacada de su disco más crudo, "La Deriva", pero se desvanece dejándonos faltos de más chispazos como éste, porque esto es lo que se les da de verdad bien a los seis madrileños, canciones potentes, densas y con el punto justo entre tradición y modernidad, algo que también ocurre con "Nadadoras", con más toques acústicos que el resto hasta que crece en su segunda parte. Con más canciones como éstas seguro que hubiera ganado enteros este "Figurantes", pero su empeño en desarrollar su espíritu creativo puede ser necesario como banda, pero no consiguen estar tan finos cuando se salen de su molde. 

No pondremos muchas pegas a "Drones", que cierra el disco con espíritu etéreo, pero no tan atinado, a pesar de esa coda que podría remitir a Bon Iver desde la cabaña donde concibió "For Enma, forever ago". ¿Les viene grande? No pensaba que fuera a decir esto de uno de los grupos que más me han atrapado en los últimos quince años, pero como decía al principio, la ambición puede estar siempre ahí, pero la inspiración no es eterna y cuando el vaso rebosa conviene parar y dejar que repose para volver a obtener frutos. Se necesita paciencia y tiempo, que las aguas vuelvan a su cauce, que el grano arraigue para ser cosechado, porque de lo contrario, si eliminamos el barbecho, la tierra se agota. Podremos sembrar, pero no recogeremos. Esperemos que Vetusta Morla aproveche bien este barbecho que les brindará el 2025 y vuelvan renovados para que sus figurantes volvamos a sentirnos protagonistas de sus maravillosas historias.