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“Made in Sheffield”. “In This City They Call You Love”, de Richard Hawley.


Por: Guillermo García Domingo.

Los tres huesos más pequeños del cuerpo humano están en el oído interno. Los tres han aparecido en la Sima de los Huesos de la Sierra de Atapuerca. En una ocasión escuché a Ignacio Martínez, uno de los paleoantropólogos que los encontró, explicar con una capacidad divulgativa asombrosa que el estudio de estos minúsculos fósiles ha permitido concluir que aquellos seres de nuestro mismo género ya eran capaces de escuchar la frecuencia en la que hablamos los humanos actuales. El poder de la voz ya se hacía notar entonces, hace más de 350.000 años, seguramente alrededor de una hoguera. Desde entonces incontables voces han influido sobre los seres humanos. Es un período larguísimo, difícil de concebir, pero nuestra generación ha tenido la suerte de vivir en la misma época en la que compone, graba y canta Richard Hawley. ¿Quién podía pensar que el de Sheffield poseía una voz así de embriagadora cuando fue reclutado como guitarrista en la banda de sus amigos de Pulp

Después de un cuarto de siglo de carrera solista, Hawley no puede ignorar, pese a la modestia que siempre demuestra, como hemos podido comprobar en la reciente entrevista que el músico le ha concedido a nuestro redactor, Álex Guimerá, que es propietario de un voz excelsa, a la que, según sus propias palabras, ha querido darle especial protagonismo (“focusing on the voice”) en el disco que ha publicado el 31 de mayo: “he tocado deliberadamente únicamente algunos solos de guitarra para mantener el papel primordial de las voces, la canción y el espacio”. Con nuestra revista fue aún más explícito: “No quería sobreproducirlo. Y quería mantenerlo bastante crudo. Incluso en los momentos más tranquilos, para que no estuviera lleno de muchas de capas de instrumentos”. 

Ha despejado el camino para que la voz no encuentre impedimentos, con este propósito ha generado el espacio necesario para que la voz y los instrumentos precisos para enaltecerla estén a sus anchas. El resultado es un disco, “In This City They Call You Love”, compuesto por canciones que “respiran” agradecidas tal y como hacían los temas incluidos en los vinilos que coleccionaba el padre del músico, pertenecientes a las décadas de los 50 y los 60, facturados por algunos artistas con los que su padre y su tío tuvieron la oportunidad de compartir escenario en la escena de la Inglaterra de la posguerra. Pese a ello, el trabajo de Hawley, gracias al buen hacer de sus fieles compañeros, Collin Elliot y Mark Sheridan, no desprende una sensación de impostada nostalgia. Es absolutamente una producción de 2024, apenas unos meses después de que saliera a la luz el disco recopilatorio “Now Then”, con el que el músico tuvo poco que ver (fue idea de su mánager nos confesó).

Esa ciudad a la que se refiere el título es naturalmente Sheffield, una ciudad de “acero”, que es evocada en todos y cada uno de sus discos. Buena parte de los vinilos de aquella colección paterna fueron vendidos por su padre (que trabajaba en una de las fundiciones de la ciudad del Norte de Inglaterra) para poder sufragar el esfuerzo económico de las huelgas metalúrgicas que secundó (junto a tantos) contra las medidas del gobierno conservador. Así de intensa es la identificación del guitarrista con su ciudad natal. “Yo sé perfectamente cómo es vivir en Sheffield”. Esta ciudad tan populosa ha pasado por muchas pruebas, inundada, bombardeada, arruinada, sin que por ello esta “República” en el interior de una monarquía parlamentaria haya claudicado. La ciudad le ha querido devolver todo lo que el músico le ha ofrecido concediéndole el título honorífico “Made in Sheffield”, aprovechando el estreno el año pasado del elogiado musical “Standing At The Sky’s Edge”, que cuenta y canta las vicisitudes que viven varios habitantes de esta ciudad y que está inspirado en las canciones de Hawley.  

Es necesario atravesar el umbral de la puerta de un pub de esta urbe británica para apreciar de verdad este disco, cuyas canciones se distribuyen a lo largo de las gloriosas horas que cualquier cliente pasa en estos lugares, que, en la cultura británica e irlandesa, están vinculados a la música en vivo.  

Hay que apostarse de pie y cerca de la barra para recibir las vibraciones de "Two For His Heels” y “Have Love”, temas enchufados, caracterizados por una contundente base rítmica, que podrían tener cabida en una sala de mayor aforo que esta. Con la pinta en la mano, y ya aposentados en las mesas, llega el momento de la deliciosa “Prism In Jeans”; Hawley, tomando como ejemplo al filósofo natural más célebre del Reino Unido, difracta todo el espectro de sentimientos que provoca la irrupción de una mujer dotada de luz propia. En el videoclip de la canción, Hawley comparece ataviado con un uniforme de un trabajador de la limpieza. Un mensaje inequívoco acerca de su militancia trabajadora, ahora que, por fin, muy pronto los británicos van a desembarazarse del primer ministro conservador, Rishi Sunak. Haría bien en retirarse, qué se yo, a Ruanda, el mismo destino al que quiere “deportar” a la gente que emigra a su país. El cantante británico tanto musical como socialmente está imbuido por el “espíritu del 45”, que hizo posible el proyecto político emancipador más exitoso del siglo XX, que contribuyó a dignificar la vida de la mayoría de los británicos. 

Junto a nosotros siempre tienen un sitio reservado en la mesa del bar, los amigos ausentes, a uno en particular, Steve Mackey, el bajista de Pulp, está dedicada “Heavy Rain”. Los que faltan pesan como la lluvia en la ropa empapada y sobre los huesos que envejecen. Los años pesan, pero el “rey del medio tiempo”, sirvan como ejemplo, “People” y “Hear That Lonesome Whistle Blow”, no ha dejado caer el cetro que le cediera Fats Domino, Roy Orbison o el propio Elvis. A esta dinastía de “voices” pertenece por derecho divino Ricardo de Sheffield. Los más veteranos del lugar se sonríen por encima de la Murphy´s Stout que sostienen. Reconocen la música que les hizo perder la cordura cuando eran adolescentes.

“Deep Space” pretende (y lo consigue) desperezar el estado anímico de la clientela, y de paso abrirse sitio para que lo que viene, que es lo mejor. El cantante propone sin solución de continuidad varias canciones irresistibles, ‘Deep Waters”, “I’ll Never Get Over You”, “Do I Really Need To Know?” que nos trasladan a esa esquina de su ciudad de hace unos años, al álbum Cole´s Corner. Si bien me quedaría a vivir para siempre en la cadencia de “When The Lights Go Out” que por sí sola es capaz de hacer brillar tanto la superficie pulida de la barra de madera noble como los ojos conmovidos de los presentes. En algunas de estas canciones destacan por su pertinencia los coros a los que el músico ha querido dar relevancia en este disco. 

Con “Tis´Night” llega la hora de cerrar, pero nadie quiere marcharse de este disco. Seguro que antes de salir el cantante quiere tomarse la última con los suyos.  Hawley es de los nuestros. El tipo con cara de boxeador no solamente nos ha embelesado con una voz de otro mundo, además nos ha concedido nada menos que su corazón revestido de acero, y, sin embargo, cálido. Cuando el pub vaya a cerrar definitivamente, ya sabéis, por defunción del propietario, desearía que sonara de fondo la voz de Richard Hawley.