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Menta: “Qué hago con todo esto”


Por: Javier González.
 

Las canciones de Menta tienen algo. Esa es la verdad. Darle al play, ponerse a escuchar los dramas puestos en boca de “La Meji” y disfrutar de una conexión instantánea es todo uno. Sucede, sin más. Hay varios motivos para que esto ocurra, quizás no novedosos, ya que en esto del pop-rock es imposible inventar ya. Uno de ellos es que atacan las canciones con la convicción necesaria para arrasar, sabedores de su carta ganadora. Y precisamente ahí es donde radica la gracia de Menta. Agitan la coctelera y los trallazos caen a pares. 

Vuelven con “Qué Hago con todo Esto” (Sonido Muchacho), apenas tres canciones, un suspiro, donde sacan a relucir una mini colección de melodías contagiosas a las que revisten de grandes dosis de desamor dramático y existencial, con un pie puesto en Camela y otro en Los Planetas, una mezcolanza que a priori puede resultar llamativa y arriesgada, pero que a estas alturas de la película ya casi podríamos decir con orgullo que es su marca de fábrica; el sello de una formación que ha encontrado el apasionado molde con el que cantarle al desamor con acierto, convicción y buenas dosis de guitarras valientes, llegando a convertir sus conciertos en ceremonias para fieles que disfrutan espantando su mal de amores gritando a pleno pulmón. 

Bajo dichos parámetros, relucen el noise noventero de “Siempre”, ajustando cuentas con el pasado aunque la herida no cese de sangrar; el pepinazo, nocturno, etílico y nostálgico que supone “Era Verano”, con referencia al “Perdona” (Ahora sí que sí) de Carolina Durante, y la oscuridad que retumba en “Tekken”, tres golpes directos al mentón que noquean sin preguntar, dejando con ganas de más al personal. 

La fórmula Menta demuestra con “Qué Hago con todo Esto” que sigue perfectamente engrasada, regalando tres canciones de perro dolor con las que aplacar los nervios hasta la llegada de un próximo álbum al que confesamos tener bastantes ganas de enfrentarnos, puesto que su carrusel emocional, al más puro estilo de los sonetos de Lope de Vega, nos tiene absolutamente enganchados desde el minuto uno.